instinto

Capitulo 8 un descubrimiento inesperado

El albino miro la mano del mayor, sus llaves estaban colgando de la mano del reptil, este miro un momento la llave y la lanzo dentro de la cueva con la fuerza suficiente para que callera en lo más profundo de esta, el chico miro lo que había hecho el pelinegro y trago, si lograba entrar y tomar su llave, podría salir del lugar, pero eso era muy arriesgado, las diyu'shes eran muy territoriales con sus hogares, estaba seguro de que el mayor no lo dejaría entrar en esta tan fácilmente.

En cambio el otro estaba bastante satisfecho con la situación actual, no solo por el hecho de que el cachorro humano que tenia al frente no estaba gritando y llorando por su vida, lo cual agradecía mucho ya que no estaba seguro de que sus oídos podrían soportar los gritos u suplicas del chico, pero también al percibir que el aroma del menos no demostraba miedo a su persona, solo unos profundos nervios y preocupación, pero nada de miedo o ira, esto era algo bueno, pensó por un momento en como acercarse al conejo sin que este se alarmara y retrocediera, después de meditarlo un momento, decidió que tomar una postura más tranquila y menos dominante ayudaría a que el chico se sintiera más a gusto con su presencia y no estuviera incomodo a su cercanía.

El mayor disminuyo su tamaño, quedando solo un poco del comienzo de su cuerpo humano y reptil cerca del piso, simulando el tamaño de un hombre adulto, y comenzó a acercarse con mucho cuidado al chico, relajo su postura y miro al chico con su rostro inclinado, esto ayudo a que el contrario se relajara bastante, ya que al ver el cambio en la postura del mayor, supuso que este estaba más tranquilo y solo lo estaba examinado con la mirada, pero aun así se sentía muy nervioso, la mirada dorada del reptil era penetrante, como si estuviera leyendo su mente y estudiando su alma, se sentía muy expuesto ante la poderosa mirada del contrario, a pesar de sus duros esfuerzos, no pudo seguir sosteniéndole la mirada y termino mirando a sus pies con un suave sonrojo en sus mejillas, esta acción le gusto bastante al mayo, ya que con su olfato era capaz de percibir el nerviosismo del chico.

En cambio el albino estaba muy nervioso, a pesar de ver que el contrario tomaba una postura tranquila y relajada, una acción que su especio solo demostraba al no sentir ningún peligro o molestia a su alrededor, le ayudo a calmarse un poco más, pero aun así no podía evitar sentirse nervioso y ansioso al mismo tiempo, por un lado estaba el hecho de que estaba cerca de una de las diyu'she mas hermosa que hubiera visto en toda su vida y estaba más que seguro de que aunque viera otra, ninguna le perecería tan hermosa como la que tenia a unos metros deslizándose a su alrededor, sin llegar a invadir su espacio personal y brindándole una seguridad y comodidad que en verdad necesitaba en ese momento, sino, estaba seguro que por sus nervios terminaría corriendo por todo el habitad para poder estar lo más lejos posible del contrario, no era que le molestara el tenerlo así de cerca, a pesar del gran peligro que su vida corría al tenerlo tan cerca, sino también por el hecho que el pelinegro causaba que algo en su interior se estremeciera y retorciese al verlo tan cerca, también estaba preocupado por lo que podía pasarle al reptil si no lograba salir del lugar antes de que su abuelo y amigos notaran su ausencia y la de su hermano.

El pelinegro noto que su conejo estaba distraído, por lo que opto por aprovechar la oportunidad y se acerco a este por la espalda, fue lo más sigiloso que pudo, como si estuviera cazando a una deliciosa presa, claro que el albino era su presa, una hermosa y atrayente presa de la cual estaba más que dispuesto a disfrutar con esta oportunidad que se le presentaba en bandeja de plata, pero con lo que no contaba el pelinegro, fue que a pesar de su gran sigilo y de que nunca antes lo hubieran notado cuando cazaba, era que el chico se diera vuelta de repente, quedando ambos con sus rostros a centímetros del otro.