Tensión sexual.

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Mis ojos no podían apartarse. Era como un estúpido imán que atraía mi mirada con un magnetismo fuera de lo normal. Las voces a mi alrededor eran un simple siseo lejano y el mundo había desaparecido, como si fuese una obra de teatro y un gran foco de luz me indicaba sólo lo realmente importante. La forma como movía sus labios al hablar, como chupaba tan deliciosamente la cucharilla al comer un poco del yogurt de su almuerzo...

Oh, santa mierda.

Estaba volviéndome loca, y todo era por culpa de Cat y su estúpido juego de porquería.

Resulta qué, la noche anterior, debí quedarme en casa de mi pelirroja amiga ya que mi casa estaba siendo fumigada por una estúpida plaga de termitas. Entre charlas banales e idiotas, salió el tema de la sexualidad. Sí, no lo voy a negar, me he sentido atraída por chicas, pero para mí es algo normal; siempre he pensado que todas las personas nacen siendo bisexuales, solo que hay quienes se inclinan más por un sexo u otro y están los que se mantienen en un punto medio.

Digamos que ahora yo me encuentro en ese punto medio.

Desde hace algún tiempo, y desde que terminé con el estúpido de Beck –no mal interpreten, mi relación con Beck fue perfecta hasta dónde duró, le agradezco muchas cosas y no por nada quedamos como grandes amigos, el estúpido es de cariño– he estado mucho más pendiente de las chicas a mi alrededor, de lo hermosa que son algunas actrices que veo –como, por ejemplo, Nina Dobrev. Pero nadie, nunca, debe saber que me gusta un personaje de The Vampire Diaries porque sabrían que me gusta The Vampire Diaries–.

Resulta que Cat tampoco es tan inocentona como creíamos y debajo de esa fachada de niña de cinco años dentro del cuerpo de una adulta joven, está también la sexualidad de una chica acorde a su edad, y resulta que a mí amiga también le han atraído las chicas.

Y ahí estábamos, compartiendo gustos en mujeres, como un par de adolescente hormonados. Diciendo algunos nombres, comparando algunos cuerpos... hasta que salió el nombre impronunciable.

― Pero creo que si hablamos de las más bonitas de Hollywood Arts, debemos nombrar a Tori sí o sí.

Prácticamente me ahogué con mi soda y tuve que toser un par de veces para liberar mi garganta. ― ¿Vega? ― Pregunté incrédula y Cat afirmó con un enérgico movimiento de cabeza. ― Ok, Cat, olvida todo lo que te dije, tú gusto en las mujeres es pésimo.

― ¡Oh, vamos! ¿Me vas a decir que Tori no es atractiva? ― Preguntó un poco desilusionada, quizás porque había insultado sus gustos. ― ¿Nunca has visto como Tori mueve las caderas al caminar? Son bastante anchas y sensuales, van a juego con ese par de piernas kilométricas y tonificadas ¡Oh, oh! ¿O me vas a decir que nunca has querido lavar en su abdomen cuando la ves en bikini? Las veces que hemos ido a la playa ¡Tiene mejores abdominales que Beck!

Un momento, además de que estaba descubriendo una faceta pervertida de Cat –¡Cat! –, me tomó un momento asimilar toda la información que estaba entrando en mi cerebro por su habladuría, hasta que cada imagen relatada llegó a mi cabeza, como gif's de un video, y, a decir verdad, la peliroja puede que tuviera algo de razón.

Sin embargo, ni loca aceptaría que Vega me parecía mínimamente atractiva.

― Exagerada. Vega no es la graaaaaaaaaan cosa. Es común y corriente ― disimulé como la gran actriz que soy y llevé la lata de soda a mi boca para evitar que mi amiga leyera alguna expresión.

― No exagero, es más, se parece mucho a Nina Dobrev, ¿me vas a decir que ella no es atractiva?

Volví a atragantarme.

¿Por qué debía mencionarla a ella?

Y después de nuestra charla, pasé toda la puta noche pensando en Vega y en su invisible atractivo para mí... hasta ahora. Vega se había vuelto mágicamente bastante llamativa, y no del tipo: «Oh, que linda es», sino del tipo: «Quiero empotrarla contra lo primero que vea».

Y, por eso, ahora estaba yo, ahí, en el café Asfalto, mirando como una lerda a la latina hablar de no sé qué cosa, solo para poder mirar como sus labios se entre abren cuando está escuchando algo, o como sus pómulos se ensanchan cuando sonríe, o como muerde su labio inferior para aguantar una carcajada que al final termina por salir, o como sus ojos voltean hacia mí y me miran fijamente con ese mar color café que tiene por iris, o como su cabeza se ladea levemente hacia la derecha y sus labios vuelven a dibujar una pequeña «o»...

Oh, mierda. Estoy jodida. Estúpida Cat.

― ¡La vas a desgastar! ― La voz del títere maldito me hizo volver a la tierra y solo dirigí una mirada asesina hacia su ventrílocuo. Robbie chilló y tapó la boca del muñeco con su mano libre, asegurándose de que solo salieran balbuceos inentendibles de Rex.

En serio, ese chico necesita serias ayudas psicológicas.

― ¿Qué? ― Le espeté al resto y Tori, André y Beck solo alzaron las manos en son de paz. Disfruté como mis amigos –y ella– emitieron pánico en sus expresiones y volvieron a sus respectivos almuerzos. Es lo que haría una persona normal, ¿no?

Para mi desgracia, una de mis amigas no es alguien muy normal.

― ¿Por qué veías a Tori con esa expresión, Jade?

― ¿Cuál expresión? ― Siseé cual víbora. Mis alarmas se encendieron.

― Con esa, cuando estás muy concentrada admirando algo... la pones cuando... por ejemplo, cuando quieres entender la trama de alguna película muy complicada, y ves una escena varias veces hasta comprenderla por completo.

― Oye, es verdad, fruncías el ceño y mordías la uña de tu pulgar. Solo muerdes tu pulgar cuando lo que ves, te gusta ― Quise estampar la palma de mi mano en la carita de modelo de Beck en ese preciso instante, pero hacerlo era darle la razón, así que hice solo que mejor sé hacer.

Actuar.

― No, es que Vega me estaba mareando con tanto parloteo y en serio estaba buscando si tenía algún botón de apagado, al menos de mute. ― Dije con una sonrisa arrogante, viéndola de nuevo. Ella solo abrió la boca y la cerró varias veces, como si quisiera decir algo. Frunció el ceño y me miró de vuelta.

Aquí vamos. Sorpréndeme.

― ¿Así que te estaba mareando? Pensé que solo era que tanto tinte ya había quemado tus neuronas.

― ¿Qué dijiste?

― Ah, ¿lo que quemaron fueron tus tímpanos?

Oh, por, Dios.

En tres años que llevamos en Hollywoods Arts, este ha sido en el que más problemas he tenido con Vega. No problemas... reales, o peligrosos. Solo que éste año se ha vuelto un poco más valiente a la hora de enfrentarme; ahora contesta a mis burlas y es poco más difícil hacerle alguna broma. No se queda callada a mis comentarios y me enfrenta. Y si eso antes solo me parecía gracioso... ahora acababa de producirme algo más.

Vega es jodidamente atractiva cuando está en ese modo. Se ve furiosa, intimidante, mala. Es una versión totalmente opuesta a la tonta y virginal Tori Vega.

Y parece que a ella también le gusta este tira y afloja que hemos creado este último año. La he visto sonreír levemente, como si disfrutara de nuestras riñas... ¡Como ahora! Tiene esa estúpida sonrisa de medio lado, llena de egolatría y yo solo quiero borrarla... pero no sé di de un puñetazo o de un beso.

Dios, esto es tan cliché; es la típica tensión sexual entre personajes opuestos que se atraen, pero no pueden expresarlo como el resto de los mortales y solo se tiran puyas, como mocosos de kínder que se molestan para llamar la atención.

Acabo de admitir que me atrae Vega. Genial.

Totalmente jo-di-da.

Un poquito másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora