CAPÍTULO 1

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Sus brazos estaban acalambrados de tanto tenerlos en la misma posición desde hacía cinco horas. Sus dedos sólo se movían para apretar las teclas del teclado. Sus ojos color turquesa le ardían como si le estuvieran echando limón en ellos. Pero eso a Nicolás Dubini no le importaba, ya que estaba muy entretenido jugando a un juego de exploración arqueológica en su computadora. Este joven de tan sólo trece años, de estatura baja, pelo castaño claro tirando a rubio y tez blanca, era fanático de dicha disciplina. También le gustaba mucho la paleontología. Su pequeño cuarto estaba empapelado de pósters de Indiana Jones y Jurassic Park; tenía grandes fotografías de las Ruinas de San Ignacio y de los templos de los antiguos aborígenes americanos: los Aztecas, Mayas e Incas. Por supuesto no podían faltar las pirámides de Egipto. Tenía una pequeña biblioteca repleta de libros de historia antigua e informes arqueológicos.

El juego estaba por acabar. Sólo le faltaba completar un nivel. Nunca en su vida había jugado tan bien a ese entretenimiento. Pero la electricidad le jugó una mala pasada: se había cortado la luz. Sus gritos de rabia se oyeron a dos manzanas a la redonda. Graciela, su madre, una mujer no mucho más alta que Nicolás, rubia, de carácter autoritario pero comprensivo a la vez, que estaba preparando la cena, subió al cuarto de su hijo por las escaleras con una linterna, muy asustada, creyendo que Nicolás había sufrido un accidente. Llegó al cuarto, abrió la puerta y comenzó a explorar el lugar con la lámpara, de derecha a izquierda. El joven estaba agachado contra uno de los rincones de la pared de su recámara, sollozando.

-¿Qué te pasó, Nico?- preguntó Graciela.

-Es que estaba por terminar el juego, y la luz de mierda se cortó...- respondió su hijo.

-Primero y principal- dijo su madre, enojada -no me gusta que digas malas palabras. Segundo: ¿Tanto escombro por eso, nene? ¡Yo pensé que te habías golpeado con algo!-

-¡Y... bueno...! ¿Qué querés? Hace un montón que estoy con el mismo juego, y todavía no lo pude pasar.-

-¡Ay, Nico! Haceme el favor de levantarte del sue...-

La luz por fin había vuelto, interrumpiendo así el sermón que Graciela había comenzado para su hijo.

-Bueh... ahí volvió. Por tu bien, espero que no grites más si la luz se llega a cortar de nuevo ¿me oíste?- Dijo la señora.

-Sí, má... perdoname...- contestó el joven.

Graciela dio media vuelta y bajó las escaleras para seguir con su actividad.

Nicolás se sentó nuevamente en la computadora, la prendió y decidió entrar en internet para leer noticias sobre nuevos hallazgos arqueológicos. Buscando páginas y páginas que traten sobre el tema, encontró una en la que podía chatear con personas aficionadas a esa disciplina. Ingresó en una sala que decía "de 13 a 20 años". Escribió su nick-name -nico_jones- y abrió la ventana del programa para comenzar a chatear. Sólo había una persona. Parecía ser una mujer, ya que se hacía llamar "joven_lara".

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