Pensé que tras haber visto morir a mis padres mi vida no podría ir a peor, pero como siempre, me equivoque.
6 de enero de 2003
Hace ya dos años que no están conmigo. Es difícil de comprender lo rápido que me adapte a mi nueva familia.
-Diamante, ¡despierta! Hay muchísimos regalos.- Otro mañana más con Nadia y su voz insoportable.- ¡Me voy a quedar con tus regalos como no te despiertes!
-Ya voy.- Miento, pienso quedarme en la cama mucho más tiempo, pero una gran fuerza tira de mi brazo derecho y caigo al suelo- Auch, está congelado.- Me quejo.
-¡Me da igual!- Sale corriendo al salón.
Miro el reloj son las 5 de la madruga, hace apenas seis horas que me fui a dormir, y ya tengo ganas de morirme.
Y otro año más consigo ropa, libros y dinero.
-Cuantas cosas te han regalado, ¡eh chiquitina!- Creo que debería de dejar de llamarla así, tiene diez años.
-Oh si, cada año más cosas.- Se le ve feliz mientras despedaza el papel de envolver y aprovecho para escaparme y dormir un poco más.
8:00 a.m
Creo que debería de dejar de madrugar en vacaciones, pero merece la pena por salir a correr y despejar la mente.
Una hora y media, no puedo más, decido volver a casa, serán alrededor de las diez. Quiero llegar lo antes posible tengo bastante hambre, así que decido ir por un camino más corto. Pero como dije siempre me equivoqué, ahí está Anne, la típica chica que se alimenta engañando a las personas y que es súper popular. Cuando me doy cuenta ya estoy a su lado, seré tonta.
-Hola Anne, ¿Qué tal? cuanto tiempo, ¿no?- Maldigo a mi mente por no pensar mejor.
-Muy bien, ¿y tú, qué tal?- Ya está con esa sonrisa de zorra falsa
-Genial, oye tengo un poco de prisa, asi que adiós.-A sonado muy borde y se ha notado
-Adiós, hasta dentro de unos días.- Se despide con su mano mientras se aleja
Cuando ya está lo suficientemente lejos salgo corriendo como si un par de perros me persiguiesen, Anne es igual que esos perros, solamente que ellos tiene corazón y ella no.
-¡Ya he llegado!- Grito mientras subo las escaleras para irme a la ducha.
Me estoy muriendo de hambre, me visto y bajo para comer, esperemos que halla ingredientes suficientes para hacer un sandwich. Abro la nevera y... ¡Eureka!
-Diamante, queremos hablar contigo.- Dice mi madre, ya no me dejan tranquila ni para comer.
-Dime, ma.., ¿qué quieres?- He estado muy cerca de llamarle mamá.
-Como ya sabrás tu padre.- Claro que es mi padre.- no tiene trabajo., Quizás sea porque es un vago.- el caso es que ha conseguido uno en las afueras de Barcelona y el dinero nos viene muy bien...
-Que quieres decir, ve al grano.-
-Nos mudamos.-
-Vale eso a mí me afecta porque...-
Tú te vienes con nosotros.- Oh no eso sí que no.
No pueden esperar ocho malditos meses para que sea mayor de edad y me pueda quedar aquí, en mi pueblo, en el que crecí y tengo a todos mis amigos.
Supongo que no van a cambiar de opinión, subo a mi habitación y un portazo inunda el silencio. Me tumbo en la cama, me pongo los auriculares y pienso en todo esto, me está afectando demasiado y aún no ha pasado nada.
-Dia, ¿qué te pasa?- No puede quedarse malditamente quieta sin molestarme.
-¿Por qué no te vas?- Que pereza me está dando esta conversación.
-He preguntado yo primera.- Me levanto le cojo del brazo y la arrastro hasta la salida, cierro la puerta en su cara y vuelvo a lo mío.