CAPÍTULO 7

56 2 0
                                    

Séptimo avistamiento:

ADRIÁN:

Observo al pequeño qué se encuentra frente a mí, aún no puedo creer que ya tenga cinco años; el tiempo ha pasado tan rápido. Recuerdo la primera vez que lo vi y lo sostuve en mis brazos, nunca tuve la necesidad de proteger tanto a alguien como a él en ese momento.

Desde que llego a mi vida ha sido mi prioridad, nadie más existe a mí alrededor cuando está conmigo.

Es un niño muy inteligente y también muy pero muy desesperante, no hay minuto del día en el que no hable o pueda estar tranquilo por al menos un minuto. Debe de estar ocupado en cualquier cosa todo el día, los momentos libres son herramientas para que pueda destruir todo lo que encuentra y haga los berrinches más manipulativos, no hay persona que se resista a cumplir su voluntad.

Me dejo caer sobre mi asiento predilecto y respiro profundamente, trato de centrar mi mente en todo lo que haré el día de hoy, pero es imposible cuando escucho a Martin peleando con Daphne.

—Martin ve a sentarte —le insiste por quinta vez.

—No. No quiero. Tú no eres nadie para decirme que hacer —grita lo suficientemente alto para que lo pueda escuchar desde donde estoy. Hace lo mismo cada vez que desea llamar mi atención, está aburrido. El vuelo lo tiene desesperado y a un pelo de hacer un berrinche.

No será hoy.

Me coloco de pie y camino hacía su dirección, me encuentro de espaldas a él y por la forma en la que ha tensado su pequeño cuerpo, sé que sabe que estoy detrás de él y su comportamiento ha sido inaceptable. Gira lentamente hacía mi y pone su cara de perro a medio morir, trata de manipular la situación a su beneficio y así no recibir un castigo.

—Martin te he dicho que ya vamos a aterrizar —le regaño, está molesto, lo sé por el simple hecho de ser mi hijo y además porque se comporta como su madre cuando se molesta, pero no con cualquier persona, cuando está molesta con el mundo y sus habitantes respira profundamente y pasa de ellos, pero cuando está molesta exclusivamente conmigo todo se convierte en una explosión de palabras. Martin ha desarrollado el mismo hábito. Lo observo serio, sin expresión alguna para que entienda que no me agrada su comportamiento, se resigna y toma asiento en su silla —abróchate el cinturón como te he enseñado.

—Eres un papito muy regañón —se queja mientras abrocha su cinturón —voy a decirle al tío Mike.

—¿Qué vas a decirle al tío Mike, Martín? —le pregunta Michael mientras toma asiento a su lado.

—Mi papito es un gruñón y no me deja jugar —se queja poniéndole su cara de perro a medio morir nuevamente. A diferencia del resto, Michael es el único capaz de calmarlo con una simple mirada, ninguno debe de decir algo para entender lo que necesitan y darse apoyo. Es algo que respeto y al momento me molesta. Es mi hijo, se supone que debe de tener ese apego conmigo, no con él, entiendo que sea su tío y él único en su vida que pertenezca a su madre, pero no es aceptable que desarrolle una intimidad que me pertenece, no quiero que mi hijo se sienta inseguro a mi lado. 

—Cállate Martín, no has estado jugando, ¿Por qué no le dices a tu tío que le has gritado a Daphne? No es la primera vez que lo haces y ya hemos hablado de porque está mal hacerlo.

Volteo a ver de reojo a Michael, este permanece en silencio prestando atención para luego manejar la situación a su beneficio.

—Ves tío Mike, mi papito ya me esta hablando feo otra vez.

—No digas mentiras Martin —me aseguro que su cinturón esté colocado correctamente y tomo asiento frente ambos —no quiero que vuelvas a gritarle a Daphne, si lo haces de nuevo tendré que castigarte.

Seduciendo a mi Vecino +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora