Las 11 Hadas de la Creación

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No abriría los ojos.

Y claro que no lo hice, ya que cuando creí a ver visto todo, un pozo con agua cristalina apareció de la nada.

-Wow, ¿ahora me tiro hacía eso?.

El eco de mi voz resonaba en todo el lugar, muchos escucharan la frase relacionada con gatos y curiosidad pero de alguna manera esa frase es totalmente verdadera, pues se pudo comprobar cuando yo –de estúpido- me dirigí directo a lo que sería mi ¿perdición?, o mi ¿liberación?... al llegar miré como el agua cristalina me dejaba ver mi reflejo.

-Ojeras por culpa de Matías –Dije sin pensar-.

-Y por tu culpa.

Miré por todas partes al escuchar la voz tan siniestra cerca de mí.

-¿Hola?.

Nadie me contesto.

-¿Eco? –Ni siquiera había un "eco" como antes-.

Continué diciendo babosadas al azar pero en ninguna me contesto, bueno, hasta que mencione nuevamente el nombre de Matías.

-Odio a Matías.

-No deberías –Mi corazón latió fuertemente-.

-¿Quién eres?.

-¿No reconoces mi voz Honey? -¿Reconocer su voz?-.

-Mmm, yo diría que no, pero, ¿por qué debería reconocer tu voz?.

Un silencio estremecedor se hizo en el lugar, de cierta manera tenía miedo de que no me contestara.

-Ya no... ¿ya no me hablaras?.

Un largo "pip" se extendió en el lugar.

-¿Qué es eso?.

-Tu corazón paro amor.

Me atraganté con mi propia saliva.

-¿Q-Qué?, pero, ¿cómo?, si sólo iba a recordar y ya.

-Es por mi culpa, es que tenía que decirte algo –Ella calló de inmediato-.

-¿Decirme qué?.

-¿Enserio no reconoces mi voz?.

-No.

-Okey, creo que no queda de otro mi amor.

-Eso... eso creo.

Me senté en la orilla del pozo y admiré sus cristalinas aguas, pestañé unas veces y lo miré nuevamente, de la profundidad parecía salir algo.

-¿Q-Qué rayos?.

Corrí lejos del pozo y admiré con tristeza, ternura, y felicidad a la figura... a la figura de mi madre.

-¡Mamá! –Corrí hacía ella-.

Pero caí dentro del pozo, me desesperé de sobremanera porque yo no sabía nadar, pataleé y pataleé hasta que nuevamente la figura de mi madre me tomó por los brazos y besaba tiernamente mi nariz, cuando se descuidó la abracé.

-Mamá –Dije antes de saber que con su beso podía respirar-.

-Amor, respira, ya lo puedes hacer.

-¿Sí?, oh, vaya, ¡Si!.

-Amor no tengo tanto tiempo...

-Pero mamá me hiciste tanta falta –La interrumpí-.

El Ceniciento -Historia Moderna-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora