La historia que estas a punto de leer, relata la pasión y el amor en el transcurso de la cotidianidad. Podrás encontrar la perspectiva vivida de una persona al darse cuenta de que el amor pasó a segundo termino, sin embargo, el afecto cobrará sentid...
Pasamos los días juntos, en la mañana al despertar, sus labios se tornaban rojos por la cantidad exagerada de besos de mi parte. Desayunábamos alguno de sus platillos favoritos, yo disfruté exquisitamente cocinando para él, y aún que no fuera el mejor haciéndolo, él siempre exageraba al decir que era lo mejor del mundo. Me dediqué a amarlo, peinaba sus finos cabellos tratándolos con delicadeza, después de bañarnos juntos.
A mediodía, veíamos alguna de sus series favoritas, yo salía a comprar toda clase de golosinas... Si ese no era el plan; lo acompañaba al centro comercial, cumplí sus gustos, todos sus caprichos, solo para ver una vez mas esa sonrisa y ese brillo en ese par de ojos llenos de tristeza.
En las tardes después de merendar yo leía para él, siempre un poema diferente. Su cabeza en mi abdomen, y mis manos acariciando su cabello con ternura.
Por las noches, en la oscuridad de nuestra habitación con solo la tenue luz de la luna que se colaba por la ventana, él se aferraba a mi cuerpo, siempre sus oídos pegados a mi pecho escuchando los latidos de mi corazón, él tímidamente preguntaba si mi amor era demasiado para estar con él hasta el último minuto de su vida, hasta que su última respiración por fin terminase, siempre contesté que sí, él no podía ver mis lágrimas resbalar por mis mejillas porque caía en un profundo sueño y era mejor así.
Todas las cosas que hacía para él, tenían otro sabor, lo hacía con esmero, todo porque yo sabía que era la última vez que las haría para él.
Antes de que el sol saliera a darnos los buenos días, yo ya me encontraba despierto, hoy sería un día especial.
Todo estaba listo, guardé todo en una pequeña canasta, hoy iríamos de día de campo, sería una sorpresa para él.
—Jin, despierta, ya es otro día... — como acostumbraba, bese sus labios lentamente, saboreando su sabor.
—Quiero seguir durmiendo Nam, estoy muy cansado — me tomó de las mejillas —ven, duerme conmigo.
—Tengo una sorpresa para ti — sus ojos se abrieron espontáneamente con un leve brillo en ellos.
Se levantó como niño pequeño de la cama, se emocionó cuando le dije que saldríamos, le ayude a vestirse... Sus palabras de la noche anterior aun rondaban en mi cabeza; "Nam, ¿me harías el amor? Te necesito, necesito de ti..." Tenía miedo de cumplir con ello, quería protegerlo cuando ya su cuerpo se encontraba en ese deterioro, sumamente delgado, hacerle el amor era algo delicado...
Conduje hasta aquel lago, ese lago lleno de recuerdos, fue ahí donde nos perdimos por casualidad un fin de semana, fue ahí donde Jin me confesó su deseo de formar una familia...
Me baje del auto, el día era estupendo el sol era más amable por la mañana. Abrí la puerta de mi amado esposo y baje la canasta.
— ¿Recuerdas este lugar? — tomé su mano entrelazándola con la mía.
—Nam, ¿Cómo podría olvidarme de este precioso paisaje?
—He traído tu cámara, se cuánto adoras tomar fotografías — saqué la pequeña cámara polaroid rosa y la puse en sus manos.
Se acercó al lago y comenzó a tomar fotos. Me encargue de tender la manta roja y sacar de la canasta la fruta picada, un par de emparedados de atún y el termo con jugo de naranja.
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