Se dice que la primavera es la época de amor y nacimientos, pero lo que nadie nunca menciona, es que el mal también debe nacer de algún lado...
Luego de mucho batallar con los espesos zarzales, Ahosta logró salir a un claro en lo alto de una pequeña colina. Suspiró aliviado, se sentó en el suelo a la sombra de un árbol y empezó a revisar las pequeñas cortaduras en sus brazos, piernas y cara, producidas por una estrepitosa excursión en el Bosque de las Voces.
El Bosque de las Voces. Un lugar inhabitado, rodeado por unas pocas aldeas y era llamado así por los temerosos habitantes, por ser un lugar misterioso y hermoso, del cual en algunas noches se oían muy claramente voces en un idioma que nadie identificaba. Cuando esto sucedía, cualquier nube que hubiera en el cielo sobre el bosque, por más espesa que fuera, desaparecía. Por esta razón los aldeanos agradecían cuando el día estaba nublado, ya que del bosque podía salir bondad o muerte, y nadie sabía cual era la siguiente.
De vez en cuando se veían alas inmensas por encima de los árboles, y cuando esto sucedía, en las aldeas aledañas alguien moría de forma trágica o desaparecía para siempre. Cuando algún animal salía del límite del bosque, los cazadores se precipitaban hasta atraparlo, y la afortunada aldea se regocijaba, pues los animales de este bosque daban vigor y salud a quién los comiera y traían buena fortuna. Esto sucedía muy pocas veces, pues los animales del Bosque de las Voces eran más fuertes, veloces y grandes que los que podían encontrarse en otras zonas. Sin embargo, cuando esto sucedía, se veía en la frontera del bosque al resto de la manada (según el animal que fuera) de luto durante toda la noche, profiriendo sonidos llenos de dolor que no dejaban dormir a nadie en la aldea donde fue cazado su compañero. Lo que hacía de este evento aún más aterrador, era que las demás aldeas vecinas no escuchaban nada.
Ahosta. Extraño nombre para un extraño joven. Ahosta era un muchacho de la aldea Aurë. Ahosta llegó a la aldea desde que era un niño de pecho, con su madre, de la cual nunca se supo su nombre. Fue un día despejado en aquella región. Sin una sola nube en el cielo. Mala señal.
Su madre era una mujer no muy alta, esbelta y fuerte, pero no tosca. Su cabello era largo y plateado, y sus ojos negros. Se movía con la agilidad y ligereza de un gato, y con la dignidad y el porte de una reina, aún cuando en su cara se veía la fatiga y su vestido estaba desgarrado. Los ancianos del pueblo dijeron asombrados que aquella mujer encarnaba las descripciones de los elfos de antaño. Pero claro, nunca nadie había visto uno.Se habían extinguido desde hace siglos, y hacía ya mucho tiempo que estos eran una página más en los libros de cuentos y leyendas
La mujer pidió a una joven pareja de herreros que cuidaran de su bebé, y estos aceptaron. La mujer les dijo que el nombre del pequeño era Ahosta, les dió las gracias con una reverencia elegante y profunda, una sonrisa sincera y ojos que empezaban a humedecerse. Se dio media vuelta, empezó a alejarse y se desplomó. Murió en el acto, a pesar de los intentos de los aldeanos por ayudarla. Como no sabían de donde venían esos dos extraños viajeros, y la gente del pueblo era pobre pero de gran corazón, enterraron a la mujer en el cementerio local, con toda la pompa y boato que (ellos suponían) tendrían los entierros élficos.Ahosta creció con toda la paz y tranquilidad que era posible en Aurë, siendo un niño tan poco común. En Aurë la gente no era demasiado alta, solían tener el cabello rubio o rojizo, un tanto morena y ojos azules, verdes o grises. Ahosta, por su parte, era alto, esbelto y fuerte como su madre, con la piel clara como la luna, ojos violetas profundos, y cabello negro como la noche. Sus rasgos eran finos, y sus orejas eran ligeramente puntiagudas.
Sus padres adoptivos fueron Aalis y Evander. Y ya fuera por azar, o porque estaba escrito, poco tiempo después Aalis dio a luz a una niña a la que llamaron Chais*.
*Pronunciado "Kais".

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Lo que Está Escrito
FantasyA la luz de las fogatas nacen las historias y leyendas. Cuando estas hablan del destino, es cuando más queremos desafiarlo. Sin pasado, y con una profesía sobre sus hombros, Ahosta intentará borrar lo que está escrito en su futuro. Agradezco todos...