Familia

3.5K 207 36
                                    


Familia

Kagome estaba en la cabaña de la anciana Kaede. En los últimos días llevaba sintiéndose mal, inuyasha había insistido bastante para que fuera a consultar con la anciana sacerdotisa.

Después de contarle los síntomas la mujer la había revisado, había palpado parte de su estómago y vientre tratando de hallar el problema.

Ahora la anciana preparaba té, kagome estaba ansiosa por saber el veredicto de la sacerdotisa.

Agarró la taza de té que le ofrecían y lo bebió, al momento se arrepintió el sabor que para ella era agradable ahora se le hacía asqueroso, estuvo a punto de vomitar pero logró tranquilizarse.

-Por favor, Dígame Kaede sama, ¿estoy enferma?-

Kaede negó

-Mi pequeña kagome, no estas enferma- kagome suspiro y la anciana rio- pero si estas embarazada.

La joven sacerdotisa miró asombrada a la mujer, por instinto llevo ambas manos a su vientre acariciándolo con suavidad.

-¿De verdad?-

-sí, cariño, muchas felicidades- la anciana sonrió.

Kagome lloró, una hermosa sonrisa de alegría se dibujó en su rostro y sin evitarlo saltó hacia la sacerdotisa para abrazarla con cariño, Kaede correspondió.

.

.

Inuyasha como la mayor parte de los días se encontraba recostado en las ramas del Goshinboku, cualquiera que no lo conociera diría que estaba muy relajado y tranquilo pero para sus amigos más cercanos nada de eso era realidad en ese momento.

El medio demonio no estaba para nada tranquilo era justamente lo contrario, estaba nervioso, angustiado y tenía miedo. Mucho miedo.

Su esposa, su compañera a la que amaba más que a su propia vida parecía estar enferma, tenía extraños síntomas y comía muy poco. Y eso lo asustaba porque la salud de su mujer peligraba.

Tan sumido estaba en sus pensamientos que no sintió el aroma de su esposa y tampoco escuchó como ella lo llamaba, no hasta que su cara dio contra el suelo causándole un agudo dolor en su rostro, cuando el conjuro terminó, levantó su cabeza del piso y escupió el pasto al igual que la tierra que entró en su boca.

-Inuyasha-kagome se agachó, lo miró a los ojos.-¿estás bien?

El chico perro estaba por gritarle enojado pero al ver un rastro de lágrimas en sus mejillas decido guardar sus quejas para después.

-sí. Kagome que... ¿qué te dijo la anciana Kaede?- inuyasha sacudió sus ropas mientras esperaba una respuesta.

Kagome suspiró pensando en cómo decírselo al medio demonio, sabía y estaba completamente seguro que inuyasha se alegraría con la noticia pero eso no significaba que fuera algo fácil de decir.

Las orejas de inuyasha se movieron kagome las encontró muy adorables. Empujó a su marido hasta que la espada del hombre quedó pegada al tronco del árbol, se sentó a horcajadas sobre su regazo y extendió sus manos hasta que tomaron las peludas y blancas orejas caninas. Inuyasha se sonrojo ante las acciones de su hembra, la tomó de las caderas para que no fuera a caer y el sonrojo aumento aún más cuando los grandes y suaves pechos de la chica quedaron justamente frente a su rostro.

El medio demonio contuvo un gemido de placer que le provocaban las caricias que su esposa daba a sus orejas, estas se movieron al escuchar la risita divertida de la joven. Inuyasha a modo de venganza mordisqueo su pecho izquierdo que era cubierto por la ropa. Kagome brincó e inuyasha sonrió triunfante.

Días comunes (Inukag)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora