Sueños del Pasado: Parte 1.

2.8K 210 22
                                    

En un pequeño parque, caminaba un lindo niño de 6 años de la mano de su madre. El infante queriendo ir a jugar soltó la unión de sus dedos y se acerca a los múltiples juegos que se encontraban delante de él, mientras su progenitora se sentó en uno de los bancos repartidos en múltiples lugares del espacio verde, mientras observaba a su hijo.

Su pequeño solía ser tímido y solitario, tampoco era muy sociable. No le gustaba estar en lugares con aglomeración de personas a su alrededor, prefería alejarse; estar solo. Eso le preocupa, pero prefería que su hijo fuera feliz siendo él, y ella no iba a cambiarlo.

El niño se deslizó por la resbaladilla, pero cuando quiso intentarlo otra vez un sonido hace que detenga todo movimiento. Dominado por la curiosidad se acercó a la fuente del ruido, cuando estaba lo suficientemente cerca descubrió que en interior de un cilindro color verde utilizado como puente, había una personita abrazando sus piernas, mientras escondía su cabeza cubierta con hebras color trigo en el espacio entre su pecho y sus rodillas, y también que el sonido que escuchó fue producido por el llanto de esta.

El pequeño infante se acercó lentamente hasta que estuvo frente al bultito, posó su manita en el hombro temblante; sacudiéndolo suavemente logrando que la personita frente a él descubra su rostro dando a conocer a una niña de ojos rojos e hinchados, mejillas sonrojadas bañadas en lágrimas y un mohín en sus labios rosaditos.

El niño se sorprendió al ver a la niña, luego se sonrojó porque nunca había visto una tan cerca además, era bonita pensó.

La niña también parecía sorprendida y un poco asustada de verlo allí.


¿Por qué lloras? —   Peguntó bajito.

E-staba-a con-n mi ma-ami y-y v-i- una-a mari-iposa, y corr-i-i para-a a-tr-aparl-a-a y cu-uando-o mi-ire atr-as ma-ami no e-s-stab-a—   Dijo entrecortadamente con un el labio inferior temblando, amenazando con volver a llorar.

¿Quieres que te ayude a buscar a tu mami?—  Preguntó el pequeño.


La niña asintió. Le tiende la mano lentamente para no asustarla y ella lentamente le entrega la suya. El primer contacto se siente cálido, nuevo, y sin intención una semilla es plantada.

Ambos salieron del juego y se aproximan a la banca en la cual descansa la madre del pequeño, la cual se asombró al percatarse de que su hijo venia tomado de la mano de una pequeña niña rubia.


 ¿Quién es ella, cariño? Preguntó una vez llegaron frente a ella.

Es una niñaRespondió con inocencia el pequeño, lo cual hace que su madre dibuje una sonrisa al ver la ternura de su hijo — se perdió y no encuentra a su mami,entonces yo le pregunte si quería que le ayudara a encontrarla y ella respondió que sí. ¿Mami, me ayudas a buscar a su mama?


Su hijo era un terroncito de azúcar. Asintió y dirigió su mirada a la pequeña que aun tenía sostenida la mano del niño.


¿Cuál es tu nombre, pequeña?

Júpiter.


Un nombre bastante peculiar para una pequeña, pensó asombrada la madre para después tomar la mano de la pequeña y empezar a caminar.


Vamos Júpiter, hay que encontrar a tu mami.


Mientras caminaban la pequeña Júpiter le pregunto al niño que se encontraba a su derecha al oído.


¿Cuál es tu nombre?

 ... Susurro algo solo entendible para la rubia.Pero mi mami me dice Matt.


Júpiter se acercó lentamente a la mejilla del ser a su derecha y presiono allí sus pequeños labios, para después alejarse rápidamente, tan rápido como el color rojo en el que se empezó a tornar su cara como la del contrario.


GraciasSusurró escondiendo su rostro con una cortina color trigo.


Despertó con el corazón agitado y el sudor resbalando por sus cienes,por instinto llevo su mano al lugar en su pecho que albergaba su corazón, jamás había soñado con algo parecido, si aquella escena en verdad había pasado o solo era producto de su imaginación; no lo sabía.

Se fijó en el reloj que descansaba en su mesa de noche y se percató que era las 2 y un cuarto de la madrugada, salio de la comodidad de la cama y se dirigió a la cocina, allí tomó un poco de leche y la vertió en una cacerola a fuego lento con un poco de canela, como su madre lo hacía para el cuando era pequeño, y aún ahora en el presente.

Hey, chico que me gusta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora