Primera parte.

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  El trabajo le parecía algo aburrido y puede que sin mucho sentido, pero como todo proyecto escolar, era obligatorio. Barbara sólo trataría de hacer todo bien para aprobar la materia. 

 Que estuviera estudiando artes no significaba que le iba muy bien en todo, definitivamente dibujo era una de sus materias favoritas, pero no estaba segura de poder disfrutar este último trabajo.  

El proyecto consistía en dibujar, retratar, o pintar algún ser vivo, con la particularidad de que no debía ser un único dibujo, si no, un dibujo de aquél por semana, para ver la evolución, los cambios y los estados de ese ser vivo.

La mayoría había optado por pintar alguna planta (lo más simple), o a sus mascotas, parejas o amigos. 


Actualmente se encontraban en invierno, y el proyecto debía realizarse hasta fin del año escolar.

Mañana empezarían el trabajo. Los que dibujaban en casa tenían que traer al menos el boceto, y los que lo hacían en la escuela debían traer todos sus materiales.

Barbara aún no sabía qué hacer, pero se decidió cuando salió de la universidad, apenas vio que el hombre que vivía en el edificio de en frente se había mudado y le había dejado su departamento a una joven castaña.  


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La calle Welston tenía un tránsito normal, y uno bastante complejo en los días de semana debido a la universidad que llevaba el mismo nombre. En frente de ésta había un pintoresco y a la vez viejo, edificio, y al lado de él una verdulería, a la izquierda una panadería y del otro lado una tienda de ropa.

Aquél jueves, cuando Barbara ingresó a su clase de dibujo, lo primero que hizo fue mirar a la ventana del aula, la cual daba directo a otra ventana, pero del edificio. Desde aquella se podía observar el departamento de, ahora, la castaña. La ventana solía estar abierta cuando el hombre más grande vivía allí, y ahora estaba exactamente igual.


Cuando Barbara se aburría en alguna clase, miraba hacia la ventana y observaba cómo el hombre ex dueño de aquel departamento miraba la televisión y se alimentaba de cosas fritas. Ahora era diferente, Barbara miraba hacia el interior del departamento esperando a que aquel nuevo dueño se apareciera, así ella la dibujaba.

A penas la vio entrar a su casa, con bolsas de compra en mano, anotó en su hoja "Día 1, Jueves 4 de diciembre". 

 Desafortunadamente, lo primero que hizo la joven fue irse a otra sala (probablemente la cocina) la cual no se podía ver desde allí.  

Barbara pensó que había perdido la oportunidad de retratarla desde su asiento de escuela, pero eso no fue cierto, ya que la muchacha apareció justo a tiempo, plantando unas semillas en el pequeño borde de la ventana que servía de cantero.

 Rápidamente, tomó su lápiz y empezó con finos trazos a dibujar la cabellera de aquella muchacha.

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La semana se pasó rápido y ya era miércoles, faltaba poco para navidad y para su cumpleaños, aunque su mente sólo pasaba por aquélla chica de ojos celestes. Tal vez estaba actuando de manera acosadora, pero desde la semana pasada la estuvo observando bastante a pesar de que no estuviera en clase de dibujo. Desde su banco la veía reírse mirando televisión, por lo que supuso que le gustaba la comedia. La había visto con largos abrigos cada vez que salía del departamento, y también se había dado cuenta de que tenía un gato, o una gata. Todos los días la chica se asomaba a su ventana para respirar aire fresco y regar la planta del canterito.

The Window. [Barbica]Where stories live. Discover now