YOUTH. {Stucky} [En Edición]

BITE.

*Capítulo inspirado en BITE de Troye Sivan*

Hacía ya dos meses que se había mudado a Rusia, el invierno comenzaba a entrar y era la excusa perfecta para cubrir su brazo de metal. Se había hecho un hueco en esa sociedad decadente del mal vecindario en el que vivía, usando el nombre que el Capitán había usado para el: Bucky.

Y en caso de necesitar uno  formal, usaba James Barnes.

Aun no se sentía seguro de que ese fuese realmente su nombre, incluso después de verlo en un museo Neoyorquino antes de viajar a Moscú...pero se sentía como que era así, quería que lo fuese.

Acaricio el frio metal de su hombro, observando en saco de dormir sobre el acolchado sucio...siempre se lo pensaba mucho antes de dormir, repasaba mentalmente su día esperando que de esa forma su cerebro se atiborrara de información y aquel sueño de los niños besándose inocentemente en el cobertizo de la escuela, se desvaneciera entre su lista de compras semanales.

Porque si, aquel sueño le perseguía desde aquella noche, y se repitió una y otra y otra vez cada noche durante dos meses.

Se acomodó en el saco de dormir...y secretamente deseo volver a soñarlo.

Estaba parado frente al espejo, vestido de negro y tenía una expresión dura en el rostro...podía tener unos catorce años, quizás quince,  pero el traje le hacía lucir aún mayor.

 

Podía escuchar llantos a su alrededor, quejidos y jadeos en medio de los murmullos de las personas.

 

-James...- se giró para ver a un hombre mucho mayor, de quizás unos cuarenta años, iba vestido con el uniforme militar pulcro y lleno de insignias. -Tu padre fue un Héroe, debes estar orgulloso.- le tendió la mano y el la tomo, mirando desafiante al mayor.

 

-Claro, estoy orgulloso de que haya preferido morir que venir a mi cumpleaños.- sonrió de manera agria y pedante, ganándose una mala mirada por parte del oficial. -Deberías tener más respeto, muchacho.- El adolescente se mordió el labio, quería llorar, pero no quería ser un llorón...necesitaba ser fuerte por su madre y por todos los que estaban allí, eso era lo que esperaban de él.

 

-¿Fue usted respetuoso al pedirme que este orgulloso de que asesinaran a mi padre?- casi lo grito, todos en el lugar los voltearon a mirar. -Aun no lo entiendes, solo eres un niño.- respondió con firmeza el oficial, tratando de increpar al menor.

 

-¡Por supuesto que no soy un niño! ¿No me ve? ¡Soy el maldito nuevo hombre de la casa!- entonces el oficial le abofeteo, el joven tardó en reaccionar, poniéndose la mano en la mejilla observo con odio al oficial, y se impulsó para irse contra él, pero unas manos pequeñas se hicieron en su pecho, impidiéndole avanzar -¡Buck! ¡Vamos, cálmate!- aquella voz logro calmarle lo suficiente como para que se dejara empujar por el pasillo que conducía al patio, se detuvo antes de llegar a la puerta de salida.

 

-Buck ¡es el General King!- pero Bucky no estaba escuchándole, estaba demasiado ocupado lidiando con el nudo que le crecía en la garganta como para pararse a escuchar los regaños de Steve. Steve, su mejor amigo desde que tenía uso de razón y quizás desde antes. Cuando la guerra comenzó las familias de ambos fueron mudadas a una base militar por protección y solo se tenían el uno al otro en aquel lugar, el resto de los niños eran todos unos estirados. Steve, se quedó mirando a su amigo, pálido, bajito y delgaducho, con unos pequeños labios rojos y unos ojos azul zafiro muy brillantes, tenía el cabello rubio bien cortado y la ropa le quedaba grande...Steve...no había notado en el momento en el que había aparecido, y estaba allí en frente de él, regañándole la noche en la que su padre estaba siendo velado simbólicamente en la sala de su casa, pues ni siquiera quedo un cadáver para sepultar luego de la explosión que lo mato. Sonrió ligeramente viéndole gesticular con el entrecejo fruncido, porque Steve le conocía tan bien, que sabía perfectamente que él no quería la compasión de nadie. -Buck... ¿Estas escuchándome?- no le respondió, simplemente lo tomo del brazo y tiro de el a través de la puerta del patio, cerrando una vez ambos estuvieron afuera en la oscuridad del patio trasero de la casa