Capítulo I

521 27 1
                                    

-14 de febrero de 2005-

Una melodía interrumpió en la habitación e hico que el pequeño Stich saltara de su pequeña cama.

Abbey no tenía ganas de levantarse, y mucho menos para ir al colegio. ¿Por qué tenían que ir tan temprano? Se preguntó en su interior.

Estiró el brazo, y apagó aquel estúpido sonido que había comenzado a cogerle manía.

Se estiró antes de levantarse de la cama y luego se puso sus zapatos de estar por casa con forma de oso para así no coger frío en los pies. Se dirigió al baño y puso la estufa para poder ducharse calentita después de desayunar.

Bajó las escaleras para encontrarse a su madre haciendo el desayuno como todas las mañanas, y a su padre con el periódico en una mano mientras que la otra la tenía ocupada con su taza de café.

-buenos días, padres-saludó Abbey mientras se sentaba en la silla de madera.

-Buenos días hija-respondió su madre con un notorio bueno humor.

Normalmente cuando desayunaban ninguno hablaba, y si lo hacían era para lo necesario. Pero ese día era especial.

Hoy sus padres hacían 25 años juntos. Mucho tiempo, ¿Verdad?

La historia de sus padres no había sido algo muy espectacular, solo se habían conocido en el instituto, y luego su padre le había pedido salir el día de los enamorados, y seguían juntos después de 25 años, aunque también tuvieron que pasar muchos obstáculos.

Después de una pequeña conversación con sus padres, subió para meterse a la ducha y así ducharse.

Mientras se duchaba repasaba –mentalmente- la historia de amor de sus padres. ¿Por qué ella no podía tener una historia de amor así de bonita? No lo sabía, pero estaba harta de pasar por el día de los enamorados sola, bueno, sola no estaba. Sussie, su mejor amiga, siempre estaba con ella, y le apoyaba en todo.

Sussie y Abbey se habían conocido hace nueve años, cuando tenían 9 años, e iban a primaria.

Sussie siempre recibía burlas por parte de muchas niñas de su edad por no tener la misma cantidad de dinero, pero cuando Abbey entró a la misma clase que ella, la salvó de todas diciendo que si se volvían a meter con ella, rompería sus muñecas favoritas y se las daría para comer a los gatos callejeros. Desde ahí eran inseparables.

Salió de la ducha para envolverse en una toalla y dirigirse al armario para sacar el estúpido uniforme que tenían que llevar al colegio,  que consistía en una falda gris, un polo blanco con el escudo del instituto, y una corbata gris que conjuntaba perfectamente con la falda. Los alumnos de aquella escuela deberían dar las gracias por poder llevar los zapatos que querían.

Cuando Abbey se vistió, se puso sus convers blancas y se peinó con una trenza al lado simple. Como a ella le gustaba.

Cogió su chaqueta y se la puso junto con su gorro de lana. En Londres el clima era algo frío y más en febrero.

Recogió su mochila y se la puso en su hombro derecho. Bajó las escaleras, se despidió de sus padres, puso sus auriculares en sus oídos y se dirigió al colegio.

                                                                                 *****

-¿Qué tal el fin de semana?-preguntó Sussie mientras almorzaba un pequeño bocadillo que su madre le había preparado.

-Pues, lo de siempre-le contestó Abbey sin ganas. Su fin de semana no había sido espectacular, más bien se había dedicado a leer, a excepción del viernes que tuvo que asistir a una pequeña cena empresarial de su padre.

-Y, ¿Alguna cita para pasar el día?-dijo Abbey picara.

-Pues no, como todos los años- Abbey respondió algo fastidiada. Odiaba que su mejor amiga preguntara ese tipo de cosas sabiendo que ella no tenía citas, al menos que fuera algún hijo de los socios de su padre.

-Pues como no tienes ninguna cita, te vendrás conmigo al cine, pasaremos el día juntas, como siempre-añadió Sussie para poner punto a la conversación.

Abbey rodó los ojos. Conocía a su amiga como la palma de su mano, y sabía que aunque no quisiera ir, tendría que ir, sí o sí.

Siguieron su charla hasta que tocó el timbre para volver a clases.

Recogieron sus cosas, y cada una se dirigió a su clase correspondiente, aunque Abbey tuvo que recoger primero el libro de biología de su taquilla.

Cuando por fin sonó la campana que avisaba que las clases habían terminado, Abbey soltó un suspiro y se dirigió a su casillero para sacar los libros que necesitaba para poder estudiar.

Caminó hasta la salida del instituto para encontrarse con un panorama distinto. Habían bastantes coches deportivos, más de los que normalmente habían.

Eso no era del todo raro, ya que Melody siempre traía a sus novios ricos para así presumir de él. Estúpido, ¿no? Pero así era Melody, solo le importaba su apariencia y cuanto dinero le daban sus padres cada semana.

Abbey dedujo que algún chico que andaba por allí sería la próxima víctima de Melody y los demás serían los típicos amiguitos ricos que acompañaban a su amigo para presumir de coche.

Caminó ignorando a aquel cumulo de gente y se dirigió a su coche. Regalo de sus padres cuando cumplió los 17. Era un Audi negro precioso. La posición social de los padres de Abbey era alta, bastante alta. Su padre dirigía una empresa famosísima por todo el mundo.

Cuando llegó a su plaza donde su coche se situaba, vio como un chico y una chica se comían –literalmente-encima de su coche, ¿Es qué no tenían su propio coche para hacer eso?

-Perdonar-dijo para captar algo de atención de los jóvenes. No consiguió lo que quería, así  que antes de poner su plan en marcha, lo intentó dos veces más, obteniendo el mismo resultado.

Sacó las llaves de su coche, abrió la puerta del piloto y lanzó su bolso al asiento de al lado. Estiró el brazo y presionó el claxon haciendo que la pareja se separara de inmediato.

Abbey se dio cuenta de que la famosa pareja estaba compuesta por Melody-como no- y un chico bastante guapo, pero que no era su tipo.

-Oh, hola Abbey -sonrió falsamente Melody.

La verdad era que Melody y Abbey no se aguantaban para nada. Eran enemigas desde que Melody estropeó su muñeca preferida con la excusa de que la muñeca tenía que estar con la gente guapa y no con gente como Abbey.

-Hola, Melody, para la próxima que quieras estar con un chico, utiliza tu coche, no él mío-Dijo Abbey. Sabía que Melody lo había hecho a posta, pero no le importaba.

-No te molestes, que por que tú no tengas cita en San Valentín no significa que yo no me coma una rosca.

-No, el problema es que tú te las comes todas-comentó Abbey haciendo que el chico soltara una carcajada-por cierto, cuando tengas una “cita”-hico comillas con sus dedos- no te los comas en mi coche, que estoy segura que vale más que tú.

True LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora