Giardini Pubblici Indro Montanelli, Milán
Lunes 21 de agosto de 2006
"Sempre juntes. 13 i 29"
La inscripción en el bolígrafo me viene a la mente como un destello. Lo que más me duele es que Mía nunca me lo pudo entregar.
¿Por qué el destino ha tenido que ser así de injusto conmigo?
Me gustaría poder borrar de mi memoria los tres días más horribles en mis veinticinco años de vida. Vinieron uno atrás del otro y por un momento creí que jamás descansaría hasta que conocí a mi dulce pandita rusa.
Antes de cruzarme con ella, sentía haberme estrellado contra un muro hecho de sombras del pasado, y en él estuve sumergida por varios años. Cada día mi corazón se sentía más perdido, necesitaba de nuevo tenerla a mi lado, pero Mía ya se había ido. En cambio, Mila llegó como un hermoso milagro; el cual creí poder devolvérselo, pero yo me estoy quedando sin tiempo o eso es lo que mis miedos me hacen creer. No quiero decepcionarte Mila, quizás no esté en el momento que realmente me necesites y ese es mi más grande temor.
Los estallidos de disparos rompieron en mil pedazos a mi alma, corrí con la esperanza que podría salvarte, pero tu vida se había extinguido. Aún mantengo perfectamente el recuerdo del olor a sangre entre mis manos, tus ojos celestes desbocados de vida; tomé tu mano en un intento de sentir el pulso, pero solo me sirvió para darme cuenta que jamás tendríamos otro abrazo ni beso.
<<Te perdía Mía>>
<<Para siempre>>
Mi mente solo pudo soportar un par de minutos hasta que colapsó y entré en shock. La escena me es borrosa y luego de tantos años la situación sigue igual. Incluso en esas pesadillas que me atormentan por las noches nada resulta claro. No quise soltarla ni cuando llegaron los paramédicos, hacerlo significaba dejarla ir. ¡Y no podía soportarlo!
Yo quería morir, no podría vivir sin Mía. Ninguna de las dos lo merecía, ¿por qué sucedió en el día en que Mía me pidió matrimonio? Hasta ahora no logro encontrarle sentido.
¡Qué demonios me quería enseñar la vida! ¿Acaso tan malo era amarnos?
Lloré y grité hasta que las energías desaparecieron de mi cuerpo, pero no el dolor. No existía parte de mi cuerpo o alma que no me doliera, el corazón se me rompía cada vez más y más. Llegué al punto de querer reunirme contigo, sin embargo, desistí de esa cobarde idea. Con el pasar de los días, al caminar por nuestros lugares favoritos, te veía en todos lados dándome tus cariñosas sonrisas, acariciando mi rostro y fundiéndonos en un cálido beso.
<<Mía, déjame ir contigo>>
Gritaba al regresar a nuestro departamento cada noche que sobrevivía sin tu presencia. Los ojos me quemaban como brasas, ni las pocas lágrimas que me salían pudieron calmar el escozor sobre mi piel. La primera semana fue literalmente el infierno. A donde quiera que fuese la gente percibía el aura desgarradora que arrastraba a cuestas. Lo único que me quedó, fue enfrascarme en la universidad y el trabajo para tener la mente ocupada. Pasaron un par de meses, aún con las frescas punzadas de dolor atravesándome el corazón, en los cuales intenté recobrar el ritmo de vida de los últimos dos años. Hice mis propias gélidas máscaras que me recordarían el sufrimiento de perder a mi prometida y creer que podría alcanzar la felicidad. La vida ya me había arrojado al suelo, me pisoteó todo lo que quiso, pero eso solo fue la antesala del verdadero infierno que me esperaba.
Matt estuvo conmigo en todo momento, incluso nuestra amistad se volvió más fuerte luego de las eternas peleas que le provoqué a causa de mi rabia por no aceptar que Mía ya se había ido.
ESTÁS LEYENDO
Fuera de juego
RomanceArantxa nunca imaginó que su corazón volvería a latir por otra chica. Conocer a Mila le cambió la vida. Con un pasado que trata de olvidar cada mañana, el futuro no parece nada prometedor.