Sweetness

186 19 11
                                    

Arin volteó el rostro lentamente hasta su hermana mayor, con una expresión parecida a la de una niña de cinco años, siendo sorprendida haciendo algo que tal vez no debería hacer. SiAh explotó en risas escandalosas, haciendo que la menor se encogiera de hombros y guardara el brillo labial en el bolsillo de su camisón de mangas cortas color azul, bajando y avergonzada.

Luego de que las risas de la mayor se disiparan poco a poco, entró al cuarto de baño y cerró la puerta tras ella, dirigiéndose hacia su hermanita y tomando entre ambas manos su redondo y pálido rostro que era adornado por ese par de sonrojadas mejillas.

—Arinnie, no tienes porqué sentir vergüenza. Soy tu hermana, y puedes confiar en mi, lo sabes.—Recitó la mayor mirando fijamente los ojos ajenos y brindándole una sonrisa cálida, de esas que utilizaba con Arin de niña para consolarla cuando solía caerse del triciclo.

—Y-yo quiero verme linda hoy, no quiero que me rechacen de nuevo.—Dijo la menor, mirando hacia el suelo, temerosa, realmente había sufrido mucho en los tres años que llevaba en la secundaria.

—Shh, no estarás sola, te iré a buscar en el recreo, lo prometo.—Y sí, tal vez SiAh si iría por ella en el recreo y la hora de almuerzo de ese día, pero, ¿luego? Su hermana si sabía hacer amigos, si era alguien con la que querrian mantener una conversación. Era hermosa, sociable, extrovertida y divertida, siempre tenía algo que llamaba la atención de los demás. Y, la pequeña Arin, era solo eso, la niña inocente, inocente e infantil, con la que solo un niño de diez años podría conversar y entenderla, pero también estaba YooA, la que se había encargado de defender todo ese tiempo a su hermana contra viento y marea, como si ese fuese su objetivo de vida.

—A demás...—Continuó SiAh sin dejar la brillante sonrisa de lado.— Estoy segura de que podrás hacer amigos aquí, mh.—

¡Amigos, claro! Arin alzó la mirada y sonrió de la manera más radiante que pudo, sintiendo como la esperanza volvía a invadir todo su cuerpo como una energía poderosa y que podría hacerla hasta volar.
Ella era la más entusiasmada con el cambio, pensó tal vez que en su nueva escuela todo sería mejor. Arin era una niña muy tímida en verdad, su hermana y algunos amigos de infancia eran los únicos que acompañaban sus días, claro, cuando no estaba en la escuela, permaneciendo sola y marginada por los chicos y chicas de su edad y siendo aún peor con los mayores.

—¿Verdad que sí, YooA? ¿Es verdad que ahora podré tener amigos?

¿Cómo decirle que no? Cómo decirle que no si su hermanita ponía su carita de cachorrito mojado y tenía los ojos chispeando de ilusión.
YooA más que nadie sabía cuanto había sufrido, cada vez que la rechazaban en la secundaria, cada vez que la excluían y hasta hablaban a sus espaldas.
Lo que YooA no sabia era que lo que más le dolía a Arin, era no poder ser como su hermana, en el fondo, sabía que estaba bien ser ella misma, que sus padres se habian encargado de inculcarle que siempre debía serlo. Pero, aún así, a veces, o mejor dicho, casi todo el tiempo, era difícil.

Pequeña Arin, si solo supieras todas las cosas que te espera éste medio año...

La mañana transcurrió normalmente, tal y como habría sucedido en Busan, en su antiguo hogar, solo que ahora se encontraba en la mesa, un DongHae bebiendo café y fingiendo leer quien sabe qué artículo de política en el periódico, el hombre de la familia estaba nervioso por su nuevo ascenso y la oficina más amplia y equipada que la empresa le había propuesto con su traslado, ahora tendría a su cargo toda una sección y eso le encantaba, vaya que le encantaba.
Al otro lado de la mesa, teníamos una Arin que comía sus panqueques con bocados grandes y contundentes como si no hubiera un mañana, mientras no paraba de parlotear aún con la boca llena sobre lo bonito que sería tener un conejito en casa.

-Don't say you love me. [ MiYoo/YooMi].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora