Lo que Está Escrito (II)

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       Chais nació apenas un mes después de que Ahosta fuera adoptado, con un cuerpo débil y un alma gentil. Amable, bondadosa y delicada, con el cabello encendido como las llamas y grandes ojos grises. Era muy querida en toda la comunidad, pero quien más la amaba era su hermano.
Ahosta la protegía de cualquier cosa que pudiera hacerle daño y hasta de lo que no.Cuando se trataba de su "melliza" Ahosta dejaba de lado cualquier miedo y se convertía en un caballero de brillante armadura a los ojos de ella. Debía protegerla especialmente de los gatos y más que nada, de los gatos negros, que eran el mayor miedo de Chais.
     Ella tenía constantes pesadillas que describía como "un enorme gato negro que la perseguía por el bosque, hasta que le saltaba encima y abría sus fauces". Nunca soñaba nada más, ese era precisamente el momento en que despertaba.
     Chais respondía a la protección de su hermano con mucha dulzura, y cada vez que tenía oportunidad lo ayudaba a lavar su ropa, cuidaba de sus heridas (muy comunes, por cierto, en un joven tan energético como él), o cocinaba alguna golosina para él. Cabe mencionar que Ahosta tenía un apetito voraz, con especial gusto por los postres, y que ella odiaba las cosas dulces.
     No sería acertado decir que eran inseparables, pues ambos veían el mundo desde distintas perspectivas, pero se amaban y cuidaban uno del otro como sólo los hermanos pueden hacerlo. Y Aalis y Evander no dejaban de agradecer al cielo, a quien fuera que los escuchara desde ahí, que Ahosta hubiera llegado a su familia, y lo amaban como a su hija de sangre.
     Chais aspiraba ser sanadora en el pueblo, y practicaba mucho con las curanderas, matronas y sanadores del pueblo, y ponía especial esfuerzo desde que el doctor Aurus, hombre alto y de porte orgulloso, con el cabello plateado por la edad, ojos marrón y la amabilidad que sólo tienen los médicos de vocación, llegó de la Cuidad Marfil, en donde vivía el rey de aquellas tierras, y era el centro del comercio, la ciencia, la cultura y el estudio arcano.
     La vida de los hermanos fue cotidiana, tranquila y alegre; con Chais constantemente corriendo a ayudar a todo enfermo que le fuera posible; Aalis y Evander con sus labores habituales en el pueblo, Ahosta cazando para la aldea. Pero los pequeños eventos que desencadenarían el caos, empezaron a suceder cuando ambos hermanos ya habían cumplido los 19 años.  

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