Capítulo 4.

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4.

Itzel me pidió que vaya con ella a su cuarto; no quería estar sola. Yo con algo de nerviosismo, fui tras ella.

Me fijé en los detalles que ella le había puesto a las paredes de la habitación; eran fotos de ella y otras personas, con líneas de colores y rosas dibujadas al rededor. Era muy creativa esta niña.

-¿Quiénes son? - señalé las fotos.

-Son personas que ya han fallecido aquí, en el hospital... Mira - señaló la foto de una señora ya de edad - Se llamaba Berit. Era una señora bastante graciosa y buena... Ella siempre venía conmigo y me contaba historias de su pasado o historias que creaba. Era como mi madre - se acercó a otra fotografía y la señaló; era un chico, como de 13 o 14 años - Él se llamaba Thiago. Nos convertimos en buenos amigos... Tenía leucemia... Era muy bueno y divertido...

-¿Lo extrañas?

-Si, mucho. Desde la semana pasada que ya no está...

-¿La semana pasada? - asintió - Lo lamento mucho, Itzel - me miró con una pequeña sonrisa.

-No tienes de qué preocuparte, Jo. Sé que se ha ido, todo pasa por algo. Y además, que ya no esté es bueno. Es decir; él sufría mucho, mucho en realidad. Ahora el dolor ya no está... Tampoco él, pero está en un mejor lugar ahora - seguía con una sonrisa, sólo que esta vez, era más grande.

-Ojalá todas las personas vieran la muerte como tú. Así no sufrirían tanto.

-Sí, ojalá. Sólo hay que buscarle el lado positivo a todo... O sino, ¿qué sería de mi vida ahora? - se acostó en la cama, golpeó el lado que estaba vacío, para que me acueste a su lado.

Me acosté, ahora ya, sin nervios. Fue raro el no estar nerviosa con una persona a la que recién conozco... Se siente bien. Por una vez, en tanto tiempo, vuelvo a sentir confianza en alguien. De nuevo me siento bien. Gracias a esta pequeña y dulce niña. Y también, ¿cómo no sentirme confiada con ella?

Cerró los ojos, a los segundos su respiración se oía pesada, ya se durmió.

Yo aún no quería dormir, pues claro. Como lo dijo Ethan, dormí todo el día.

No sé qué hora es, pero ya es tarde, muy tarde. La hora había pasado rápido desde que nos fuimos a comer algo al salir del salón.

Cuando veníamos de vuelta hacia las habitaciones, nos topamos con el chico de la historia que me llamó la atención. Según como Itzel lo había llamado, su nombre es Egmont. Me gusta el nombre... El chico es serio, bastante que digamos, tanto que llegamos al mismo punto de seriedad, pero el tiene algo que intimida. Creo que transmite esa ira que aún tiene hacia su madre, que lo abandonó, y esa rabia hacia su tía, que quiso matarlo.

Ethan dijo que Egmont le parecía familiar, que cree haberlo visto en algún lugar cerca de su casa, pero no recuerda muy bien.

Mañana es domingo, quiero y no quiero ir a casa. Quiero porque estar con gente me incomoda mucho. Y no porque justo mañana irán unos familiares en casa... No es que no me lleve bien con mis familiares, pero es que la mayoría de las veces llegan al punto en el que me dan ganas de salir corriendo de ellos...

Mi tía; es bastante pesada, no se calla ni un sólo segundo, y lo único que dice son pavadas, historias y chismes de la vida de otras personas. Luego, mis primas; son caprichosas, malcriadas. 'Unas hijas de papá'. Lo quieren todo, y si no lo tienen... ¡Prepárense todos! Hacen un escándalo... Con la única que tengo una buena relación en la familia, es con una prima mía pequeña, de 13 años. Es muy tierna. Y lo raro es que me entiende... ¡Si! ¡Una niña de 13 años! Estar con ella me agrada bastante. Siempre nos alejamos de los demás y empezamos a hablar para no callarnos más... Pero no la veo tanto... Y no tenemos forma de comunicarnos.

-Disculpe... - entró una joven, y no era una enfermera... - ¿Está durmiendo? - asentí mientras me levantaba.

-¿Quién eres? - le pregunté con tanta amabilidad como pude.

-Su madre, ¿y tú? - sonrió.

-¡Oh! Mucho gusto... Ah, me llamo Joselin... Soy 'nueva' aquí. Estoy en la habitación con ella porque me lo pidió, dijo que no le gusta estar sola - asintió.

-Perdón si te molesto..., Joselin... Pero, ¿podrías...?

-Claro - sonreí - Me voy, no se preocupe.

-Gracias.

-Buenas noches.

-Igual.

Salí de la habitación y me dirigí a la mía.

Antes de acercarme a la habitación, se escucharon ruidos de consolas, inmediatamente fui corriendo de donde provenía el sonido.

Entré, encontrándome con una sola consola encendida, frente a ella estaba un sillón de espaldas, y, supuse, una persona jugando.

Me senté cuidadosamente en un sillón, tratando de no llamar la atención.

-Los juegos están por allá.

Un nuevo comienzo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora