Día 20

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Él no me perdono, ni siquiera fui capaz de hablar. Después de pronunciar su nombre, el vómito se hizo presente, en segundos caí en el piso quedándome dormido...

En la mañana desperté ahí, fuera de la casa de mi amado. Quise tocar la puerta, pero ¿Qué le diría?

Desde ese día he intentado hablar con él, a diario vengo en la mañana, conmigo traigo un ramo de flores distinto al anterior esperanzado a que esta vez me abra la puerta.

Hoy insistiría más de lo que acostumbro, había traído un ramo de lirios blancos, la flor favorita de Jin.

Me pose en la puerta, acomode mi cabello, y toqué. La televisión se encontraba encendida.

No desistiría esta vez. Tal vez habían pasado 15 minutos, no lo sé, pero un ruido estremecedor me inquietó, entonces golpee la puerta.

— ¿Jin? ¿Qué sucede? ¿Estás bien? — mis puños impactaron una y otra vez en la puerta.

—N-NamJoon...— su débil voz se escuchó por detrás de la puerta.

Presa del miedo corrí hasta la ventana más cercana, estaba ahí, su cuerpo estaba inerte en el suelo. Rompí la ventana, mi puño derecho atravesó el cristal.

—Jin, escúchame, estarás bien — quité los cristales restantes.

Mis piernas temblaban, no era lo suficientemente capas para asimilar lo que estaba sucediendo frente a mis ojos.

—Jin, mírame, abre los ojos por favor — me desplomé a su lado tomándolo entre mis brazos.

—Joonie...

El chico radiante con ese singular brillo en sus ojos se había esfumado, no quedaba nada de él. El color de su piel no era rosado, sino era amarillento, la negrura debajo de sus ojos era solo la prueba de todas aquellas noches que paso en vela por los dolores que aquejaba su cuerpo, o simplemente el dolor emocional que provoqué.

Lo tomé en mis brazos, lo cargue como la primera vez que entramos a nuestra casa juntos, él era mi príncipe y yo lo tomé en mis brazos adentrándonos a nuestra nueva vida juntos, pero esta vez no sería así. Sus brazos inertes cayeron al vacío meciéndose de un lado a otro, su piel estaba pegada a sus huesos, me dio miedo destrozarle.

Lo subí al auto y conduje hasta el hospital, mi mano no dejaba de sangrar. La sangre se había esparcido manchando descaradamente el cuerpo inerte junto a mí, y el resto de mi vehículo.

—N-Nam, ¿A dónde... vamos? — su voz era cortada, estaba demasiado débil.

—Al hospital, debes reponerte...

—Es inútil...— cerró sus ojos en una mueca de dolor.

—Solo no hables Jin, te repondrás — la mano sangrante impactó fuertemente en el claxon, el maldito tráfico nos tenía aprisionados.

Mi rostro estaba empapado de lágrimas, mordí mis labios, y tiré de mi cabello fuertemente, esto no podía estar pasando...

—Señorita, rápido ¿podría ayudarme? — mi expresión desencajada asustó a la señorita de blanco.

La señorita pidió asistencia, entonces pasos rápidos se aproximaron a mí, arrastraron una camilla y entonces deje ir a Jin a lo que podría ser un desastroso final.

La misma señorita de apenas hace unos minutos me tocó el hombro, la miré aun con mis ojos aguosos.

—Usted también necesita atención médica. Por favor venga por aquí.

28 Días Donde viven las historias. Descúbrelo ahora