Capitulo 11

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Zabdiel volvió de nuevo a donde yo estaba, con las manos en los bolsillos y en la cara una sonrisa. Mis emociones en la última media hora de espera en la fila habían fluctuado un poco con frecuencia para mi gusto. Cada vez que recibo un mensaje de mi acosador, mi corazón se hunde y mi mente se nubla de la paranoia y el miedo. Pero todo lo que hice fue devolverle una sonrisa a Zabdiel y mi corazón volvió a resucitar. Todo lo que importa es la presencia de el que me hace sentir segura y que estaba a salvo en un país extranjero, lleno de nada más que incertidumbre. Con Zabdiel a mi lado, sonriendo a mi de esa manera, casi borro de mi mente esos pensamientos sobre el acosador que estaba viéndome. Con Zabdiel me siento Libre y emocionada. Me negué a darle a ese acosador la satisfacción de que llegue a donde el quiere. No lo dejaría pasar, no por el bien de la memoria de mi madre.

- Adivina quien es la mejor persona que hay en el mundo -. se jacto el, mostrando una sonrisa cursi mientras permanecía de pie delante de mi.

- Hm... ¿Richard? -. me burle, mientras tenia mi dedo en mi barbilla fingiendo pensar. - ¿Christopher? ¿o talvez Erick? Definitivamente Erick.- Dije guiñándole. Zabdiel se cruzo de brazos e hizo un puchero.

- Esta bien, ¡Me subiré con Erick al mirador solo! -. dijo sacando la lengua hacia mi, haciendo que me riera.

- Wow, Zabdiel! ¿Conseguiste una cabina para nosotros dos? - pregunte sorprendida, mirando sobre mi hombro la fila que había detrás de nosotros esperando en la fila para subir al mirador. Zabdiel se encogió de hombros como si no fuera un gran problema.

- oh, y es gratis también.- Dijo sonriendo.

- Vaya Zabdiel, estoy impresionada -. asentí, mis ojos brillando de emoción de finalmente experimentar la famosa rueda de la fortuna.

- No hay ningún problema, cualquier cosa para ayudar a una turista americana en problemas. Vámonos! - camino hacia la cabina transparente, dando un último saludo de agradecimiento a su amigo Frank.

La esfera de metal y vidrio que pronto nos elevaría a mas de cien metros del suelo hacia el cielo de Miami estaba ocupada por nadie mas que yo y Zabdiel.

Nadie mas, solo el y yo.

Apenas me di cuenta de la sonrisa inconsciente que se formo en mi cara cuando me di cuenta la idea de estar al alcance de alguna secreta dirección. Solo yo, con Zabdiel. No había manera en que algún acosador nos pudiera estar siguiendo sin ser notado.

*Ha, ¿ahora quien gana el juego?*

Me dije a mi misma en mis pensamientos. Las puertas de la cabina se cerraron y mi corazón se acelero a medida que comenzábamos nuestro lento acenso hacia arriba. Me sentí como un curioso niño de siete años de edad mientras me acercaba al borde, poniendo mis manos sobre el vidrio y mis ojos se perdían en la vista de la ciudad de Miami. Tome una bocanada de aire mientras mirada el paisaje. El centro de la urbana ciudad de Miami parecía extenderse indefinidamente; hermosos edificios de ladrillo sobresalían, las personas abajo parecían hormigas mientras caminaban por la acera. Yo era intocable, estaba en la cima del mundo.

El río alado del mirador y el paseo marítimo reflejaban pacíficamente, las pequeñas olas en la superficie luchando entre si mientras los botes flotaban.

- ¿te diviertes? -. dijo Zabdiel detrás mío con una sonrisa.

- Oh, Zabdiel, todavía estas aquí.- Bromee.- Esto es.... Increíble.- Dije en un susurro mientras volvía a ver el bello paisaje de Miami. - Es todo lo que mi mama dijo que seria.

- ¿Tu mama? -. Zabdiel hablo con delicadeza, poniéndose alado mío. Exhale, manteniendo mi mirada en la vista que había debajo de el vidrio.

- Si -. respondí en voz baja - Ella dijo que aquí es donde ella y mi padre... Es donde se conocieron.

Rescátame -Zabdiel De JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora