Capítulo 2. Temor

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- ¡Bastardo enfermo! - Gritó con enojo la femenina, temblando de miedo. - ¡Sueltame ahora o las pagarás muy caro, insolente!

- Enserió como me encanta que te pongas agresiva Haruno. - Exclamó tomando del mentón a la mujer de cabellos rosados lisos, juntando su cuerpo con el de ella lamiendo el lóbulo de la oreja de Sakura haciéndola estremecer.

- . . . - Sin palabras que decir, solo congelada en su sitio.

El hombre azabache empezó a repartir besos tras beso en la cara de la femenina hasta bajar a sus pechos haciendo que la oji-jade soltara pequeños jadeos estremeciendose a cada acto y tacto del desconocido. Él subió hasta el cuello de la chica repartiendo besos y pequeñas mordidas en la piel nívea de esta, mientras que la chica forsajeaba intentando escapar.

- Por favor, detente. ¿Por qué haces esto?. - Preguntó, ya completamente asustada.

El hombre la ignoró y siguió con su camino de besos por el cuerpo de la chica, despojando cada prenda que portaba en esos momentos la mujer.

- No quiero esto. -Exclamó sonrojada.

El de nueva cuenta la volvió a ignorar, siendo que esta vez dejando sus acciones unos momentos le de un beso en la frente.

- ¿Estás segura?. - Fue ahora él quién la cuestionaba en un susurrando al oído, con una voz seductora, acariciando toda la longitud de la espalda ajena.

- ¿Por qué . . . Estas aquí?. -

- Para reclamar lo que es mío por derecho, asi que graba esto, tu Haruno Sakura; eres mía. -Sonrió de lado el azabache depositando un beso en la comisura de los labios de su acompañante.

- Bueno . . . Creó que llegas un poco tarde. - Comentó molesta.

- (¿Qué quiso decirme con eso?). - Pensó la figura masculina sorprendido.

- Yo . . . ¡Yo le pertenezco a otro hombre. - Dijo seria.

De pronto como la chica mencionó a otra persona, el hombre dejó ver en su iris un intenso rojo carmín acaparando el color de la sangre, pero ahí no acaba. En estos, se podría visualizar claramente tres comas negras haciendo contraste con el otro imponente color.

- ¿¡Otra persona!?, mientes. - Gritó el azabache sorprendiendo a la mujer.

- Lamento decirte . . . Que no lo hago. - Confesó con una voz tranquila y sincera. - Y lo amo, con todo mi corazón y ser misma. -

Continuará . . .

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