En mi blog, estoy realizando un concurso de relatos y un sorteo http://elcementeriodeloslibros.blogspot.com/2012/02/concurso-de-relatos.html. Espero al final, hacer una recopilación digital de distribución gratuita y me pareció buena idea, retarme a escribir algo. Salió sencillo, pero bueno, nunca escribo algo más allá de mi "realidad" así que fue un buen reto. Como siempre, espero sus comentarios y sugerencias.
Son las 22 horas del 15 de febrero del año 13000. Todo ha sido normal, hemos cenado en familia, como siempre. Pero la conversación de hoy, me ha inquietado. Como es costumbre pregunté cómo había estado la escuela:
─Aburrida como siempre, mamá ─ respondió Aletea, la mayor.
─Yo creo que en la escuela nos ven cara de tontos. Esas historias yo no me las creo.─ Dijo altanero Ballo, el menor.
─Y eso, ¿por qué si se puede saber? ─ inquirí con curiosidad.
─Ha dicho el maestro que hace muchos miles de años un tercio de la tierra no estaba cubierto por agua. Que algunos animales podía vivir en la superficie y que existían unos mamíferos capaces de pensar, de hablar, de crear y que se creían los reyes de la naturaleza, que se llamaban: Humanos.
─¿Y qué tiene eso de raro? Es lo que vemos siempre que vamos al museo de Ciencias Naturales, ¿no? ─ Respondí esperando un argumento de peso. Esas historias yo también las conocía de la escuela, y por mis antepasados, me parecían difíciles de creer, pero siempre había hechos que me demostraban su veracidad.
─Pues mamá, según las evidencias que se han encontrado, todo fue culpa de los humanos: calentaron la tierra y vino el deshielo de los glaciares, que parecía imposible, pero el desequilibrio llegó al punto que el agua invadió todo y la evolución no les alcanzó para adaptarse a los cambios. Mientras ellos mataban el planeta, nosotras las ballenas fuimos evolucionando hasta ser lo que somos hoy.
─Pero hijo, es la evolución, todo es posible.
─No, mamá. Lo que me parece increíble es que esos seres racionales, pensantes, creadores de avances hayan sido capaces de provocar esa destrucción. ¿Crees que nuestros científicos dejarían que hiciéramos algo parecido? ¿Crees que nosotros estamos condenados a repetir esos errores?
─No, hijo. No lo creo.
─Yo no quiero creerlo. ─ Respondió Aletea con sinceridad.
─Yo sólo espero que dentro de miles de años no haya otra especie animal gobernando el mundo y que una familia tenga esta misma conversación sobre nosotros ¡Qué vergüenza que nos llamaran evolucionados y pensantes!
Hablamos de cómo sería ese mundo y de cuántas historias podrían escribirse sobre eso. Reímos pensando que eso no podría pasar, pero ahora, estoy en mi habitación y pienso, ¿cómo es posible que los seres más avanzados puedan destruir su mundo? ¿Será el dinero, la envidia, la ambición? No lo sé, y espero que no tener que saberlo.