III

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-Es genial! -mamá no dejaba de reír desde hacía cinco minutos- es que míralos, son el mayor desastre que nos pudo tocar.

-Ya, que somos tu hijo y esposo mujer malvada -alegó papá con cara de reproche desde las escaleras, cargando un tacho semi vacío de pintura. El resto estaba derramado en la alfombra.
Y beneficiando al comentario de mamá, entró a la sala mi hermano chorreando pintura azul desde su cabello.

-Oh pero si el look pitufo te sienta bien -dije burlando su aspecto.

-Mamá mírala, dile algo.

-Isa fue una mala apreciación.

- A ver a quién jodes eh -Alec me miró triunfante.

-Pues por el tamaño y los ojos chinos se parece más a un Avatar -ante el comentario de mamá comenzamos todos a reír, menos él obviamente.

-Cuanta maldad en seres tan pequeños -achinando mas sus ojos, Alec, subió detrás de papá a paso ligero.

***

 -¿Qué piensan hacer con el manchón de pintura en la sala? -pregunté a mamá mientras nos dirigíamos hacia la cocina.

-No lo sé, pero cuando vuelva del trabajo espero tener mi sala sin rastro alguno de esa porquería. Ahora, ¿vienes conmigo? Cuando salga podemos ir a comer algo, ya sabes.

-Gracias pero debería ponerme a adelantar tarea de mañan...

-¡ISABELA! Por qué no nos traes unos pinceles y nos ayudas aquí eh? -la voz de papá retumbo desde arriba, mamá me miro expectante-

-¿Sabes qué? Vamos por ese almuerzo madre e hija! -sin pensarlo más, tomamos nuestras cosas del perchero y salimos disparadas hacia el coche.

***

-Y ¿qué tal las clases en la facultad Isi? -un compañero cincuentón del trabajo mamá, interrumpió mi lectura sorprendiéndome con su pregunta.

-Tom, ¡bien! Van bastante normales aún, nada extraordinario. -el Sr. Tom era quién me mantenía entretenida con juegos y chistes cuando de niña debía acompañar a mamá. Era un buen hombre, un regordete simpático.

-¿Segura? Annie me comento haberte visto bastante ocupada.

-Claro, a veces algún profesor se enoja y da para estudiar más de lo normal. Pero no es tan malo eso, supongo. -dije restandole importancia. Si era cierto que últimamente el profesor Bell se enojaba con facilidad, pero ya no era ninguna novedad.

-Ya lo imagino, en fin, sabes que cualquier cosa puedes decirme y Claribel estará encantada de ayudarte -Clari era su esposa, una amable señora de su edad que siempre cooperaba conmigo en el piano.

-Créeme, voy a avisarte cuando la vea loquita sin salir de su habitación -dijo mamá, apareciendo con su bolso y las llaves del auto en mano, señal clara de que ya nos íbamos.

***

Teníamos dos opciones: comer en el McDonald's mientras mamá arrojaba preguntas incómodas y yo las esquivaba o la increíble idea de sentarnos en nuestras reposeras, en casa, escuchando a los hombres del hogar renegar sobre no haberles comprado un almuerzo a ellos.

Lo sé, las dos eran malas pero se compensaban con la hamburguesa. O ese pensé hasta que Alec comenzó a chillar y chillar sin dejarme en paz. Termine arrojandole mis papas por la ventana

***

Cuando por fin llegue a la última pregunta, levanté la vista hacia el reloj: 05:46am, ya no tenía tiempo de dormir. El absurdo cuadernillo que tenía de tarea me había llevado mas tiempo de lo previsto, así que preferí imprimir el trabajo para luego alistarme y desayunar con calma. Dormiría en el bus si podía. 

-Alec maldita sea! -entré dando porrasos en su habitación, se despertó asustado- dejaste la impresora sin tinta y ni te ocupaste de cargarla -dicho esto revolví sus estantes en busca de los potecitos de tinta.

-Deja ya mis cosas. No hay más cartuchos, si no hubiera dejado la máquina funcionando ¿no?

-Eres el peor.


***

La librería por suerte se encontraba abierta. Había tenido que correr contra reloj para alistarme, el tiempo no me había dado para siquiera beber un poco de café.

-En un folio por favor -pedí amablemente a la vendedora.

-No hay -respondió seca tendiéndome las hojas todas sueltas.

-¿una carpeta? ¿Un clip? -negó con la cabeza- ¿ni abrochadora al menos? -repitió el gesto, a este paso mi paciencia se iba a esfumar- genial, que amable. Déjelo así, ¿Cuánto es?

-Son 50

-¿¡Pero Qué?! Hay 30 hojas con suerte.

-Es a color, ¿las vas a querer o no? -agitó nuevamente las hojas, las tomé sin cuidado arrugando algunas. "

***

Cuando salí definitivamente ya llegaba tarde pero estaba a tres cuadras nada más así que había decidido que no iba a desgastar  energía en correr, hasta que comenzó a llover. Torrencialmente. Así ya no tuve más que correr mientras intentaba cubrir mis hojas contra mi pecho, si me paraba a guardarlas en la mochila lo único que iba a lograr era mojar el resto de carpetas.

Finalmente entré al salón empadada tiritando de frío, pues solo llevaba una remera suelta que me coloque de apuro esta mañana

-Vaya, una demora récord en mi clase -el profesor Bell miro su reloj- ¿esta segura que quiere presentarse aún?

-Si, disculpe. -dejé la mochila a un lado y le tendí las hojas.

-¿Va a llamarle "trabajo" a este manojo de hojas? -dijo mirando mal mi informe. Las hojas estaban sueltas, sin numerar, arrugadas y, en cada página, al menos la primer oración chorreaba desteñida- es inaceptable

-Dije lo lamentó, no esta mal ninguna respuesta, estoy segura. Solo mírelo por favor.

-Debería saber que usted no es nadie para auto juzgarse. -ya, este tipo me estaba picando mucho, era un mal día como para también tener que soportarlo a él- soy yo el encargado de decir que esta bien, y claramente esto no -las tiro sin cuidado a un costado, lejos de toda la pila de trabajos del resto.

-¿Disculpe? Eso es una falta de respeto, y tuve muchos inconvenientes con el trabajo claramente, pero eso no quiere decir que no sirva o que pueda arrojarlo así sin más. -mi tono de voz se elevaba respectivamente veía la mala mirada del profesor.

-Si sigue gritándome lamento comunicarle que usted se irá, igual que su trabajo, con el decano.

 -Tengo el derecho de que mi trabajo sea leído, lo sabe.

-Claro, así como yo merezco una buena presentación, sin contar la puntualidad. Y antes de que diga algo más, yo no soy para nada responsable de lo que a usted le haya sucedido. Si gusta tome asiento, de lo contrario puede retirarse.

***

Llevaba una hora sentada a un costado del aparcamiento, con mi feo trabajo en mano y algunas lágrimas tramposas producto del enojo (y de la suspensión que tendría en la materia sin dudarlo)

Sabía que la clase había acabado, pues tenía 3 llamadas de María y un par de mensajes.

-¿Tan débil es? -la odiosa voz del señor Bell inundó mi espacio bajo el árbol- ¿Realmente llora por un profesor?

-No lloro por usted, ni en mil años. Es por mi materia y su despecho hacia mi informe, pero ya no se preocupe. Recursare el año que viene. -me pareció haberlo visto sonreír, imaginación supongo. Intenté irme pero se interpuso en mi camino.

-No voy a desaprobar toda su materia señorita, ¿me permite? -extendió una mano hacia las hojas- quizás pueda verlo.

-No, es impresentable. Con permiso.

-El orgullo no va a ayudarla.

-Lo sé, pero su falsa compasión tampoco. -seguí el rumbo como me lo había propuesto hacia cinco minutos. Sentí como reía vagamente, luego salió del estacionamiento con tranquilidad en su coche.

Maldito. 

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⏰ Última actualización: Feb 10, 2017 ⏰

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