Capítulo 4.

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.LO MATARE.

—y yoooo morireeeeeeeee

—Cállate ya Astrid —me reprendió Derek como por décima vez —la maestra nos sacara de la maldita clase...

—eeeeee, si no tengo tu amooooor —seguí cantando ignorándolo, estaba aburrida, y si no me entretenía con algo, me dormiría —morireeee

—Por el amor de dios —dijo Theo, que extrañamente se sentó junto de nosotros —Miller, será mejor que la calles

—Eso intento, Elizabeth...

—¡ASTRID! —grite quejándome, de repente estuve consciente del problema en que me metí, cuando todo el salón me miraba y la maestra simplemente señaló la puerta —¡Pero solo faltan 20 minutos!

Refunfuñe, la maestra me miró como si me quisiera ahorcar y me siguió señalando la puerta —No lo diré de nuevo señorita Blair —me levante y tome mis cosas

Antes de irme mire a la maestra inocentemente —Técnicamente, no lo diría de nuevo, ya que no dijo nada; solo señaló

Y corrí, empecé a vagar por los pasillos, ahora todos estaban en clase, tal vez podría ir al patio...

Nah, mejor iría a comprar algo a la cafetería, comencé a caminar hacia allá, hasta que escuche voces en el pasillo continuo, me detuve un poco adelante de los baños, tal vez era algún maestro...

Me quede escuchando hasta que la voz se me hizo familiar

—Vamos nene —esa sin duda era la voz chillona de Gabriela, la maldita de la escuela

—¿Acaso no puedes esperar? —esa era... no, no, no, imposible

—Vamos al baño anda...

—Bueno, pero algo rápido —Maldito hijo de puta, espera... dijo, ¿baño?

Mierda, me iban a ver aquí parada escuchando, así que mejor corro, iba a correr hacia otro pasillo pero me detuve frente a la puerta del baño, quería confirmar las cosas por mí misma.

Entre rápidamente sin ver si había alguien, hasta que escuche una voz sorprendida —No se si quiero saber, pero la curiosidad es grande, ¿qué haces aquí Blair?

Antes que le contestará a Izan, escuche pasos acercándose y no pensé en las cosas, solo avente a Izan al último cubículo del baño, el más grande y cayó sentado en la taza, gracias al cielo la tapa estaba abajo, si no me mataría

—¿Astrid qué mierda? —coloque mi mochila en un gancho para bolsos que había ahí, ¿por qué había de esos en los baños de hombres?, me encogí de hombros, después averiguaría

—Cállate, y alza tus pies —aun mirándome sospechosamente hizo lo que le dije, estiró sus pies recargándolos en la pared, mire a mi alrededor para ver donde esconderme, tal vez no fue buena idea meterme aquí

La puerta del baño se abrió violentamente y de nuevo sin pensar, me avente sobre Izan colocándome a horcajadas y luego puse mis piernas alrededor de su cintura, le tape la boca con mis manos y él me sostuvo de la cintura para no perder el equilibrio, prácticamente mis piernas estaban enrolladas en todo su torso

Escuchaba suspiros y pequeños gemidos afuera, me acerque al oído de Izan y le susurre —Cállate y no digas nada, solo quiero descubrir algo... más bien confirmar

—Pareces un jodido mono así como estas —me susurro de vuelta y lo fulmine con la mirada

Iba a contestarle cuando escuche como los gemidos aumentaban —Christopher si bebé, sí —me tense

Cuestión de tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora