Después de mucho tiempo les dejo otro capítulo. Les pido disculpas por la colosal tardanza.
-Uno solo-musitó Miguel-Solo un justo en dos ciudades completas.
Gabriel y él iban camino a una misión. Descendían zigzagueando entre las nubes, buscando con la mirada las antorchas encendidas, y con el oído el bullicio típico de aquellas ciudades prósperas y libertinas.
Las pudieron reconocer a la distancia, Sodoma y Gomorra, las dos ciudades condenadas.
-Bajemos en las afueras-indicó Miguel- Debemos ocultar nuestras alas y cubrir nuestros rostros antes de entrar.
Gabriel, como era su costumbre, obedeció sin cuestionar nada. Aun así Miguel pudo percibir cierta inquietud en el arcángel que lo acompañaba, cierto nerviosismo.
Cuando los dos ángeles estuvieron listos se encaminaron a paso lento y sosegado hacia las puertas de entrada. Los dejaron ingresar sin problemas, curiosos, y eso saltaba a la vista, por sus destacables alturas y sus portes soberbios. Si hubieran conocido la razón de su visita la historia hubiera sido muy diferente.
Una música festiva y estridente les dio la bienvenida. En las calles, aun a esas horas de la noche, la gente bailaba y se divertía, bebía y celebraba, ajenos a la sentencia que pendía sobre sus cabezas; a Miguel le dolió ver entre los pobladores tantos ancianos y niños.
-No debatiré la orden dada-le dijo Gabriel, deteniéndose abruptamente-Nunca lo hago y lo sabes, pero...dime la causa, Miguel. Solo necesito conocer la razón para poder aquietar mi alma.
Miguel suspiró. Su pedido era comprensible, el Padre solo le había compartido a él los motivos de su drástica decisión, pero él creía que Gabriel también merecía conocerlos.
Dio dos pasos acercándose a él. Posó una de sus manos sobre su hombro.
-¿Tú cual crees que es?-le preguntó. Lo hacia porque a sus oídos habían llegado algunas especulaciones.
Gabriel se mordió el labio inferior. Su respuesta fue algo vacilante.
-En los Cielos decían...decían que era por el pecado sexual. Por uno en especifico que se salió de control. Mujeres que se echan con mujeres, hombres que se echan con hombres.
Miguel asintió, era la respuesta que esperaba.
-Hay ciertos limites puestos por nuestro Padre para el disfrute del amor carnal. Él los estableció en las tablas escritas por su propia mano. Los conoces; la unión entre hombre y mujer solo debe ser dentro de la santidad el matrimonio; fuera de eso lo demás es pecado. Pero aun así, en su gran misericordia él perdona a los que por impaciencia o afecto adelantan los tiempos estipulados. No es mayor la falta por tratarse de dos hombres o de dos mujeres. Ese no es el gran pecado de esta gente, Gabriel.
Gabriel frunció el ceño. Se lo veía bastante confundido y Miguel no quería embrollarlo más.
-¿No lo es?-preguntó-Creí que si, pues es antinatural la unión entre dos de un mismo género.
Él dejo salir el aire lentamente. Eligió sus palabras con cuidado.
-El amor no conoce de géneros, Gabriel. No se ama con la carne sino con el alma. El corazón no distingue entre sexos ni razas. Ama el interior, lo que no se puede ver, lo que no puede diferenciarse. Pero...el Padre es el Padre. Sus leyes son sus leyes. Lejos esta de mi poner en duda sus palabras. Lo que te acabo de compartir es solo mi experiencia personal, solo eso.
Ambos se miraron a los ojos por un momento. Este tema le hería a Miguel, lo entristecía demasiado. Creyó ver en los ojos de Gabriel un atisbo de entendimiento antes de que siguieran caminando.
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Crónicas Angelicales.
RandomCrónicas son relatos. Historias plasmadas en papel, dándoles la facultad de perdurar para siempre. Estas son de ángeles, de seres sobrenaturales que algunos piensan no existen, o son solo personajes de leyenda. Pero no es así...sus anécdotas dan fe...