Capitulo 22

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Zabdiel caminaba en círculos, pasándose una mano por su cabello.

—Esto es malo. —Divagaba, moviendo la cabeza —Alguien está muerto. Esto no es una broma. Hay realmente un asesino ahí fuera.

—Lose — Chillé, abrazando una almohada. — Soy probablemente la siguiente. Tengo que salir de aquí. Lejos de ti.

Sonaba dramático, pero no podía negar que los pensamientos de ser asesinado no pasaban por mi cabeza.

Zabdiel se paró en seco y se volvió hacia mí, caminando lentamente hacia la cama.

—___ ___, mírame en este momento —Habló con severidad, como un padre gritándole a un niño por comer una galleta antes de la cena.

Me negué a mirarlo con mis ojos llorosos, él puso su mano suavemente debajo de mi barbilla y me obligó.

—¿Qué tengo que hacer para que creas que no voy a dejar a nadie que ponga una mano sobre ti?

Negué con la cabeza, débilmente tratando de alejarlo de mí.

—No. —Gemí. —Zabdiel, no puedes. Tu lo dijiste, esto es malo. Esto no es una broma. Estas arriesgando tu vida hablándome ahora mismo, ¿Te das cuenta? Solo nos conocemos hace unos cuatro días. Es estúpido, así que no te dejare.

Me levanté, dejándolo confuso a lado de la cama.

—Me tengo que ir. Ahora.

—Eres tan testaruda, ___. —Dijo detrás de mí, con un tono de molestia en su voz.

Testaruda o no, no me importaba. La vida de Zabdiel sería mejor, más segura, sin mí en ella.

Me despedí en silencio de el en mi cabeza, con la sensación de que me dolía el corazón demasiado como para expresar en voz alta y mirar sus ojos chocolate.

El habló cuando llegué a la puerta, haciendo que me detuviera a mi salida. Su voz profunda se hizo eco en las paredes de la habitación de invitados, sonaba enojado.

—Si sales por esa puerta ahora mismo, y algo te sucede, ¿Quién crees que te rescatará? ¿Superman?

Yo no podía decir una respuesta, porque, por supuesto, Zabdiel tuvo un punto válido.

Oí sus pasos caminar detrás de mí.

—En tu cabeza ahora mismo, probablemente estas diciendo 'nadie'. Y eso es exacto. Así que no te vayas. Por que, te lo digo, no puedes en esto sola.

Envolvió sus brazos alrededor de mi cintura por la espalda, y apoyó su cabeza en mi hombro.

—Vamos a la cama —Susurró en mi oído, tirando de mí hacia el acogedor colchón.

Yo estaba demasiado cansada como para protestar en ese mismo momento, porque por alguna razón, los brazos de Zabdiel me hicieron sentir nada más que segura.

***

Me desperté por la mañana alrededor de las cinco, el cielo aún oscuro cuando el sol apenas comenzaba a alcanzar su punto máximo en el horizonte.

Yo no estaba despierta a causa de ansiedad o miedo, o una pesadilla.

Yo no podía dormir.

Me senté en la cama estirándome y bostezando.

La casa estaba en silencio.

Yo atontada fui al baño de visitas, tratando de sacudirme la somnolencia.

Rescátame -Zabdiel De JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora