CAPITULO (IV Un amor deseado)

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A mis 14 años me enamoré por primera vez, de una chica de pelo castaño, sus labios muy carnudos justamente como a mí me gustaban, su carita tan angelical que poseía una hermosa personalidad, sus defectos eras perfectamente imperfectos y muy llamativos.

Un día era la hora de almorzar, yo como siempre me sentaba en la misma esquina a comer solo, yo ya no sonreía para nada e incluso en mi mente esperaba la llegada de Alberto, pero no fue así él nunca llegó de la nada y la casualidad más hermosa que me pudiera pasar, se acercó a mí la chica que me gustaba no sabía qué hacer, ni que decir.

Se sienta a lado mío, yo ni como disimular, mi cuerpo actuaba de forma descontrolada, mis mejillas rojas y mis manos temblaban descontroladamente, ella al verme me sonrió e inicio la conversa:

˗ ¡Hola! –

˗ ¡Ho – Ho – Hola! –

˗ ¿Te pasa algo? – ante la timidez no respondí

estaba totalmente nervioso mi timidez le saco una sonrisa más pues mis mejillas estaban más rojas que nunca y volvió a dirigirme la palabra.

˗ ¿Cómo te llamas? –

˗ Me llamo Ángel y ¿tú? –

˗ Yo me llamo Gema –

˗ ¡Gema! Wooo que hermoso nombre –

˗ Gracias igualmente digo yo-

Y de ahí entre sonrisas empezó una conversación donde mi timidez desapareció y la confianza comenzó a tomar terreno, así fue el inicio de una linda amistad, momentos de mi vida que nunca olvidare, en ella aprendí a tener mucha confianza, pues por un instante sentía como perdía ante el mundo estando a su lado.

Era mi sueño hecho realidad, pero guardaba un secreto ante ella y es que a medida que el tiempo pasé estando a su lado yo me iba enamorando en silencio, días y noches a lado de ella entre risas y llanto, abrazos y juegos yo me iba volviendo más débil ante el amor, envolviéndome en la telaraña del romanticismo y afirmando que era el amor de mi vida.

Una noche llame a Gema para que me acompañe a la azotea, era un lunes veintiséis de agosto del dos mil dos, yo estaba decidido en declararle mi amor que he estado sintiendo por ella, pues en la azotea teníamos una ventana en el techo en ella se veía todo el cielo nocturno un cielo estrellado y luna tan grande y hermosa, primero comenzamos a ver las estrellas imaginando constelaciones.

˗ Que hermoso cielo estrellado, ¿verdad Gema? –

˗ ¡Sí es verdad! es un hermoso cielo, ¿qué tal si imaginamos constelaciones? –

˗ Me parece buena idea, haber quien encuentra uno primero ¿estás preparada? –

˗ ¡Si! –

˗ Ok, entonces comencemos –

Estábamos acostados en el piso a los diez minutos encontré en el cielo una constelación imaginada por mí

˗ ¡Mira Gema encontré ya una constelación –

˗ ¿Dónde está? Quiero verla –

˗ Esta ahí entre las cuatro estrellas más grande y la más pequeña en medio, es como un corazón con una flecha –

˗ Sí, ya la vi, y ¿Cómo se llama? –

˗ Pues Gema esa constelación se llama "mi corazón se enamoró de ti" –

Se lo dije de forma indirecta declarándole mis sentimientos. En ese momento un silencio cayo entro nosotros solo se escuchaba el ruido de los carros a lo lejos y de cerca el sonido de los animales e insectos en el campo, combinados los dos formaban la melodía ocasionalmente hermosa entre el murmullo de la naturaleza y el ruido distante de la gran ciudad.

LA ULTIMA HORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora