-Mierda- Dijeron los dos, al mismo tiempo.
-¿Qué hago? ¿Qué hago? -Repetía Jensen.
-Bueno, primero que nada, tranquilizate. Ahora voy a abrir la puerta,me voy para que hablen y vuelvo en media hora ¿está bien?-Dijo Jared, calmado.
Jensen quería decir que no, más que nada porque estaba avergonzado. Y no le parecía que su mejor amigo se tuviera que ir de su propia casa por eso.
Después de pensarlo por unos segundos, le dijo a Jared que sí. Total, tenían mucha confianza, era como su hermano y si se había ofrecido era porque no le molestaba.-Está bien amigo, buena suerte.
Jared fue a abrir la puerta y saludó a Misha. Estuvieron hablando unos minutos y Jared le dijo que tenía que ir a comprar unas cosas pero que pasara y se pusiera cómodo, que se sintiera como en su casa.
Misha no se había percatado de la presencia de Jensen hasta que entró y cerró la puerta. Se volteó, y ahí estaba el.-¿Que haces tú aquí, se puede saber?-Preguntó Misha, enojado.
Jensen sólo se dedicó a mirarlo a los ojos. Se dio cuenta de que estaban hinchados y ya sabía el motivo. Después se castigaría por eso.
Cuando estuvo a punto de decir algo, Misha interrumpió.-No, Jensen. Pensé que te habías decidido. Y si te das cuenta, no es algo que se decida. Es algo que se siente. Yo se lo que siento por vos y ¡lo tengo muy claro! Se todos los problemas que me va a causar pero decidí seguir porque así se supone que actúa el amor. ¡No! Espera, me corrijo, habíamos decidido seguir adelante. ¿Por qué? Porque te amo demasiado, y pensé... pensé que tú también me amabas. -A Misha se le habían empezado a caer las lágrimas.
Jensen, sin poder aguantar un minuto más de la situación que tenia delante, cortó la distancia que había entre los dos hasta que quedaron frente a frente. Agarró de las manos a Misha y le dijo que lo amaba de la misma manera. Que el era su Misha, su angel. Que no lo merecía pero no le importaba. Que estaban hechos el uno para el otro. Que lo perdone por tantas estupideces y tantas vueltas. Que ya tenía claro lo que sentía y que no se iba a volver a repetir. Se lo prometió una y otra vez.
Entonces Misha levantó la mirada y de una mano lo llevó hasta el sillón.
Jensen se sentó y Misha se recostó sobre su pecho mientras el rubio le acariciaba el pelo despacio. Mientras, le cantaba una canción.
Como a Misha le gustaba.
Como siempre hacía.