Nuevas instrucciones, Kempo nublado.

794 83 16
                                    

No había forma de conformarse con tan poca información proporcionada por el cielo, sin embargo y sólo por el grado de pánico que generaría la situación en la que se encontraban decidió dejarlo así, aun en contra de las opiniones del sol y es que Sawada no se encontraba mentalmente estable, aun a pesar de que nunca lo estuvo en realidad.

—Hibari, sabes más de lo que él cree, ¿No es así?—La afirmación del bebé no fue sorpresa para el guardián—. Sin embargo también te negaras a hablar de eso...

—Tsunayoshi es quien debe decirlo—confirmó sin rastro de culpabilidad—. Ese será su primer paso para sanar, no todo en esta vida es odio y muerte.

El hitman sonrió ligeramente antes de llevarse una mano a su fedora y ajustarla dejando fuera del campo de visión del otro sus ojos, en esos momentos ambos disfrutaban de un momento de paz mientras que el castaño se encontrase altamente protegido en el interior del recinto escolar.

Cuando el sádico tutor había decidido seguir como si nada hubiera pasado a Tsuna no le había quedado más que aceptar, no por miedo al infante, sino más bien a sí mismo, ¿Qué sería capaz de hacer si no se encontraba rodeado de gente? La locura empezaba a gobernarlo.

Es así como, tomando aquella oportunidad el peculiar asesino decidió ser participe en lo que sea que la nube estuviera planeando, sus esperanzas de recuperar a Sawada de manera natural se habían desvanecido al ver a mamma ser sometida por Jaeger.

—Interesante forma de pensar—alabó divertido—. Pero hay algo que quiero saber.

—¿Y eso sería...?.

—¿Cuándo empezó?—Soltó de improvisto borrando de su rostro todo rastro de alegría—. Y no me refiero sólo a Tsuna y Enma, sino también a ti, ¿Cuándo empezaste a mirarle de esa manera?.

El prefecto guardó silencio e intentó hacerse el desentendido al comprender de qué iba aquel interrogatorio y es que el pequeño sol era más listo de lo que pensaban todos, pues al azabache nunca se le escapaba nada.

—No tengo idea de qué hablas, carnívoro.

—Si tú no lo sabes tal vez debería decirlo yo—interrumpió un tercero y toda la picardía de Reborn desapareció al notar al otro infante.

No importaba cuantas veces tuviera que verlo huir de entre sus más sucias artimañas, siempre le resultaría un acto de magia bastante divertido, Skull debería dejar de ser conocido como el odiado por los shinigami para volverse oficialmente el hombre mágico.

—Y... Ha huido, justo como los cobardes, ¿No es así, Fon?—El aludido suspiró con pesadez para mirar al recién llegado—. Pero aun así te diviertes de lo lindo, casi ignorando la precaria situación en la que se encuentran todos.

—Eso no es algo que debas juzgar tú precisamente, Verde—comentó amablemente la tormenta—. Siendo que haz pasado los últimos días experimentando con el cuerpo de Skull a tu beneficio.

El científico gruñó en respuesta y desvió su mirada en dirección a una pequeña computadora que llevaba consigo, las pruebas de su último experimento seguían siendo analizados minuciosamente, por lo que suspiró con pesadez y decidió volver al laboratorio.

—Lo que pase o no con los Vongola, Sawada, Skull y Reborn no es algo que deba importante a mi, precisamente—Murmuró mientras caminaba en dirección a la salida con su mirada fija en la máquina—. Sólo tengo interés en lo que sus vidas puedan darle a mis experimentos y conocimientos.

Reunión del D.E.RDonde viven las historias. Descúbrelo ahora