Sueños del pasado: Parte 3.

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Sentada dentro de un cilindro, ya desgastado por ser la diversión de muchos durante varios años, se encontraba sentada una chica de hebras castañas y ojos cual esmeraldas. Pero desgraciadamente estos se encontraban empañados por gotas de agua salada que intentaba contener fracasando inútilmente en el intento.

Su postura estaba encobrada y su mirada puesta en un punto no identificado del pasto color verde vivo. Sus preocupaciones giraban entorno a un solo pensamiento que estaba atormentándola de forma intensa y sin descanso. Parpadeando como una alerta color neón que nunca se apaga.

Al otro lado del parque,bajando de su moto se encontraba un joven con expresión algo intranquila gracias a la llamada que había recibido minutos antes. Así que luego de haber puesto su casco de protección entre su brazo y sus costillas se apresuró a llegar al lugar indicado, reconociendo rápidamente una cortina de hebras castañas,por las que tantas veces había deslizado sus dedos , siendo movidas por el viento revoltoso varios metros recorridos después.

Aceleró el paso para a llegar a su ubicación. Dibujó una sonrisa para no inquietarla pero, esta fue rápidamente borrada al ver el estado de la chica. Dirigió sus manos al rostro de la castaña; sosteniéndolo y conectando sus lineas de visión. Importándole verdadera mente poco la ubicación del casco que antes había estado sostenido entre su brazo y sus costillas, habiendo sido lanzado hacia algún punto del pasto por el repentino movimiento.La inquietud que sentía se multiplicó velozmente al ver las lagrimas bañando las sonrosadas mejillas.

- Hey, hey, hey, ¿Que tienes,nena?, no llores. - se encontraba realmente preocupado y algo desorientado por no saber qué hacer para que el llanto se detuviera.

- Me voy. -Declaró de forma casi inaudible, que de no ser por la cercanía del joven jamás habría sido escuchada. Pero la expresión del joven paso de preocupación al desconcierto en segundos al escuchar las palabras de la chica

- ¿Que?-logró Balbuceo, su agarre en el rostro de ella perdiendo fuerza.-¿Por qué?

- Papá fue trasladado. Me voy.- Su mirada estaba perdida en algún punto en la nada detrás de él. El agua seguía corriendo desde sus ojos, como un rió sin fin.

- ¿Cuando?-La pregunta fue dicha de forma forzada. Él intentada con todas sus fuerzas no derrumbarse frente a ella. Tenía que ser fuerte. Por ella, por si mismo: por ambos.

- Mañana en la tarde.- Pronunciando la verdad implacable. Que no era aceptada, pero sin duda era inevitable.

Acabó el mínimo espacio entre los dos y la abrazo.Se aferraron el uno al otro, sin querer soltarse y queriendo detener el tiempo. Diciéndose todo, y a la vez sin pronunciar palabras.


Te amo.

Te amo.



Anhelando que aquel momento fuera eterno.



Y al final despertó.


Hey, chico que me gusta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora