Capítulo 1.

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Una foto de Daniel en multimedia <3

1-

La gala acababa de comenzar. Los fotógrafos y los periodistas se agolpaban terriblemente en la entrada al enorme edificio donde se celebraba la entrada de los premios esa noche.

—Bienvenidos al más esperado evento solidario del año, ¡los Angeles Awards! Estamos aquí, en el Gran Teatro de San Francisco, donde esta noche han acudido las estrellas nacionales e internacionales más reconocidas del momento —narraba Sarah Hills, periodista enviada desde el canal cinco.

Hacía una bonita noche de verano, muy cálida, y los fans se encontraban en el paseo a la puerta, pegados a las barreras, esperando para poder ver a sus mayores ídolos.

El cámara enfocó hacia todas partes, mostrando el barullo que había montado. Después volvió a dirigirse hacia su compañera, Sarah, que llevaba un precioso vestido color azul marino, a juego con sus ojos. Sarah llevaba cerca de veinte años retransmitiendo ese tipo de eventos junto a Donald.

—Como ven, está a punto de comenzar. Algunas estrellas de la música y el cine ya han comenzado a llegar: hemos visto entrar a Lily Collins, Josh Hutcherson, Lady Gaga, Orlando Bloom, Chris Evans y Adam Levine entre muchos otros. —De pronto se sobresaltó, cuando una limusina paró frente a la alfombra azul que recubría el suelo (ese era el color oficial de los Angeles Awards) y una muchacha rubia bajó, del brazo de un joven moreno y atractivo— ¡Aquí tenemos a Taylor Swift, acompañada por un misterioso desconocido!

La cantante caminó por la alfombra, saludando hacia todas partes, con timidez.

—Esta noche va a ser inolvidable, recordad mis palabras —dijo Sarah, antes de finalizar la conexión durante unos minutos.

—Madre mía, la gente está como loca —comentó el cámara, Donald, mirando a su alrededor.

Todos los fans gritaban y reían, como si ellos ya tuvieran su propia fiesta sólo con la presencia de todos allí, en la puerta del Gran Teatro.

—Es lo que tiene este mundo. No envidio a los famosos, seguro que no son capaces de ir al baño sin que haya cámaras hasta en el lavamanos.

Donald soltó una carcajada.

—¿Te has enterado de la última aventura de Sky Gideon?

Sarah soltó una carcajada.

—No me lo puedo creer, Donald. ¿Por qué tengo la impresión de que estás cotilleando?

—Lo estoy haciendo, pero sólo en esta ocasión. He oído que robó unos zapatos de tres mil dólares, o bueno, más bien intentó robarlos. ¿Por qué lo haría? Ella ya tiene todo el dinero del mundo...

—Está claro que no pretendía robarlos de verdad, Donald. Quería llamar la atención.

—¿Y por qué?

Sarah puso los ojos en blanco un momento, Donald no se enteraba de nada. No tenía ni idea de cómo funcionaba el show business.

—Sky sabía que se darían cuenta de que estaba robando los zapatos. Eso hace que todo el mundo hable de ella y así consigue hacerse más famosa y, ya de paso, darle más popularidad a su serie.

—Pero eso quiere decir que todo el mundo pensará que es una delincuente.

Sarah sonrío jovialmente.

—Yo creo que no le importa lo que piensen. O al menos eso demuestra.

Donald quiso responder a su amiga, pero la periodista se giró un momento y vio que una nueva limusina llegaba. Se arregló el largo vestido azul con rapidez.

—¡Graba, graba! —sonrió ante la cámara y comenzó a hablar de nuevo—. Está llegando el que, definitivamente, es el cantante más esperado esta noche: ¡Daniel Jones, que con tan solo veinte años ya ha conseguido millones de fans!

Daniel se bajó de la limusina y entrecerró sus preciosos ojos verdosos cuando un millón de flashes lo deslumbraron. Definitivamente eso era lo que peor llevaba de ser famoso: ser el centro de atención siempre. El muchacho vestía un traje informal negro y había optado por no peinarse su cabello oscuro. No quería ir demasiado arreglado.
Caminó lentamente entre la gente, sonriendo tímidamente a los fans. No tardó en ver un cartel dirigido a él, ponía: "Daniel Jones, ¡serás el padre de mis hijos!" No pudo evitar sonreír al leerlo. Le parecía increíble que alguien pudiera decirle algo así sin conocerle. Si todas esas chicas conocieran sus defectos, sus carencias, ni siquiera estarían allí gritando su nombre.

Aunque lo agradecía, en cierto modo le reconfortaba saber que alguien le apoyaría cuando todo estuviera mal. Aunque no le conocieran.

—¡Está solo! —casi gritó Sarah, retransmitiendo la entrada al teatro de Daniel James—. ¡El joven cantante se ha presentado a la entrega de premios él solo! Intentemos hablar con él.

Sarah se abrió paso entre los demás y corrió hasta llegar a donde Daniel se encontraba, al otro lado de la barrera.

—¡Daniel, Daniel! ¿Puedes responder a un par de preguntas?

El joven se giró y, amablemente, se dio la vuelta de su trayectoria para acudir a hablar con la periodista.

—Claro —le dijo a la mujer.

—¿Dónde has dejado la guitarra? —preguntó Sarah, provocando una carcajada en Daniel.

—No me han dejado traerla, mi madre me la ha quitado de la espalda justo antes de subir a la limusina.

No era la primera vez que Sarah entrevistaba a Daniel, por lo que ya estaba acostumbrada a sus respuestas amables y sencillas. Él era un chico que hechizaba a la gente con su música y los encantaba con su personalidad.

—¿Y dónde has dejado a tu princesa? —Sarah sonrió pícaramente, sabiendo que esa era la pregunta que todo el mundo esperaba.

Daniel sonrió tímidamente, mirando al suelo.

—Imagino que estará en la torre más alta de algún castillo, no habrá querido bajar las escaleras para acompañarme.

—Ya lo han oído —Sarah comenzó a hablar hacia la cámara—. Si la princesa de Daniel Jones está por aquí, que no dude en venir corriendo, antes de que cierren las puertas.

Daniel rió y se despidió de Sarah con la mano, después siguió caminando y entró al teatro.

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¿Qué os parece? ¿Queréis seguir leyendo? Muy pronto tendréis el capítulo 2. ¡Mil besos!


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The show business.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora