Un Instante.

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 Se siente la desesperación ahí, al borde de todo. El sufrimiento del sin saber, tiene un sabor amargo, Negro y profundo.

Da miedo acercarse, pero quizá sea mejor que la incertidumbre de estar por sentir, y no sentir nada.

Estás a sólo un instante de que tu corazón estalle, y con él, su mancha por todas partes, y todo ese proceso sólo va a durarte unos minutos.

Y da bronca, muchísima bronca, porque movilizada/o, no sabés por qué cuestión en particular. Y tus ganas de llorar se quedaron ahí, indecisas, entre el sí y el no, sin saber qué hacer. En el final te quedas sin el llanto y con las ganas.

El vacío, sin embargo, decide acompañarte, preferirías que no, pero él es terco y no se va a ir. Se aloja en tu garganta y hace pequeños viajecitos hasta la panza, de vez en cuándo.

Te dijo que te calles, que no hables, que solamente pienses y sufras en silencio, pero no sabés si es mejor escucharlo o seguir caminando. Estar muy quebrado conlleva mucho trabajo, de repente.

Pero creo que lo peor de todo, es que ese sentimiento, es uno de los más contaminados que existen, porque si te descuidas, hacen que te cierres a todo tipo de ayuda y te conviertas en todo lo que nunca quisiste.

A veces, ya no sirve gritar, no sirven los abrazos y mucho menos hablarlo. Cuesta muchísimo saber qué cosa te saca ese sentimiento tan nefasto, pero mucho más difícil es diferenciar la cura de un parche, porque el parche sólo tapa el extraño dolor por un indeterminado tiempo, en cambio la cura lo quita y lo pone a mil kilómetros de distancia.

Una tristeza perdida, por un momento sin sentir del todo.

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