En una calle llamada "South"

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Algunos recuerdos son tan desagradables que los quiero olvidar, pero se han quedado grabados en mi memoria. Otros, momentáneos, son felices, pero están borrosos.

A pesar de no ser un recuerdo ni feliz ni triste, no olvido el cartel que había en la calle donde pasé mí infancia.

La primera vez que lo vi fue después del funeral de mis padres, junto a ese hombre.

Por esos tiempos no se veían muchos coches y, por eso, no supe muy bien que hacer cuando me pidió que subiera al suyo. Pero de todas formas me monté, y alguien de fuera cerró la puerta, que parecía dejarme encerrado en esa caja enorme hecha de metal.

Durante el trayecto no hubo conversación, y yo no me atrevía a levantar la mirada de la alfombrilla que cubría el suelo del coche, al que mis pies no llegaban a rozar.

De repente, oí a alguien que, desde los asientos delanteros del automóvil, me decía que mirase por la ventana.

Para mi fue un momento mágico, parecía que me estuviese moviendo, pero sin cansarme, era como ver fotografías de un paisaje constantemente cambiante, y después de un tiempo el coche paró.

Al bajar vi el cartel. Fondo blanco en el que había una sola palabra escrita en letras doradas, que yo no sabía leer.

- Está escrito "South " - dijo la voz que me había sugerido echar un vistazo a la calle desde el coche.

Me di la vuelta y vi a un hombre mayor que abría la puerta del coche para que saliese el hombre.

- Durante generaciones, - prosiguió - esta familia así se ha apellidado, así que también es el nombre de esta calle.

Me lo quedé mirando y entonces me dirigió una sonrisa amable.

- Mi nombre es Edgar, y administro esta casa.

Por "administrar", sumí que él trabajaba para la familia, y que el hombre al que acababa de abrir la puerta era el Sr. South.

Y entonces Edgar abrió la puerta de lo que se suponía que era la entrada a la casa.

Vi la imponente mansión que se escondía tras os enormes muros que la apartaban del mundo exterior.

Había jardines que se extendían hasta donde alcanzaba la vista, fuentes de mármol, incontables árboles que habían adoptado formas extrañas como tirabuzones, esferas...

Y luego, vi que el Sr. South se ponía al lado de la puerta de la casa donde había una mujer con sus dos hijos.

Me miró a mí, quien no se había movido un paso, asombrado por todo el paisaje, y me dijo:

- Bienvenido a la familia.

Esa escena parecía haber salido de un sueño. Se veían nobles, hermosos y orgullosos.

Verdaderamente parecían gente salida de un cuadro.

El único problema era que yo no podía verme a mi mismo pintado en él.

Algo empieza cuando todo terminaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora