Guang recuerda odiar el clima estadounidense. Las gotas de lluvia caen infinitas a su alrededor y el sonido hace eco dentro de su cabeza. Está aterrado y no puede demostrar lo pequeño que se siente. El alza su vista y esta se ve cegada por el blanco de las paredes . Guang sonríe, perfecto, inalcanzable.Camina alrededor del set, posando a diferentes ángulos. Luego, mira a cada de las personas dentro de la sala de forma superficial. Él ama la mirada sobre su cuerpo, ama la forma en la cual esos montones de ojos parecen adorar las facciones en su cara. Ama la manera en la cual se vuelve el centro del universo, él está allí , justo en lo alto siendo un objeto de apreciación.
Un objeto.
Guang odia las risas distorsionadas burlándose de él dentro de su cabeza. Odia el salto que ocurre en su ritmo respiratorio y odia el mareo que sigue en los segundos posteriores.
El aprieta sus manos y siente rechinar sus dientes, hay un momento en el cual se derrumba y su imperio, ese montón de mentiras en las cuales se alza, cae a pedazos bajo sus pies. Leo lo nota, y sus miradas se conectan otra vez por segundos. El claro de su mirada se ve absorbida por la oscuridad en los ojos de Leo. Él quiere saber que hay detrás de eso, qué fue del chico castaño después de tanto, sin embargo, su parte cobarde termina victoriosa y rehúye de la mirada del chico en el otro extremo de la sala. Guang siente su corazón ir a mil, siente sus piernas fallar y otra vez, un vacío hace doler su pecho. Sacude sus cabellos y sus ojos vuelven a enfocar, él es un pedazo de arte, se dice, intentando creer la razón que hay en sus palabras.
—Suficiente. —escucha la voz del director exclamar. —Eres precioso, Guang. Llegamos al final por hoy. Puedes irte a descansar.
Guang suelta todo el aire que contuvo en los últimos segundos, y un montón de peso parece abandonar su cuerpo.
—Hay un montón de tomas increíbles. —Leo comenta con una sonrisa enorme en su cara, igual de bonita como Guang recordaba. —El niño Ji es asombroso y muy bonito.
Eso lo dice al final y Guang solo puede ver a Leo abandonar la sala, él tiene ganas de estirar su brazo y tomar la muñeca delgada del otro y soltarle todas las preguntas que tiene para él. Hay un intervalo en el cual parece no razonar y se siente perdido. Hay una sonrisa triste que nace en sus labios y decora el cuadro lúgubre que es su rostro.
Leo lo llamó el niño Ji, y era triste. No porque Guang esperara que él pudiera reconocerlo después de tanto años, era tonto idealizar de esa manera, incluso él lo sabía. No podía vivir en la fantasía que fue su adolescencia y en el fugaz amor que le tuvo a Leo para siempre. Era triste porque había una pequeña palabra que Guang había dejado de utilizar hace mucho.
El no era el niño Ji. Nunca volvería a ser el pequeño de los Ji incluso. ¿Había, de hecho, una familia que pudiera estar apellidado Ji?
—¡Guang!.
Siente los brazos de Isabel rodearlo, serpenteando por su cuello, luego se encuentra con los enormes ojos de la chica, tan brillantes y curiosos.
Tan bonitos. Guang sonríe.
¿Había alguna manera de que pudiera terminar perdidos en ellos? Guang piensa que quizás no sea una mala idea.—¿Quién es el niño más precioso del mundo? — le escucha preguntar. Él niega todavía divertido.
—No soy un niño, Isabel.
— Y bueno —vuelve a decir animada- No estaba hablando de ti.
Ella le enseña la lengua.
Guang está perdido, y los ojos brillantes y enormes de ella parecen un buen refugio.
Guang puede odiar muchas cosas, pero ama el haber conocido a Isabel.
Había algo que no encajaba dentro de todo el circo que Guang estaba montando, Leo suspiró, últimamente lo hacía mucho. Leo siempre había sido muy bueno en una cosa; intuición. Y algo en cabeza le gritaba que corriera hacia el de pecas y apretara su diminuto cuerpo entre sus brazos. Incluso casi lo había hecho. Él castaño recuerda el primer día que lo vio caminar por el pasillo directo a su sala ¿era Guang? Claro, Leo no podría confundirlo. Más que eso Leo sabía que cada detalle del otro era muy difícil de olvidar, Leo recordaba cada una de sus pecas, la curva de su boca la manera que tenía Guang de mirar.
Leo recuerda haber querido correr hacia él esa vez, sin embargo, mantuvo su mirada en el ordenador y sus ojos fijos en la pantalla editando, suspiró mientras intentaba concentrarse en el trabajo. No quería que los recuerdos le molestaran, ni mucho menos quería ver a Guang, no porque estuviera enojado con el de Hong Kong, Leo había superado esa etapa hace mucho, es solo que Leo creía que debía enfocarse en lo que realmente necesitaba y en su vida no había espacio para Guang y los recuerdos dolorosos que traía consigo.
Leo se recostó contra una pared, apoyándose. Había caminado unos pocos metros de la sala y llenó sus pulmones de aire. Tenía las manos temblando y el corazón corriendo un maratón. Leo no podía dejar de pensar en Guang y en la mirada dolorosa que habían compartido. Necesitaba hacerle preguntas, necesitaba saber si el pequeño castaño se acordaba de él, Leo estaba luchando fuertemente sobre lo qué debía hacer y lo que quería hacer.
No podía dejar de pensar en Guang. Y se sentía culpable.
Caminó un poco más acercándose a la sala donde se encontraba Guang, su corazón parecía incluso querer salir de su pecho ¿qué le preguntaría cuando le tuviera en frente? Leo había soñado un montón de veces con ello, había incluso creado diálogos posibles infinitas veces.
Los pasillos de un blanco opaco jamás le habían parecido tan largos. Leo cerró sus ojos intentando darse valor, solo una delgada puerta lo separaba de Guang, solo una puerta y una considerable cantidad de años y malas decisiones.
Leo se acercó un poco más, escuchó voces y se quedó estático allí, escuchando. Sintió su cuerpo débil cuando la voz de Guang resonó por toda la sala.
—¿Sabes? —Leo le escucha decir, y un montón de sensaciones brotan en su estómago —No puedes aparecer de pronto en la vida de una persona y esperar que te reciba con los brazos abiertos. No cuando tomaste decisiones egoístas, no cuando hay tanto dolor entre medio de los silencios. Hay palabras que es mejor no decir.
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Whisper It [LeoJi]
FanfictionY luego de mucho tiempo, eso, para lo cual él no tenía nombre, seguía estando allí.