1• Hien.

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SpinOff de mi Fanfic "Somos tu familia" a Yuri On Ice. [Leer antes de comenzar ésta historia]

Personajes originales:
Zet Lee Chulanont.
Hien de la Iglesia.
Yullian Nikiforov.
Soel Lee Chulanont.
Raymond Giacometti.

HISTORIA FINALIZADA EL 17/MAYO/2017
RE-SUBIDA EL 12/ABRIL/2020

1• Hien.

[20 años]







—Deberías irte, Hien.

—No seas así, Zet. Tú no eres tan frío.

El aludido sonríe. Muchas veces ha escuchado esa frase a lo largo de su vida. Las personas suelen comparar su forma de ser con la de su mejor amigo. Así que mientras Yuratchka Nikiforov es una persona cerrada, indiferente y un tanto grosera; Zet Lee Chulanont es el chico de ensueño, siempre sonriente y amable aunque un tanto burlón.

Lo que esa gente superficial no sabe es que Chulanont puede llegar a ser peor que el rubio si lo fastidian demasiado o se meten con las personas que ama.

Y Hien de la Iglesia está llevando a cabo precisamente esos dos puntos quitándole a Zet todas las ganas de ser amable.

—Eso no puedes saberlo, muñeco —responde el moreno con voz tranquila a pesar del tumulto de emociones nada favorables dentro de él y dando un tono sarcástico al apodo cariñoso que solía usar con Hien durante su relación —. Deberías salir de aquí, estoy seguro que Raymond estará buscandote.

Zet desvía la mirada cuando Hien se encoge de hombros, como si el dolor de sus palabras fuese equivalente a un golpe. Evita mirarlo, porque si lo hace no podrá contenerse. Porque sí ve directamente a ese par de ojos castaños saltará sobre él y juntará sus labios a los rosas y dulces. Como Hien quiere, como siempre pasa.

El chico frente a él es el mayor de ambos, aunque no lo parezca en absoluto gracias a su complexión pequeña y el rostro de ángel con el que fue dotado, sin embargo es un manipulador nato. Zet lo sabe más que nadie y fue precisamente aquello lo primero que lo cautivó del castaño. Hien de la Iglesia es como su hámster favorito, aquel que Yulls le regaló, pero que es tan dañino como lindo. Su pelaje esponjoso te llama para sostenerlo con cuidado y mimarlo, al menos hasta que la pequeña cosa tierna suelta el primer mordisco y a ti no te importará en lo más mínimo que lo haga. Hasta que las mordidas cobran fuerza y la sangre sale de la herida.

Así es Hien. Y Zet considera que ya ha sangrado mucho por ese hombre. Ambos lo han hecho.

—¿De verdad no me extrañas? —pregunta el estadounidense con ojos llorosos.

Chulanont se toma medio minuto para recordar las múltiples veces que esas lágrimas lograron su cometido de terminar ambos desnudos en una cama. Antes y después de su rompimiento.

—No lo hago. Ésta, de hecho, será la última vez que hable contigo a solas.

—¿Ya tienes a alguien a quien amar, Zet? ¿Me has olvidado ya?

Las preguntas lo molestan. La mirada miel de Zet se endurece como el caramelo de piña que tanto le gusta a su hermana pequeña y busca los ojos castaños de su ex pareja. Ya lo dijo, su decisión no cambiará. Ésta será la última vez que se deje arrastrar por los impulsos de los resquicios del sentimiento que llegó a tener alguna vez por esa persona.

A través de mi cámara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora