Pergamino No. 2: Líos Irritantes

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Disfruten su lectura...

Jack se estiró completamente, con las brazos sobre su cabeza.

Hace años que no salía de Maskák, hace tiempo que no viajaba, más que para ir a trabajar y regresar a casa. Y estaba bastante seguro que eso no contaba como viajar.

Jack sintió un sentimiento nacer en su pecho, una sensación cálida que recorría sus venas y calentaban su sangre. Así que esta era la euforia, ¿eh?, pensó Jack. Con el ceño un tanto fruncido. No había sentido nada parecido desde sus días de juventud, hace tantos años atrás; esos días de adolescencia en los que uno podía creer que nada te preocupaba, esos gloriosos días donde podías sentir el mundo en tus manos y tantas posibilidades a tu alcance por ser joven.

Jack soltó un suspiro de nostalgia mientras cerraba los ojos un momento.

Aunque aún era joven, él había madurado bastante últimamente. Ahora era un adulto responsable, capaz de hacerse cargo de las consecuencias que sus acciones causen, una persona autosuficiente que pagaba sus cuentas y vivía pacíficamente, intentando no causar tantos problemas a Niza como le era posible. Aunque no siempre podía cumplir de forma total. Los malos hábitos tardan en morir, según dicen por ahí.

Jack salió de su reflexión, mirando hacía bajo en su mochila de piel de sárkány, recordando haberla comprado hace poco en un pequeño mercado entre los callejones del distrito 4, estaba de paso con otros colegas y la vio. La mochila es cómoda, con una correa de hombro apropiada para su altura y el forro de un bonito color negruzco, normalmente la piel de los sárkány es color gris pálido, Jack no pudo evitar comprarla por impulso. De la misma forma, había sido inesperadamente útil, encantada para que su interior sea infinito, Jack podría guardar incluso documentos importantes y una botella de agua juntos, y los papeles estarían a salvo. Claro, el cuero estaba un poco desgastado por el desuso, pero Jack sentía que jamás perdería su encanto.

Empacando lo necesario para toda una semana de viaje a las montañas más altas que había visto en su vida, llenas de nieve y tormentosos vientos fríos, Jack sintió que estaba listo. Se acomodo los guantes, aseguró su casa y salió por la calle despidiéndose amablemente de la viejecita que era su vecina, una dulce ancianita de pelaje blanco y orejas caídas.

Jack se sintió un tanto alegre por pensar en todo el camino que tenía por delante, era extenuante, pero no desalentaba a Jack en lo más mínino.

Jack asintió con firmeza a nadie en particular, reafirmando su decisión de ir él solo a un lugar inhóspito para cumplir con su deber de Escriba. Con ello grabado en tanto su mente como su corazón, Jack se detuvo a unos pasos a las afueras del pueblo para revisar el mapa junto a una brújula.

Primero, tendría que avanzar desde Maskák hasta la próxima ciudad, Hegyek, hogar de la mayoría de gatos monteses en Yestlénseg. Justo desde ahí, debería tomar una vía alterna para evitar tener que cruzar el lago Yémánt, lo que le dejaba el placer de tener que ir todo recto por los profundos bosques de Zöld. Y si iba por buen camino, el solo atravesar por esos bosques le haría llegar justo a los pies de las montañas de Puada, su destino a fin de cuentas.

Jack suspiró maravillado.

Ya sentía aquellos vientos frescos en su piel, el sol sobre su cabeza mientras sentía el corazón inquieto en su pecho, sus ojos puestas entre los árboles hasta ver la cima de las montañas escondidas entre las nubes. Jack a veces se preguntaba porque no salía tan seguido de su hogar, aventurarse por las llanuras de los desiertos o ver las aguas claras de las praderas más hermosas, y recordaba lo bien que olían los libros viejos de su oficina, el espeso sentimiento de responsabilidad en su cuerpo, las tardes llenas de papeleo en su escritorio.

Bestias Ancestrales[Yaoi][Hiatus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora