Tres

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—¿Dónde estoy?— no se escucha mi voz.

La cama está muy suave, cómoda y grande, las paredes de la habitación son de color vinotinto que hace que todo se vea oscuro, se escucha alguien cantando, la canción es hermosa, un chico tocando la guitarra y cantando en el sofá de espalda hacia mí, no se ha dado cuenta que desperté. Conozco ésta habitación, no la olvidaría ni en 50 años, he venido muchas veces aquí.

Intento levantar un poco la cabeza para ver mejor al chico pero algo o mejor dicho alguien empieza a lamer mi cara.

—Vasta... vasta Zeus... detente... —no puedo dejar de reírme, pero ésta vez sí se escucho lo que dije, mi voz volvió. El perro deja de lamer mi cara pero aún así sigo riendo —Hola Zeus... Si yo también estoy feliz de verte —lo abrazo. Me encanta su pelaje, es gris como sus ojos y tan suave como un algodón. Zeus es un Lobo Siberiano, viene del mundo humano, Thravis lo rescató de ser atropellado cuando era un cachorro hace un año, al principio fue un problema que Zeus pudiera estar aquí en el Reino de los Vampiros, pero después con el pasar de los días, el Rey también se encariñó con Zeus y decretó que podía quedarse con Thravis y salir cuando quisiera, pero ningún vampiro podría morderlo o estaría condenado a muerte.

Desde que llegó aquí, entre Thravis y yo lo cuidamos, él siempre me acompaña a correr, y muchas veces lo llevo a jugar al parque. Zeus es parte de la familia real, es el perro real de los Taylardier, cosa que nunca había sucedido antes.

—Despertaste —dice Thravis con una gran sonrisa en los labios.

—Hola Thravis —no puedo ocultar mi sonrisa y ni siquiera sé por qué estoy tan alegre —¿Cuánto tiempo estuve dormida?

—5 días —mis ojos se abren como platos y me quedo helada, no puedo creer que estuve inconsciente durante 5 días —calmate, estuve contigo todo el tiempo, creeme que ya no encontraba que hacer para que despertaras… ni tampoco para pasar el tiempo mientras esperaba.

—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me trajiste aquí en vez de llevarme a la enfermería? —le pregunto muy calmada, atrapada entre sus ojos azules.

—No fue necesario, yo pude curarte, solo que votaste mucha sangre y tuve que darte de la mía —lo miro confundía al escuchar sus palabras.

—¿Como pudiste darme de tu sangre si eres de sangre fría? No es lo mismo ¿no? —ahora sí que estoy perdida, hay sangre de Thravis en mí.

—No es lo mismo, pero hay muchas cosas que aún no conoces sobre mi —me regala una sonrisa.

—Claro… gracias Thravis. ¿Oye crees que ya pueda levantarme? —Zeus se baja de la cama y se coloca al lado de Thravis, como si supiera lo que me va a decir.

—Claro. Zeus con cuidado —parece que estos dos están muy conectados — ¿te ayudo?

Me quito la sabana de encima y veo mi pierna, no tiene ni un sólo rasguño, pareciera que no le pasó nada, ¿Cómo es esto posible, si Thravis si quiera me llevó a la enfermería?

—¿Cómo es que no tengo ni un rasguño o una cicatriz? —me levanto sin problema, no siento nada en mi pierna, no hay dolor. Zeus se acerca a mí y lo acaricio —Estoy bien Zeus, no hay problema. Thravis respóndeme.

—Mejor no preguntes, lo importante es que estás bien —vuelve a sonreírme y me limito a no hacer más preguntas.

—Bueno me voy a correr, debo volver a estar activa para el Tres contra Una. Zeus vamos —Zeus comienza a correr hacia la entrada pero vuelve para que Thravis lo acaricie, como esperando que le dé su aprobación.

—Iré con ustedes, si no te molesta —dice acariciando a Zeus.

—No me molesta, vamos — digo pasando por su lado con una sonrisa.

Tres contra UnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora