¿Qué significa un Te Amo?

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—Si me disculpan necesito ir al sanitario — no aguantaría un minuto más, el placer de las caricias de Jackson era más fuerte que mi cordura.

Me adentre al sanitario, pero no sería para orinar.


"Ven aquí en este preciso momento"


Los segundos se hacían tediosos y el bulto en mis pantalones crecía palpitante.


—Nam...— entró mirando alrededor.

Lo tomé de la muñeca dirigiéndolo al cubículo más cercano.

—Te has portado mal Jack... — mordí su labio inferior mientras mi mano se deslizaba por debajo de su polera.

Correspondió mi beso, rodeando mi cuello con sus brazos atrayéndome a su cuerpo. Era excitante el riesgo de poder ser descubiertos.

Pegó su cadera frotándose en mí, intentó desabrochar mi pantalón y lo logró. Metió sus manos frías en mi bóxer, masajeó con fuerza y sin contenerme gemí en sus labios.

—Nam, debemos regresar — los besos toscos entrecortaban su voz.

—No después de que te parta el culo —mordí su cuello.

—Jin... podría sospechar.

Recargué mi cabeza en su hombro deteniéndome bruscamente, se me había olvidado mi esposo. Mi erección punzaba.

—Tienes razón.

Salí del cubículo, moje mis manos y también mi rostro.


—Ve tu primero.


— ¿Nos vemos esta noche? —Solo asentí.


¿En qué me había convertido? Solía compartir mis noches con Jin, solo con él, nunca había pasado por mi mente engañarle. Negué una y otra vez antes de salir del sanitario.

Desde lejos vislumbre la sonrisa de ambas personas que se encontraban en esa mesa. Jin tan radiante, su sonrisa provocaba huracanes en mi estómago, por otro lado, Wang me ponía al 100 con esa sonrisa.


—Nam cielo, le estaba contando a Jackson la historia que tenemos en este lugar.


— ¡Oh! ¿En serio? Eso es fascinante — mire la impaciencia de Jackson.


—Jin, fue un gusto enorme conocerte, desafortunadamente, tengo que irme, tengo una cita con un cliente.


Se levantó de la mesa y estrechó nuestras manos.


—Nos vemos Nam.


Jin se la pasó hablando, no es que no le prestara atención, si no que no me interesaba del todo lo que decía.


—Nam, ¿Nam? Es hora de irnos.


—Si cariño, es hora.


Jin subía al auto por su propia cuenta, ¿cuándo fue que deje de tener esos pequeños detalles como abrirle la puerta?

28 Días Donde viven las historias. Descúbrelo ahora