Cuando las luces se apagaron me alarmé, algunos gritaron, otros gimieron, pero nada más pasaba. La habitación seguía a oscuras y no parecía haber nadie queriendo entrar, puesto que no se escuchaba ningún ruido.
A menos que ya estuvieran adentro.Entonces, a lo lejos, divisé una pequeña luz, seguida de otra y otra más. Entonces nadie hablaba, pero yo me daba cuenta de todo. Levanté mi vestido y comencé a irme, ese era el plan. Cannae me sacaría... pero no fue así. Levanté mi vestido para salir pero alguien me tenía sujeta por el brazo. Traté de zafarme de su agarre pero no podía, era demasiado fuerte que, con seguridad, me quedarían marcas.
La gente comenzó a gritar y a caer, mi visión se había adaptado a la oscuridad gracias a los destellos de las armas. Los disparan sonaron y retumbaron en las paredes, todos gritaban pero nadie se movía. Ni siquiera yo.
Traté de escapar pero me tenían muy bien sujeta. Entonces pedí ayuda, grité a todo pulmón, necesitaba que me ayudara.
- ¿Cannae? ¿Pero qué demonios estás haciendo? ¡Suéltame! - Grité al ver que era él quien me tenía agarrada por el codo.
- Lo siento Emma, pero no te saldrás con la tuya.
- ¿Con la mía? ¿A qué te refieres? - Grité, por alguna razón no sentí ninguna bala contra nosotros, todas iban a los invitados que gritaban y corrían despavoridos.
- Lo elegiste a él Emma, ¡sobre mí! ¡Sobre mí! ¿Qué creías? ¿Que te irías con la tuya así de fácil? Pues no, esta no es tu vida Emma, y lo sabes. Le pertenece a un verdadero Rohelsern. Tú fuiste la forma perfecta para que los farsantes Sanllis se salieran con la suya.
- ¿Sólo haces esto porque no te amo? - Cannae lanzó un suspiro seguida de una risa sarcástica.
- Sí Emma, todo es sobre ti ahora. - Comenzó, con sorna. - Claro, me molesta que lo hayas elegido a él sobre mí pero esto no es por eso Emmalya. Esto es por todo lo que tu familia ha hecho, lo que hizo y no veo por qué no apoyas a la causa. ¿A caso no fueron ellos los que mataron a tus padres? - Bajé la cabeza, mis instintos me habían dicho que algo así podía pasar pero yo los había ignorado, por completo. Al menos no me había casado.
- ¿Ponerme de su lado? No sé qué es lo que quieren pero no lo conseguirán.
- Claro que lo haremos Emmalya, porque, si no te das cuenta, ya lo hemos hecho. Hemos tomado el castillo con la princesa, y los reyes dentro. Aún no sé si lograron atrapar a ese guardia que pretendía sacar a tu hermano... uy, quiero decir, a Grisam.
- Sí les haces daño a Grisam o a cualquiera de ellos te juro que...
- ¿Qué qué? Emma, ya perdiste. ¿No lo ves? El plan está hecho. Es hora de que una verdadera Rohelsern tome el poder de Illonee. - Inquirió, alzando la voz por encima de los disparos para que pudiera oírlo. Negué con la cabeza frenéticamente.
- ¿Tú no sabes quienes son mis padres, cierto? - Cannae me miró, como si se le hubiera escapado un detalle. Luego sonrió, como si acabara de darse cuenta de algo.
- Emma, ellos están muertos, no importa quienes fueron. Si el plan sigue como lo planeamos quizás los conozcas por primera vez. - Me quedé callada, si decía algo podía tomarlo en mi contra y no iba a revelarle más información acerca de mí o de mi familia hasta no estar segura de la razón del ataque. - ¿Qué? ¿No vas a decir nada? Yo creí que pondrías más lucha pero supongo que te has rendido. - Él tenía razón. Debía poner más lucha.
- Cierto. Por eso tengo el plan B. - Miré sobre su hombro, como si alguien estuviera detrás de él y sonreí. Él se giró y fue mi oportunidad para pisare el pie con el tacón y salir corriendo.
Por cierto, si alguna vez se casan háganlo con un vestido más corto, porque si necesitan huir no podrán.
Levanté el vestido con ambas manos mientras corría por el salón, rogando porque ninguna bala me diera. Abrí la puerta con ambas manos y salí, consideré quitarme las zapatillas pero si lo hacía lo más seguro era que tropezaría tarde o temprano ya que el vestido es demasiado largo.
Corrí por un pasillo, sabía a dónde debía ir para que nadie pudiera sacarme de allí. Pero justo en el momento en que me dirigía al pasillo secreto escuché pasos, cientos, todos corrían en mi dirección. Así que me desvié, corrí tratando de no hacer ruido pero los tacones eran demasiado ruidosos. Opté por dejarlos atrás y entré a la sala real, cerré las puertas y las bloqueé con las sillas rígidas y los sillones polvorientos. Dentro estaban algunas doncellas, tapándose la cabeza y llorando.
- ¡Oh! ¡Princesa! Qué bueno que... - La silencié, no podían adivinar que estaba aquí, al menos habían otra decena de habitaciones. Me acerqué a las doncellas que se asustaron al escuchar a tantas personas caminando en el pasillo al mismo tiempo. No tardarían en venir aquí.
- Hola, soy Emma. Y...
- ¡Por aquí! Parece estar cerrado. - Gritó alguien justo afuera de la sala, no había tiempo. Creí reconocer la voz durante un segundo pero luego esa sensación desapareció.
- Demonios. - Exclamé, las doncellas se asustaron de mi repentina grosería. - Correcto, ellos van a entrar. Necesitamos hacer que salgan a salvo, ¿entienden?
- Princesa, no nos quieren a nosotras. - Dijo una chica de cabello rubio, se notaba asustada pero trataba de sobreponerse a su miedo. Me inspiraba fortaleza.
- Sí, pero las matarán sin pensarlo dos veces. Vengan, aquí hay un lugar donde pueden refugiarse, casi todas las salas en el castillo poseen una, caben seis o siete personas pero no pueden quedarse en la bóveda. - La chica soltó un aullido cuando la puerta comenzó a tambalearse y los estremecedores ruidos de los puños golpeándola llenaron la habitación.
- ¿Cómo dice? ¿Es que no viene con nosotras? - Suspiré, miré a las cinco chicas, con suerte ellas podrían llegar al bunker principal y hacer lo que se supone yo debía hacer, pero no podré porque estaré muerta.
- No. Ustedes entrarán, - palpé la pared con las yemas de mis dedos en busca de la pequeña comisura en la pared que me dejara abrir la compuerta a la entrada. - entrarán y llegarán hasta el bunker principal, seguramente habrá mapas y deberán guiarse de ellos para poder llegar a la sala principal del castillo. En realidad es una sala de reserva, entrarán y activarán todo, será complicado pero...
- No puede quedarse aquí princesa, usted será la reina, ¿Recuerda? No podemos dejarla. - le sonreí en respuesta a su valentía.
- Cassandra, no podemos contradecir a la princesa. - La regaño la chica morena.
- Cassandra, debes hacer esto. En tu poder está poneras a salvo y salvarme a mí. Si voy con ustedes todo esto saldría mal. Les daré esto, deben entrar y...
- ¡PRINCESA! NO HAY ESCAPATORIA, ENTRAREMOS POR USTED Y MATAREMOS A TODOS, DEBE SALIR O MATAREMOS A TODOS. - Gritó una voz entré las grietas que se habían formado en la puerta. El tiempo se me agotaba y cada vez me sentía más nerviosa.
- Cassandra, no hay tiempo. Toma. - Le pasé un libro azul de la estantería cercana, allí estaban códigos y manuales de reserva para cuando pasaran estas cosas. Estaba bien camuflado con el título de: "Sabuesos y Golondrinas", el cuento considerado uno de los peores en Emphine. - Aquí encontrarás todo. Solo hagan lo que les pido, y denle este mensaje a Justin O. No demoren, las necesito. - Le pasé el mensaje garabateado en un pedazo de papel incompleto y sucio. Encontré el botón y lo presioné con todas mis fuerzas, este cedió y comenzó a abrirse la compuerta con un ruido chillante.
Por un momento todo se quedó sumido en un silencio sepulcral. Incluso habían dejado de aporrear la puerta para poder escuchar mejor.
- ¡No dejen que esa rata con corona se escape! - Gritó alguien y los golpes sonaron más fuertes. La puerta cedió y se abrió con un sonido estrepitoso, las sillas salieron disparadas para los lados tirando libros en todos lados.
- Hagan lo que les pedí.
- Pero princesa...
- ¡Es una orden! ¡Ahora! - Ellas entraron con la cabeza agachada y temblando de miedo. Excepto Cassandra que, a pesar de verse asustada, tenía cierta determinación en el rostro. - Sálvanos Cassandra.
Y la compuerta se cerró.
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LA MALDICIÓN DE LA PRINCESA. #2SecretosReales
Mystery / ThrillerTodos dicen que cuando un bebé nace, Dios mismo ata un cordón rojo al tobillo del recién nacido, y que le otra punta de la cuerda la tiene esa persona que está destinada a estar contigo por la eternidad. Esa persona la cual le dará vida y armonía a...