Capítulo 5: Tiempo de lluvias

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Aquel día llovió...

La lluvia se volvió una tormenta, despiadada y tenebrosa.

Aquella historia entristece al cielo mismo cada vez que se escucha y recuerda.

Nadie se imaginaba aquellas escenas.

Erik se alejó, tomo vuelo hacia la torre donde dormía desde hace años, dejando sola a Esmeralda con lágrimas en los ojos, en su cabeza no cabían esas imágenes, en cualquier lugar que mirará, ahí, ahí estaban ellos, peleando a muerte, los truenos y los rayos hacían revivir aquellas escenas...

— Se puede sentir su amor y su odio en todo el castillo... Por eso el ambiente del lugar está en eterna tristeza... Espero que sea feliz en el futuro... — Dijo Esmeralda con tristeza y limpiandose las lágrimas.

— Tengo que buscar un lugar para dormir... Esper... — Esmeralda fue interrumpida por un estruendoso trueno que sacudió toda la tierra, y las paredes del castillo hacían eco haciendo el sonido aún desgarrador.

— Noooooooo... — Grito Esmeralda a tal sonido, su cuerpo pequeño era más frágil que cualquier otro.

— Tengo que encontrar un lugar para poder resguardarme bien...

Y antes de que dijera algo, un viento apagó las velas y la chimenea le estaba entrando agua, estando casi en penumbras, como si el castillo estuviera habitado de nuevo, se podían escuchar voces y susurros por todos lados, gritos y risas, carcajadas atroces, lamentos que rayan en lo pertubante, sombras de aspecto inhumano caminando por los pasillos...

Un sudor frío empezó a sentir Esmeralda, como si las sombras la tenían rodeada, un escalofrío atroz recorrió su cuerpo, sentía que el aire empezaba a escasear, y que una presión enorme la aplastaba, ¿por que el castillo está haciendo esto? ¿O es la mente que hace jugar mal a las personas?

Escapar le era imposible, sólo buscar la luz era una salvación y sin dudar y saliendo de aquel horripilante trance salió volando por los pasillos buscando una fuente de luz, pero el castillo erá enorme, y más aún en ese cuerpo pequeño, las sombras la seguían y la querían atrapar...

— NO... No quiero... Por que... Me... Abandonas... — dijo Esmeralda con un temor enorme, que clase de lugar era el castillo...

Los pasillos no tenían fin, era un laberinto enorme, cada vez que entraba a una habitación era otro laberinto más, y en la oscuridad todo era peor, Esmeralda sentía su corazón salir de su cuerpo, cada ruido, cada voz, cada sombra, era un tormento más grande que otro, y antes de caer inconsciente, unas manos la tomaron.

Se podía sentir su calor, incluso a través de sus gruesos guantes, incluso, tocando las antorchas con sus dedos, estás volvían dar luz y calor, haciendo más agradable el camino hacia lo desconocido.

Esmeralda sólo podía mantener los ojos entre abiertos, podía ver una imagen borrosa, que se detenía sólo para prender una antorcha más, una tras otra, el sonido de sus pasos era opacado por el sonido de la tormenta.

— Se siente cálido... Es un guante muy cómodo... En sus manos desnudas de seguro cualquier cosa arderia en llamas... — Pensó Esmeralda, sentía su cuerpo pesado y cómodo, sólo quería dormir.

Y antes de que sus ojos se cerrarán, se oyó un fuerte golpe...

Erik había abierto una vieja habitación, entró y se puso debajo de un candelabro, tomo una bocanada de aire y como si se tratase de un suspiro, exsalo una llamarada que prendió las velas del candelabro, iluminando la habitación.

El lugar era hermoso, amplio, era de una doncella aquel lugar, con tonos rosas y morados principalmente adornaban el lugar, un estante de libros y una mesa de trabajo, así igual un closed, un espejo de cuerpo entero y una chimenea frente a la cama.

Aquí podrás dormir... Las paredes son más gruesas y la chimenea está protegida contra el agua...

Erik dejó a Esmeralda en la cama y se dirigió a la chimenea, se quitó el guante izquierdo, se le podía apreciar en la mano varias cicatrices, y la marca de sol en sus dedos, ya que el guante dejaba descubiertos estos a diferencia del derecho, que los cubría en su totalidad.

Tomo un leño con la derecha y al pasarlo a la izquierda, al leño empezó a salirle humo y de repente empezó arder, acomodo varios leños más y acomodo debajo de estos el leño encendido.

Erik se volvió a poner el guante, se incorporó nuevamente, y se marchó, y antes de salir de aquella habitación...

Si te preguntas de quien era la habitación... Era de ella...

Y antes de que Esmeralda dijera algo, el desapareció en la oscuridad, las antorchas que había encendido, todas se apagaron, y la puerta se cerró lentamente, dejándola a ella en una paz que anhelaba.

Hecho un vistazo rápido a su nueva habitación, era enorme, incluso para un humano, estaba limpio, ni un rastro de polvo, a pesar de que tenía años sellada, parecía que la habían limpiado ayer, tenía una enorme ventana, Esmeralda quería explorar su habitación pero el cansancio era grande, así que se metió debajo de aquellas sabanas blancas, le faltaba una almohada pero la que había era descomunalmente enorme, así que decidió dormir sobre esta y jalando la sábana para tapar su cuerpo y protegerlo del frío, así ella descansó en el que sería su habitación de su nuevo hogar.

El día siguiente era igual, llovía a más no poder, Esmeralda se levantó y un poco de claridad por la gran ventana la llamó, ella se acercó y miro que daba una vista hacia uno de los jardines del castillo, pero por el clima, sería otro día a visitar, al mirar a la mesa, estaba su mochila donde se encontraba su ropa, así que, con el carbón encendido que quedaba aún y un vaso de metal, calentó un poco de agua para tomar un baño, tras eso, se puso ropa limpia y se dirigió al salón del castillo, poniendo señales para no perderse otra vez.

Al llegar al salón, vio que los candelabros estaban encendidos, dando luz y calor al lugar, se dirigió a la cocina y vio que la chimenea estaba encendida igualmente y ya no le entraba agua.

— ¿La habrá reparado? Si es así, estará empapado, debo de darle algo para que no enferme.

Y antes de que saliera a buscarlo, el apareció, sin aquella armadura suya, con las manos vendadas con una especie de tela oscura que cubria hasta los brazos.

Esmeralda al verlo inclino su cabeza y dijo

— Buenos días Maestro Erik...

El sólo la miro...

Tomo una copa y al llegar a la puerta se detuvo.

Si... Buenos días niña...

Así como apareció se fue.

— A lo menos fue más amable que los otros días... Espero que la lluvia cese... Ok... Prepárate algo... Espero que el acepté mi comida...

Esmeralda se puso manos a la obra...

En todo el bosque, en los reinos aledaños y un poco más, la lluvia caía, y en una cueva, respirando agitadamente, se encontraba aquel dragón que atacó la aldea de Kalhvhagast...

— MALDITO BASTARDO... Dejarme así... Creo que le avisaré a los demás, será una deliciosa venganza JEAJAJAJAJAJA.

En el corazón del Bosque (Re Edición De Los Primeros Capítulos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora