Capitulo 4.

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Hola,les dejo dos capítulos que involucran a las regiones celestes,pero en dos tiempos distintos.Uno largo,y otro cortito. Gracias por leer,pronto actualizare lo que resta de ,En el principio.Cariños.



Eydis puso el libro en su regazo y acomodó una almohada detrás de su cabeza. Una semana con vómitos y nauseas,una semana languideciendo sin fuerzas para nada. Y una semana en la que no había leído ni una sola hoja de su libro preferido. Había sido una semana aburrida,salvo por una inesperada visita.

Dos días antes habían golpeado su puerta y él lenta,muy lentamente había atendido. Se sorprendió y se aterró un poco al verla, pues el último capitulo que había leído, la había retratado como un ser de crueldad, y vileza. Un poco Eydis se asustó, por él ,y su bebé,más bien mucho.

-Hola Eydis,te traje esto,sales revitalizantes, las envió Ulka,con sus mas cálidos saludos...No soy su asistente, solo le hago un favor a ese idiota...Esta varado en Neptuno, por tratar de entrar ilegalmente...Es una suerte que no lo haya acompañado-todo eso le dijo Lumiel de un tirón.

-G-gracias-respondió él,algo titubeante, y algo tartamudo.

Ella lo miró y lo supo.

-Lo que leíste es de antes,ahora cambie...No soy "El Cambio"...pero soy muy distinta a quien era...Eydis,no me juzgues por mi pasado-.

Tenia razón,la estaba juzgando. Eydis se arrepintió al momento.

-Dsicúlpame...Todos merecemos una nueva oportunidad-le aseguró- Y dime¿Como termino?-Lumiel frunció el ceño-Tu historia con aquel ángel...el de las alas plateadas-.

Lumiel sonrió,una sonrisa que le iluminó la cara.

-Nos reencontramos,lo tuve,lo perdí,se casó con otra...¡Y el imbécil nunca me dió un beso!-le resumió, terminando en un soplido-.

-Oh...Quizás no estaba escrito...quizás no eran el uno para el otro-le planteó él, intentando confortarla.

-Quizás-le concedió ella, comenzando a marcharse,pero antes de hacerlo,lo volvió a mirar para agregar -Pero somo eternos,y de algo estoy segura...no veré la muerte sin probar esa boca-.

Eydis comenzó el cuarto capitulo, decidiendo que la ángel pelirroja le agradaba.




Ziloe suspiraba mirando por la ventana,se sentía triste y cansada,sin hallar para su sentir una razón ¿O era más bien que las que tenia no eran nuevas?¿Que las razones de su pesar ya le eran rutinarias?¿Que la pena estaba tan arraigada a ella,que parecía ya ser parte de su ser?

Suspiró de nuevo.¿De que valían sus quejas si sabia que nada iba a cambiar?Si ser quien era, era una bendición tan grande que había llegado a maldecirla.

En el haber de su vida ya contaba siglos, debería sentirse feliz por tener una existencia tan longeva,pero no hallaba motivo para tal regocijo,pues cada uno de sus días, solo esta lleno de soledad, de desconocimiento,de nada.

Respiró hondo y decidió dirigirse a la cocina del templo,sabia que Yuka se encontraría allí a esas horas. Necesitaba su permiso,pues él era uno de sus cuidadores, para salir al exterior.Solo le permitían unos minutos diarios, eso si no había alguna noticia que redoblara la vigilancia, manteniéndola dentro del monasterio por semanas,y duplicando la custodia.

Caminó lento los extensos pasillos de piedra,austeros e inexpresivos, grises,fieles reflejos de la vida que Ziloe vivía.

Al llegar a la enorme puerta,tocó despacio. Esta se abrió segundos después, revelándole el impávido rostro sereno de Yuka.

Crónicas Angelicales.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora