Uno: Prólogo

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A/N Hey! Otro fanfic que empiezo sin terminar ninguno de los otros 8'D Bueno, en esta ocasión les traigo fluff Victuuri, hurt/comfort OtaYuri y drama con mis OCs (?) x'D Esta historia no contiene mpreg, así que si es lo que estabas buscando puedo decirte que... no sé si deberías dejar de leer, pero sólo puedo asegurar que hay mucho fluff con respecto al embarazo ^^ la subrogacia, en otras palabras, es alquilar un vientre.La idea nació en base a otro fanfic que leí hace tiempo de otro fandom, yo por mi cuenta lo modifiqué hasta obtener un resultado que me agradó bastante, así que espero que les guste tanto como a mí ♥

Observaba cómo su amante se deslizaba en el hielo acompañando una figura más pequeña que él, cómo le explicaba, lo guiaba, sus manos en guardia a cada lado del niño para evitar que se cayera, la manera en que lo congratuló cuando logró deslizarse por sí mismo exitosamente. Yuuri era un excelente profesor de patinaje, y Victor no podía estar más orgulloso... Sin embargo no podía dejar de pensar en sus frecuentes cambios de humor una vez que salía de la pista: en esta se lo veía concentrado, entusiasmado, y Victor adoraba la sonrisa que Yuuri dibujaba en su rostro cada vez que uno de sus pequeños estudiantes lograba algo gracias a su ayuda, mas al volver a su casa su actitud cambiaba, se volvía distante, hasta podría decirse, por su expresión, que el japonés se sentía angustiado por algo... Y Victor creía saber por qué.

-Cielo...~ - El ruso acarició la pierna de su esposo cariñosamente, atrayendo su atención -Lo hiciste muy bien hoy.
Yuuri esbozó una sonrisa taciturna en su rostro.
-Gracias -Fue su única contestación.
El semblante de Victor se distorsionó, decepcionado por su tan cortante respuesta.
-¿Pasa algo, cariño? -Preguntó con cierta preocupación en su tono de voz.
-No, no -Respondió su esposo, intentando calmarlo, sin embargo el suspiro que soltó a continuación no logró el efecto deseado -Sólo... Sólo estoy algo cansado, vayamos a casa, ¿sí? Haré ratatouille esta noche -Informó con una débil sonrisa.
Victor se limitó a encender el motor del auto con un semblante serio en su rostro.

Yuuri y Victor vivían en un espacioso apartamento antiguo en el lujoso barrio de Kensington, en Londres. Se habían casado allí debido a las leyes y condiciones sociales en sus países de origen; aunque eso no significaba que de tanto en tanto no visitaran a sus respectivas familias en San Petersburgo y Hasetsu (demás está decir que la familia Nikiforov no estaba para nada contenta con el matrimonio de su único hijo).
La casa era un edificio de época eduardiana con dos apartamentos, en uno vivían nuestros queridos Katsuki-Nikiforov, y en el otro residían los Berger, una pareja anciana la cual estaba casada dese hacía ya más de cincuenta años. En ocasiones traían a sus nietos, los cuales jugaban con Makkachin mientras su abuela les cocinaba galletas y Yuuri preparaba algo de té saborizado, o a veces jugaban a lanzarse el balón, y este caía en el patio de Yuuri y Victor, este último se los devolvía con una sonrisa paternal en su rostro y les advertía que jugaran con cuidado. Victor y Yuuri en secreto soñaban con ser como sus vecinos algún día, a pesar de que nunca habían tocado el tema de tener hijos por más que estuviesen casados desde hacía dos años. Hasta ahora...

-Yuuri~ -Victor abrazó a su esposo por detrás, Yuuri se encontraba cortando las verduras en ese momento.
-¿Sucede algo, cariño? -Le preguntó, dejando la acción debido a que los brazos de su esposo le imposibilitaban cortar correctamente.
-He estado pensando... ¿No crees que esta casa es un poco grande para nosotros dos? -Respondió, su tono de voz era inocente, pero Yuuri lo conocía bien y sabía que estaba tramando algo, muy probablemente mudarse a una casa aún más grande o adoptar otro perro.
-¿Qué quieres decir con eso? -Volvió a preguntar.
Era cierto que a pesar de vivir en un dúplex, esa casa era demasiado amplia. Tenía nueve habitaciones, de las cuales cuatro estaban completamente vacías, las otras cuatro estaban reservadas para invitados, también contaba con dos salas de estar, un estudio, una sala de juegos cruzando el patio y dos comedores, uno para cenas formales y otra para comidas regulares, tres baños más los que venían con las habitaciones en-suite, una lavandería y una cocina con estantes de vino de las mejores cosechas (ya que Victor era un bebedor habitual).
Victor soltó a Yuuri para colocarse a su lado, el japonés volviendo a su labor.
-¿No crees que deberíamos llamar a una madre sustituta pronto?
Esa frase provocó que la mano de Yuuri (la cual sostenía el cuchillo) se desviara en sorpresa y rebanara la esquina de uno de sus dedos.
-¡Ay! -Gritó en dolor.
-¡Yuuri! ¿¡Estás bien!? -Victor tomó su mano inmediatamente para examinar su extremidad, llevando el dedo índice hacia su propia boca al ver el pequeño corte que emanaba sangre.
-S-Sí, pero... -Repentinamente, el ceño del japonés se distorsionó -¿P-Por qué haces ese tipo de bromas? ¡No es gracioso! ¡Me asustas! -Exclamó, alterado.
-¿Broma? ¿Qué broma? -El ruso abrió ampliamente sus ojos -Oh, no bromeaba cuando mencioné lo de la madre sustituta -Dijo con toda naturalidad.
El rostro de Yuuri palideció al oír aquello.
-Victor... No puedes estar hablando en serio.
-¿Por qué no? He visto cómo tu rostro se ilumina cuando hay niños cerca tuyo -Alegó -Pensé que te gustaría tener un pequeño o una pequeña correteando por la casa.
-Lo sé, pero... Ugh, es más que eso, Victor -Comenzó -Un niño no está sólo para darle cariño, requieren de mucha atención y paciencia, hay que invertir mucho dinero en su educación, y Dios, ¿cómo entenderá que tiene dos padres en vez de una madre y un padre? -Sacó el tema que no debería haber sacado... Sin embargo Victor no pareció preocuparse por ello y se limitó a encogerse de hombros.
-No escuché un no -Fue todo lo que dijo, con una sonrisa altanera.
Yuuri se llevó ambas manos hacia sus mejillas y sonrió entristecido.
-Es cierto que sería bonito ser padres... Pero no creo que podamos ser la familia más funcional para un niño... -Su rostro se obscureció, Victor lo tomó del mentón para mirarlo a los ojos, aún con una sonrisa esperanzadora en su visaje.
-Yuuri, amor... No hay padres ni familias perfectas, tampoco hay manuales que te enseñen a criar a un niño, si realmente queremos tener un hijo, lo único que importará al final es darle una vida sana y feliz -Las sabias palabras de Victor nunca cesaban de sorprenderlo.
El japonés sonrió, esta vez expresaba alegría y determinación.
-Bien, entonces... ¿Averiguamos mañana por la madre sustituta? -Preguntó Yuuri mientras frotaba la mejilla de su marido.

Eran ya las dos menos cuarto de la mañana y Yuuri no podía dormir de la emoción, daba vueltas en la cama tratando de no despertar a Victor y suprimía chillidos de felicidad. De tanto en tanto se preguntaba cómo reaccionaría cuando el bebé ya estuviese allí, si recién entonces estaba insomne por la decisión que había tomado junto con su esposo.

-¿No puedes dormir? -La mano del ruso acarició sus mechones azabache.
-No... -Respondió dándose la vuelta, viendo su rostro -Lo siento si te desperté... Es que estoy muy eufórico.
-Tranquilo, yo tampoco puedo dormir -Victor tomó su mano y besó los nudillos ajenos tiernamente; se veía hermoso bajo la mortecina luz lunar, aún cuando ya habían estado casados por casi dos años, Yuuri no podía evitar en ocasiones estremecerse a causa de la belleza de su marido.
-¿Cómo crees que será? -El japonés se acomodó entre las sábanas de tal forma para quedar boca arriba, con una enorme sonrisa en su rostro y contemplando el techo, imaginando el día en que su retoño estuviese finalmente en casa.
-No lo sé, me gustaría que estuviese sano.
Ay, no... Yuuri había olvidado ese pequeño y aún importante detalle. Tanto pensar en posibles rasgos, personalidades y porvenires lo había llevado a dejar de lado lo más importante: que el bebé estuviese sano. Porque no iba a quererlo menos si nacía con dificultades, pero la salud facilitaría la mayor parte de las cosas, además, no lo soportaría si algo malo le sucediese...
-¿Hmm? ¿Por qué te quedase tan callado? -Victor se alarmó al no oír respuesta alguna.
-¡N-Nada! -Yuuri no pudo evitar sentirse azorado, nuevamente metía la pata...
-Oh... -El ruso sonrió, conocía bien a Yuuri y lo que pensaba cuando estaba fuera del hielo, a pesar de siempre actuar como si fuese un inconsciente; sabía bien que el japonés no tuvo en cuenta el tema de la salud del bebé, pero decidió pasarlo por alto, ya que también sabía que estaba ocupado pensando en otras cosas -Hey, ¿no te parece que esto hay que celebrarlo...? -Preguntó, su tono de voz repentinamente volviéndose más persuasivo y seductor, acariciando el abdomen de su esposo cariñosamente, quizás demasiado.
-... -Yuuri se azoró un poco, pero casi inmediatamente se dio cuenta de lo que Victor le estaba pidiendo, y entonces sonrió en complicidad -¿Sí? ¿Cómo quieres celebrarlo, danna-sama?
Victor se mordió el labio, Dios, adoraba cuando lo llamaba así... Y esa mirada pícara junto a su sonrisa traviesa estampada en su divino visaje asiático lo encendía, quería tomarlo nuevamente, hacer que esta vez fuese la más memorable de todas.
El cuarto ya se había llenado de respingos y gemidos sofocados, el ruso se hallaba -metafóricamente- devorando la boca del asiático, acariciando cada centímetro que su tersa piel le ofrecía, friccionando sus caderas contra las de su esposo... Cuando sorpresivamente el timbre sonó, interrumpiéndolos.
-Son las dos de la mañana -Yuuri se quejó, la repentina estridencia lo había enfriado por completo- Y está nevando... ¿Quién podrá ser?
-Iré a ver -Victor se levantó de la cama y tomó un albornoz del walk-in closet, se lo colocó y besó a Yuuri en el cabello.
-Ve con cuidado -El japonés advirtió, sonriendo mientras su mano acariciaba el punto de su cabeza que había sido besado.
Quizás eran simplemente un grupo de borrachos que jugaba a tocar el timbre de las casas para luego echarse a correr, si ese era el caso, podrían retomar donde lo habían dejado...

Victor bajó las escaleras cuidadosamente, ya que no quería despertar a Makkachin, quien dormía en una especie de habitación improvisada exclusivamente para él. Se hallaba contigua al comedor formal de la planta baja, y nunca escuchaba cuando alguien llamaba a la casa, menos aún si estaba dormido, pero esta vez fue la excepción. Makkachin apareció entre las sombras del arco que llevaba a la primera sala de estar. Extraño. El perro sólo venía a recibir a las visitas cuando reconocía su olor.
Victor encendió la luz del hall de entrada y echó un vistazo por la mirilla antes de abrir. Sólo pudo ver una cabeza rubia al otro lado... ¿Podría ser...?
Destrabó la puerta y muy para su sorpresa, se trataba exactamente de la misma persona quien tenía en mente.

-¿Yurio?    

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⏰ Última actualización: Jan 28, 2017 ⏰

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