Capítulo 2: La llama que se apaga

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Llegar a la casa todo cansado después de tener una jornada de tanto trabajo en un solo día era simplemente lo peor que le podía pasar a un adulto, lo bueno es que yo era casi mi propio jefe y podía hacer muchas cosas, lo malo es que siempre llegaba atareado. Mi esposa siempre me recibía con un beso y una sonrisa y mis hijas, ellas llegaban corriendo abrazándome en el acto, yo solo sonreí al verlas. Nos sentamos a cenar, había oído muchas cosas de mis hijas en la escuela.

-Papá hicimos una historia como tú.

-¿Enserio? Y de qué trata su historia-dije sonriendo.

-Pues es como la tuya, de Erza y Natsu...la maestra nos dijo que teníamos mucha creatividad al poner cada palabra.

-Ves, Mio-sonreí triunfante-te dije que iban a sacar mis genes.

Mi esposa solo me miró sonriendo maliciosamente porque desde que tuvimos a nuestros hijos competíamos por ver quién era la que poseyera nuestras habilidades.

-Ah, mamá hoy la maestra de música nos puso a tocar varios instrumentos y fuimos de las mejores.

Ahora Mio me vio con cara de "empate, 50-50" y me reí (estoy haciendo la precuela que no tendrá nada que ver con esto, solo me falta subir el prólogo para que vean). Desde que nos conocimos habíamos tenido una cierta conexión o una relación muy fuerte.

-Papá-protestaron mis hijas- queremos oír la historia.

-Dejen le ayudo a su mamá y ya todos nos sentamos para que escuchen la historia de Natsu y Erza.

Y así fue, por más que estuviera cansado o algo por el estilo siempre le ayudaba a mi esposa a hacer las labores de la casa, a veces nos turnábamos para tener todo limpio, pero bueno esa es otra cosa. Esa noche me senté en el sillón, con mi esposa y mis dos hijas. Era una noche tranquila.

-Bien pues ya saben niñas, Natsu se había quedado frustrado al no declararle sus sentimientos a Erza pero más que nada estaba triste por ver que su amada peli roja estaba en brazos de alguien más.

Bien pues sigamos con esta historia, aunque debo decir que con tanto trabajo es difícil recordar en dónde iba. Natsu había ido a entrenar, pero sus entrenamientos eran de lo peor...se cargaba excesivamente de trabajo o más bien hacía puras misiones para tener un buen de jewels. Puede parecer algo raro pero Natsu supuso que era lo mejor para sacarse de la mente a Erza. Un día llegó demasiado lastimado como para seguir peleando, ni siquiera Gray se atrevió a molestarlo por la gravedad de sus heridas, pero para Natsu no era nada, nada comparado con el dolor que sentía cada vez que veía a Erza sonriéndole a Jellal. Mientras que Erza estaba completamente loca por su amigo de la infancia, ni Levy, Lucy y Mirajane estaban tan atentas a la nueva pareja. Mirajane por una parte apoyaba a Natsu, cada día iba a visitarlo para ver cómo seguía, pero era inmejorable, seguía Levy quien leía libros relacionados con un corazón destrozado, tal vez ver hechizos o magias que ayudaban a curar, pero todas eran falsas, ninguna era 100% real. Y por último Lucy, ella era la mejor amiga de Natsu, ella estaba muy pendiente del chico de cabello rosa.

Pero como ya dije Natsu no mejoraba o más bien su dignidad y autoestima se fueron por los suelos, todo lo que ganó en el pasado lo perdió en el presente. Gray Fullbuster, Gajeel, Laxus y Elfman notaron ese cambio tan drástico por parte del Dragon Slayer de Fuego y trataban de hacer que Natsu volviera a provocar un caos en Fairy Tail. Después las demás mujeres integrantes del gremio como Juvia, Wendy, Lisanna y Kana veían que las peleas empezaban a disminuir producto de la depresión de nuestro querido protagonista.

Seguían pasando los días y todo había cambiado, Mavis veía cómo su gremio estaba en decadencia: pocos magos nuevos, ya no había integración, Makarov estaba en su oficina y muchas cosas (wuuuu ok no) más.

Siempre te amaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora