3. ¿Y tú eres...?

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Cuando llegué a casa y le conté a mamá mi "aventura" no hizo más que reírse y recalcar unas cincuenta veces lo torpe y despistada que era. Claro, no era suficiente con que yo lo supiera y viviera con ello, sino que me lo tenía que repetir para que no lo olvidase. ¿Debería dejar la ironía de lado? Tal vez.

El mes y medio pasó tan rápido que podría decirse que fueron horas y no días. Seguí asistiendo a mis clases de defensa personal y debo admitir que no era tan malo como pensaba. Destiny era una chica tan divertida que te hacía olvidar de todo con sus ocurrencias. Realmente la considero una compañera, no amiga, compañera. La amistad es mucho más que pasar unas horas juntas a la semana, mucho más. No pensaba dar confianza a alguien que conocía hace poco más de un mes, eso iba totalmente en contra de mis principios. 

En unas de nuestras charlas en la cafetería del club, Destiny había decidido contarme algunas cosas de su pasado: ex novios, familia, su vida en general. Desde la mala relación con uno de sus hermanos, hasta la amiga que perdió culpa de un accidente automovilístico. Algo tenía muy claro: era una chica que irradiaba luz y buena energía por donde pasara, pero aún así, no se por que yo tenía la sensación de que no terminaba de contarme las anécdotas en su totalidad; con respecto a su hermano me supo decir que el había cometido muchos errores de los cuales ella había formado parte pero no por voluntad o error propio, sino porque fue arrastrada por el. Solamente dijo que no se llevaban bien, que directamente no tenían contacto alguno, nada más que eso, y en su mirada se notaba que ese error del que habla le había traído mucha amargura en el pasado. Me hubiese gustado ahondar más en el tema, pero decidí dejarlo; sabía lo que se sentía que todos quieran hablar de algo que a ti no te causa nada más que rechazo, por lo tanto la entendía perfectamente. 

- Basta de tragos amargos pequeña forastera- me dijo mordiendo una galleta y regalándome una sonrisa. -Cuéntame, ¿A cuál de los 3 colegios vas a asistir?

- Al Instituto Monroe- dije sin mucho entusiasmo.

- Madre mía, volaste alto mujer. Deberías estar saltando de emoción. ¿Acaso se olvidaron de ponerte el botón de alegría?

- Tal vez.- dije tomando mi celular para ver si tenía algún mensaje que valiera la pena responder.

- Yo he mandado solicitudes para entrar. Pero estoy algo ajustada de promedio, así que no lo se, tal vez seamos compañeras de clase, tal vez no. Debería buscar algún profesor que esté dispuesto a darme una "ayudita para entrar"- dijo pronunciando las últimas palabras con un tono seductor y guiñándome uno de sus ojos.

- Te doy mi lugar si quieres, promedio me sobra. Y no es que lo haya querido hacer, siempre estuve enfocada en otras cosas y no tanto en el colegio. Es como si las buenas calificaciones me caían del cielo, por decirlo de alguna manera.

- ¿Sabes que si no fueras mi amiga en este preciso momento estaría intentando hacer que te tragaras una silla verdad?- dijo en tono amenazador pero divertido.

No pude evitar soltar una carcajada ante su comentario. Pero era la verdad, había leído que ese colegio era el más importante y que obtuvo premios a la excelencia académica y demás palabrerío barato que no pensaba leer para no darles el gusto de entusiasmarme, no soy tan mente vacía como para sentirme encandilada por la excelencia, el respeto y la exclusividad. Soy algo más profunda, cosa que muchas veces trae problemas pero hablándolo con la gente adecuada, era algo digno de discutir. Muy a mi pesar, no había encontrado a la gente adecuada aún.


El sol entró tan de golpe por la ventana que creí ser testigo de una explosión nuclear pero sin la parte del ruido ensordecedor. Creí quedar ciega por un instante hasta que veo una figura borrosa con algo en la mano que parecía ser ropa perfectamente planchada dentro de un estuche transparente como en el que se ponen los trajes y demás.

- Arriba oso- dijo mamá sosteniendo el uniforme que ahora podía ver con más claridad. Dios desearía no haberlo podido ver. Era un espanto. ¿En que cabeza cuerda cabe la remota idea de combinar verde aceituna con amarillo? No soy especialista en moda, pero estaba segura de que esa combinación de colores era un golpe en la nariz.

- Eres un amor mamá. Las otras madres dirían "arriba mi Bella Durmiente" o algo por el estilo. En cambio tu me despiertas con un "¡arriba oso!". Eres un dinosaurio rawrrrr- la miré enojada pero al darme cuenta de lo que dije esbocé una pequeña sonrisa.

- Esas ocurrencias. Tienes un ataque de Destiny al parecer. Es lo único que esa chica te contagió.- y una vez dicho eso se marchó.

Me molestó su actitud hacia mi compañera. Si bien yo cometí errores en el pasado, estaba intentando cambiar. No necesitaba que remarque mis errores y que además de eso me deje a entender que Destiny era una mala influencia cuando en realidad cuando estábamos juntas era el único momento donde me sentía realmente de mi edad; con sus chistes siempre lograba arrancarme una sonrisa. La apreciaba de verdad.

Miré el uniforme, y sin dejar de protestar por lo feo que era me lo puse, arreglé mi cabello hacia un costado, ajusté mis cordones y salí a enfrentarme al mayor cambio hasta ahora. 

El día había llegado: ese día que tanto intenté posponer en mis pensamientos era una realidad. Grupos de chicos cruzaban la calle: chicas con sus celulares último modelo y con el último grito de la moda en sus cuerpos, chicos golpeándose entre ellos a modo de broma y otros grupos que sería innecesario nombrar porque ya todos conocemos a los nerds, populares y demás status escolares. Y ahí estaba yo. Sin saber a que grupo pertenecer y con la absoluta certeza de que no iba a encajar en ninguna y era muy probable que termine contándole chistes al personal de limpieza porque otra cosa no iba a poder hacer. Si no pude hacer demasiadas amistades viviendo  16 años en el mismo lugar, menos iba a lograrlo en un año asistiendo a un colegio en una ciudad donde tenía que usar Google Maps para no perderme si debía ir a algún lugar que no fuera el club o el bendito colegio.

Tomé valor, me despedí de mamá y subí las imponentes escaleras que me llevaban a ese cambio tan temido. Lo primero que vi fueron muchas placas de conmemoración, cuadros de honor y trofeos de todo tipo y tamaño. Llegando al centro del colegio había una gran pizarra donde había un tumulto de chicos hablando y bromeando sobre sus vacaciones. Me dirigí hasta allí y veo que era el lugar donde estaban anotadas las clases para cada grupo. Busqué mi nombre y efectivamente mi día empezó mal: química. Materia del demonio, estoy segura de que si cruzas a Satanás con todo lo malo de este mundo el resultado será química. 

Pasé diez minutos buscando mi salón hasta que por fin lo encontré. Llegando a el, siento que alguien me toma por la espalda y me tapa los ojos. Como respuesta apliqué una maniobra de defensa personal, la más dolorosa que me habían enseñado. En el momento que logro sacar la mano del sujeto de mis ojos le veo: de mi altura, cabello castaño con algunos rulos en su cabeza y mirando hacia abajo con la mano derecha presionando su codo izquierdo. 

- ¡Estás loca Chiara! ¿Me quieres matar o qué? - vociferó el chico desconocido mirando aún hacia abajo y dando pisotones para calmar el dolor.

- Lo... Lo siento. ¿Que esperabas que hiciese? ¡Y no soy Chiara!- grité demostrando más enojo del que me hubiese gustado.

En ese momento levantó la cabeza sorprendido: tenía unos ojos tan profundos que era capaz de hacerte bajar la mirada al instante, el castaño de su cabello combinaba perfectamente con el color de sus ojos y el ligero rubor que corría por su rostro me hizo dar cuenta de que recién había visto cual era su error.

- Perdona, creí que... Eras una amiga- soltó avergonzado pero sin apartar sus ojos de mi.- ¿Eres nueva?

- Si, soy Marie- solté sorprendiéndome a mi misma. No tenía por que decirle mi nombre, no me lo había preguntado.

- Bueno, bienvenida entonces Marie- dijo esbozando una sonrisa totalmente compradora y achinando sus ojos. Esperen, ¿desde cuando me fijo en esos detalles? No voy a apresurarme a pensar algo que no quiero. Agaché mi mirada debido a la intensidad de lo que tenía enfrente y mire mi celular. 

- ¿Y tú eres...?- dije mirando arriba nuevamente. Pero ya no estaba. Se había marchado.



Queridos lectores:

Este es el tercer capítulo de esta historia. Espero que lo disfruten y no se olviden de mandarme alguna duda que surja en este camino. Si te gusta esta historia, demuéstralo ;) Sean felices.

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