2.- Fiesta

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Al caer la novena luna del año llegaba la fiesta de cumpleaños de la pequeña princesa, la cual era una fiesta muy importante para el pueblo, llegaban al castillo personas de todas partes del continente; artistas, comandantes de guerra, gente de la nobleza de otros reinos, gente del status social del Rey. Cada año la celebración era aún más espectacular.

Se ordenaba el gran salón para la ceremonia, esto tardaba mucho tiempo en hacerse, por lo que el mayordomo estuvo muy ocupado los últimos días.

Durante la espera, los Reyes estuvieron muy ocupados preparando la fiesta, durante la semana muchas personas entraban y salían del castillo y los sirvientes iban y venían con cajas y bolsas.

Por otro lado la princesa tenía mucho tiempo libre, los maestros no acudieron durante esa semana. Sin embargo la princesa se aburría mucho, no encontraba que hacer, buscaba la manera de espiar al joven mayordomo que tanto la llamaba la atención. Aunque era bastante difícil su atención, de momentos a otros, el chico debía cruzar todo el castillo, era difícil de encontrar.

El día de la fiesta fue muy extraño para la pequeña princesa, su madre fue a despertarla con un desayuno muy voluminoso. Traía una bandeja con postres de todos colores.

Minutos después llega el padre con una torta muy bien adornada y unas velas con los números '1 2'. A la par le desearon feliz cumpleaños, y después de minutos de charlas y risas dejaron a la princesa vestirse y el ajetreo empezó nuevamente, esta vez más agitadamente.

Luego de la hora del almuerzo empezaba oficialmente el cumpleaños, hasta ahora la princesa y el mayordomo aún no se habían encontrado, este estaba aún más ocupado en las partes más alejadas del palacio y a la pequeña le desesperaba esto más lo otro.

Los invitados llegaban poco a poco, sin embargo, la futura reina no les conocía, para ella solo eran viejos con bigotes extraños. Pasada casi 2 horas el salón ya albergaba más de 50 personas que reían y charlaban.

Poco después uno de los sirvientes anuncia el inicio y la música comienza a sonar.

En el centro del salón se encontraba una mesa repleta de dulces y postres, formaba una especie de arco iris con tantos colores y formas. Pasar por al lado era una experiencia única al sentir tantos aromas distintos.

Aunque a pesar de aquello pareciera que estuvieran sólo de adorno, ya que nadie se atrevía a probar aquellas extravagantes comidas.

La luna ya caía y mientras más invitados llegaban más aumentaban las ansias de la princesa por encontrar al mayordomo, tanto fue que decidió escaparse de su propia fiesta y salir en su búsqueda.

Tardo varios minutos en recorrer el gran jardín delantero, a pesar de los cientos de faroles, había tantos adornos y árboles que tuvo que revisar cada metro del lugar. Al haber acabado y no haberlo encontrado sintió una gran angustia. Lo único que de verdad podría haber hecho especial este día era su presencia.

De pronto se sobresaltó y partió corriendo al patio trasero donde aún no había buscado, cruzó por los costados del castillo y lo divisó a lo lejos.

El mayordomo se encontraba sentado al borde de una gran pileta, tan grande que el reflejo de la luna se podía ver perfectamente, sobre todo esta noche la cual era más grande y redonda.

-La luna protege nuestro sueño.- decía en voz baja de manera nostálgica recordando a su madre.

Desde siempre, vez que tenía tiempo, el joven se arrancaba a los jardines para admirar la luna y las estrellas, sobre todo ahora que su madre ya no estaba, el sentía su presencia en la blanca luna.

La princesa tardo mucho tiempo en darse valor para acercarse, él no la veía puesto que estaba de espaldas. Tiritando pero muy decidida se acercó y se sentó junto a él.

Hilo RojoWhere stories live. Discover now