#5

5.4K 343 19
                                    

Granary Burying Ground, Boston

Jueves, 2 de agosto de 2007

La fría brisa de la mañana me provoca unas incómodas cosquillas en el cuello y me recuerda lo desolada que estoy en este momento. Cierro los ojos con fuerza, en un intento de contener las lágrimas. A ti nunca te gustó verme llorar y solo me lo he permitido dos veces. Pero en ese par de oportunidades valió cada gota.

Y ahora no es momento de repetirlo, solo quise venir a verte. Trago saliva, un doloroso escalofrío se esparce por mi espalda y tengo que aferrar mis uñas al húmedo césped para no derrumbarme aquí mismo.

- Sabía que te encontraría aquí.

Matt me toca el hombro, sus dedos me aprietan con cariño y empatía mientras se arrodilla a mi costado.

- No me estaba escondiendo. – Murmuro. – De cierta forma te esperaba.

- Luego de tantos años los tres volvemos a reunirnos.

Tuerzo la sonrisa al recordar una de las mejores etapas de mi vida.

- Por un instante llegué a pensar que estaría a su lado. – Exhalo esas dolorosas palabras. Necesitaba quitármelas de encima. - Si hubiese perdido el conocimiento en otro lugar... ahora mismo no tendríamos esta conversación, Matt.

- Arantxa, no le doy crédito a tus palabras. Tú no eres así.

Hago el intento de sonreír, pero no lo consigo.

- Aún no me he rendido ni lo haré, si a eso te refieres. Solamente estoy cansada de no encontrarle el ritmo a esta maldita enfermedad.

- No te hablaré como tu doctor, sino como el amigo que te conoce muy bien. Sigue con tu vida, pero no te encierres en esa burbuja que llamas trabajo. Diviértete, viaja, enamórate...

Mi cara se torna incrédula. He renunciado a muchas cosas desde hace años y no creo que sea el momento de retomarlas.

- Y si no quieres hacerlo por las personas que te queremos, entonces hazlo por ella.

- Sabes muy bien qué decir para que reaccione, ¿no es así? – Exclamo conmovida.

- Conocernos desde hace casi diez años ayuda bastante. Y por favor, el próximo año pide vacaciones en la empresa o regresa a dictar clases en la universidad. Un cambio a la rutina siempre es bueno.

- Lo tendré en mente. – Respondo algo más animada. – Crees que podrías darme un minuto con ella.

- Claro que sí. De paso iré a comprar unas gardenias para dejárselas.

Debes creer que soy una ingrata. Tener que ocurrirme un accidente para venir a visitarte. Pero el lado bueno de escaparme de la terapia, ha sido que por fin los tres nos juntamos. Daría todo por repetir el día en que nos conocimos; tan inesperado e improbable, casi como esa mágica mañana en que conocí a Mila.

La chica más dulce y tierna del mundo, sé muy bien que no fue casualidad. Seguro tuviste algo que ver.

Una fría lágrima se desliza por mi mejilla. Es inevitable al recordar a Mila y lo que le hice. Ella no puede ni debe vivir esa tristeza que pasé hace siete años... aquí mismo me aferraba al césped hasta que mis dedos sangraban, mi voz se extinguía y mis ojos se negaban a volver mirar alegría en la vida. Perderte me ha cambiado tanto, pero como tú siempre me decías: los cambios no son malos si los miras como un desafiante juego.

Siento los pasos de Matt, me pongo de pie y recibo las flores que tanto te gustaban. En silencio las colocamos alrededor de la lápida, nos tomamos de la mano; y con los ojos cerrados recordamos cuando por capricho del destino nuestros caminos se cruzaron.

Me había prometido no regresar a un cementerio en mi vida, pero necesitaba conversar y sentirte a mi lado. A la mente me vienen las palabras que me dijiste antes de lo inevitable. Estaba segura de haberlas olvidado, me esmeré en ello. Sin embargo, ahora me son necesarias:

<<Cuando la tristeza te haya dejado destrozada el alma, te sacaré de las profundidades de tu desesperación>>.

Ahora lo entiendo. En ese momento debiste presentir lo que se pasaría. Nunca te equivocaste.

Fuera de juegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora