Ji Guang-Hong

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Guang se queda con la vista fija en el plato de comida que está frente suyo.  El humo que en un momento anterior salía de éste hace ya más de diez minutos que desapareció.  Al menos, Guang no puede verle, o tal vez, sus ojos están en un punto más allá del objeto. Quizás,  piensa,  que están tan perdidos como él mismo lo está.

Su mente está volando.
Tiene la cabeza puesta en un mundo que él aún no se atreve a conocer. Y para Guang sería bueno permanecer allí,  tal vez para siempre.

— ¿Vas a comer algo? — Su madre, quien aparece por la puerta de la cocina, le pregunta — Han pasado más de veinte minutos, amor.  

Guang niega, sus cejas se juntan y él tira de su plato alejándolo aún más. Una de las cosas que el odia,  principalmente,  es el revoloteo constante que le han estado dando durante las últimas dos  semanas.

Se levanta y camina a su habitación,  mientras lo hace piensa, piensa en todas las cosas que han cambiado durante los últimos cuatro meses en su vida.  El como han desaparecido aspectos a los cuales él antes se aferraba con fuerza.  
Meses antes, en Junio, Guang solo era un chico normal de dieciséis años que caminaba por las calles bajo el sol de Hong Kong. Ahora, en pleno Noviembre, allí estaba encerrado en su habitación,  mirando el cómo las gotas de lluvia caían, firmes y constantes. Viendo el cielo gris lluvioso que cubre la ciudad de Denver. 

La lluvia es algo que le sobrecoge por la manera que tiene de evocar recuerdos dolorosos en su cabeza.  Guang piensa que es semejante a un huracán por la manera en la que destruye toda la calma temporal que logra construir.  

Él también piensa en sí mismo como un punto de inestabilidad. No hay otra manera en la cual él pueda sentirse.  Es el punto fijo justo al medio de un desastre. 

Guang desearía envolverse dentro de las sábanas en su cama y no ser molestado por nadie. No por lo menos hasta que su padre aparezca de nuevo. 

Él sabe que es algo imposible. 

Guang-Hong más que nadie sabe que es algo que él solo puede imaginar en sueños.  
Y torturar de mil formas su conciencia. 

Con las sábanas cubre hasta sus ojos al momento de sentir un suave golpeteo en su puerta.

— Guang, soy Leo — Él lo sabe, puede reconocer la voz de su único amigo en Estados Unidos. — ¿Puedes abrir? 

El pequeño lo duda por un momento. 

— Vete a la mierda. — Dice, siendo incapaz de reconocer su propia voz. Es la primera vez que dice más de una palabra. 

— Sabes que no voy a hacerlo.

¿Por qué?  ¿Por qué te molestas en hacer todo esto? 

Guang-Hong limpia las lágrimas que antes habían caído por su cara. 

— Sabes que no voy a dejarte solo.

Yo voy a hacerlo.

Él nota que hay algo diferente en la voz del moreno, que hay algo que ha cambiado.

Y sí,  él se responde. Las cosas han cambiado,  y definitivamente,  nada va a ser lo mismo a momentos anteriores.

Algo dentro de Guang-Hong cambió para siempre.

Cuando se acerca a la puerta, se apoya en ésta y suelta un gran suspiro. Está tan malditamente inseguro, y tan jodido de miedo.

Y es que todo lo que me rodea se pudre.
Soy como un virus. 

Los ojos oscuros de Leo le miran atentos, brillando. Y lo siguiente que él siente son los brazos cálidos del otro rodeándolo, apretando justo en el lugar indicado. Guang piensa en eso como algo que necesitaba. 
Leo era cálido,  como un sol en una mañana de primavera.
Era una de esas personas que solo encuentras una vez, y de las que no se regresa. Guang había estado sintiéndose afortunado de conocerle. Y había estado sintiéndose miserable por la decisión que había tomado.

— ¿Has estado bien? ¿Has comido bien? Dime que has visto tus lindos ojos en el espejo y has notado lo triste que lucen estos.

— Voy a regresar a Hong Kong. — Le dice,  y Leo busca algo en su mirada que le diga que es una broma, sin embargo, no hay más que lágrimas brillando — No hay algo que me haga cambiar de opinión.

— ¿Va a ser así después de todo?

— Lo será,  Leo. Aquí solo quedan lágrimas,  no quiero eso, déjame pensar en mí,  por una vez después de todo este tiempo.

Leo aguanta el aire, y luego lo deja ir todo a un ritmo despacio. Con sus dedos quita el cabello castaño de Guang  de su rostro cubierto de pecas.

Los ojos marrones y bonitos de Guang le miran atentos. Esperando algo que deseaba desde hace ya bastante tiempo.

Pero Leo solo baja hasta su hombro, dejando su cabeza sobre éste. 

Guang lo sabe.
Y Leo también lo sabe.

Entonces el más alto le  susurra lo mucho que le quiere. 

¿¿ :D ??   ¿por qué soy así?  no lo c.
¿Qué onda con este Guang? Tampoco lo c.

No podía ignorar a mi otra shipp💕 (Aunque sea todo corto y raro)  si hay algun error, perdón. Escribí todo desde mi celular.  

Whisper It [LeoJi] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora