capitulo único

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"No pisar el césped" "No tocar las hortensias" "No tirar basura sobre las lilas" "Cuidado con los rosales" "Aléjese de las freesias" "No arrancar ni una hoja de este jardín".


El jardín de la casa del vecino de Jungkook era como un campo minado. No podías ni rozar ni la más mísera hoja porque ya salía el rubio con cuchillos y granadas a echarte la bronca. Jungkook pensaba que aquel rubio amaba más las flores que su propia vida, pues le daba lo mismo echarle la bronca al adoquín de Taehyung que al ni más ni menos Kim Namjoon tacleador ofensivo del equipo de futboll americano del instututo.

Jungkook no negaba que su jardín era realmente precioso pero de que servía si no podías acercarte a más de un metro de distancia para observarlo, tenía letreros en todo el terreno prohibiéndote hasta respirar sobre las dahlias y eso era realmente molesto para el pelinegro.

Odiaba tanto las reglas que romperlas se le había hecho una necesidad. Fumaba en el ascensor, corría por los pasillos del instituto y de vez en cuando metía una hamburguesa y una coca-cola a la biblioteca haciendo que la bibliotecaria pegara el grito en el cielo y lo sacará a punta de empujones del lugar.

Ahora regresaba del infierno a.k.a instituto y pasaba sobre la acera frente al soberbio jardín del rubio, leyó el molesto letrero de "Aléjese de las freesias" y las ganas de arrancar una de tajo lo tentó. Su mano no estuvo ni a medio metro de las pequeñas y rosadas flores cuando un chorro de agua helada lo alejo de golpe.

— ¡Aléjate de mis freesias insurgente! – amenazó el rubio con su manguera verde periquito entre las manos.

Jungkook escupió el agua que se le había escabullido en la boca y miró al rubio con tirria.

— ¿Estas demente jardinero?. Su pregunta sonó más como una afirmación.

— No pensaba hacerle nada a tus estúpidas flores – aseguró mientras se revolvia el cabello para eliminar el exceso de agua.

El rubio lo miro con desconfianza
— Estabas a punto de arrancar una de mis freesias, mentiroso – sentenció al menor.

— Eso no es verdad, yo solo quería espantar al abejorro que se paro sobre ellas.

Yoongi se estiró sobre sus freesias intentando ver algún rastro del insecto volador. Jungkook escondió una sonrisa entre el dorso de su mano ante la ingenuidad del rubio.

— Ya se fue, no lo encontrarás – mintió descaradamente el pelinegro.

El rubio hizo un puchero incrédulo y se giro hacía sus rosales amarillos para rociarlos con el chorrro de agua, lanzó una nueva mirada malévola a Jungkook que lo miro estoico — No te acerques a mi jardín – advirtió con voz desafiante.

A Jungkook le hirvio la sangre al escuchar tal prohibición el maldito jardinero daba tanto miedo que seguro para hallowen los niños bien podrían disfrazarse de él y espantar a todo el vecindario.

Debía darle una lección a ese maníaco jardinero.


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Sus botas militares profanaron el perfecto césped de aquel radiante jardín, hizo marcha rápida sobre el mismo lugar y rió por lo bajo al sentirse libre de pisar ese césped, camino haciendo énfasis en cada paso y con las tijeras de entresacar que le robo a su hermano Seokjin corto cada flor que se le atravesó en el camino.
Se dirijio hacía la parte trasera de la casa donde el jardín se extendía deslumbrante, pero se quedó petrificado al ver a Yoongi acunclillado frente a unas flores que no distinguió. Se giro sobre sus talones para salir de ahí pero piso un rastrillo y el palo de este le golpeó con fuerza justo en la frente.

Flores ProhibidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora