Apenas había oscurecido, y Ahosta miraba con fascinación el cielo nocturno, la noche fresca y despejada era perfecta para ver las estrellas, y la luna llena iluminaba todo el claro con una luz que daba a todo un tono fantasmal. Siempre había sido un pasatiempo suyo aprender sobre el firmamento, y tenía una gran cantidad de datos, de los cuales había aprendido muchos por cuenta propia, de como ubicarse sólo con las estrellas, y estaba bastante entretenido buscando constelaciones y dejando su mente divagar en mil y un pensamientos. Desde lo que podría encontrar ahí, hasta lo que su hermana le haría de cenar cuando volviera a casa.
El bosque pareció cobrar vida hasta que el sol ya no se veía más. Los insectos y animales nocturnos empezaron a tocar la sinfonía que la naturaleza había compuesto, los murciélagos revoloteaban, y cientos de luciérnagas dieron a aquel lugar un aspecto más etéreo. Ahosta empezó a sentir el cansancio del viaje, e hipnotizado por la belleza de aquel lugar, se quedó dormido.
El sueño que tuvo fue extraño. El escenario era una aldea quemada, destruida totalmente, en la que sólo se podían ver las estructuras de lo que alguna vez fueron casas y manchas negras de carbón por todos lados, y la luz del medio día hacía que todo se viera especialmente real. En tal lugar, Ahosta veía una figura dándole la espalda, de pie en el umbral de una puerta. Una capa azul oscuro, como la noche y una abundante cabellera negra con tonos verdes. Tal silueta se dio media vuelta para descubrir a una mujer joven y hermosa, con un aire sereno que inspiraba confianza, de ojos verdes muy brillantes, tez blanca, orejas ligeramente puntiagudas y una gran cicatriz que cruzaba su cara desde su ojo derecho hasta su barbilla. Tenía un tatuaje que descendía desde su hombro hasta su codo en forma de espiral, como si tuviera una serpiente enrollada en su cuerpo, de colores vivos y brillantes. Tenía una simple blusa negra, una falda azul y verde corta que, asegurada con algunos cinturones, funcionaba como un par de pantalones cortos, y botas de cazador marrón oscuro.
La mujer miró a Ahosta y sonrió. Empezó a mover los labios para hablar, pero ningún sonido salía de su garganta.
-¿Qué dices? No puedo entender nada. Espera, iré hacia ti.
La mujer siguió hablando mientras Ahosta se acercaba a ella, pero no importaba que lo avanzara, porque aún así no podía escuchar nada.
Cuando estuvo por fin frente a la mujer, esta sonrió con ternura y acarició la mejilla de Ahosta, y mientras todo empezaba a ponerse borroso y oscuro, y aquel sueño abandonaba su cabeza, escuchó una voz suave, como hecha de nubes, que resonaba en su cabeza y le daba escalofríos.
-Ya es hora, Noll.
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Lo que Está Escrito
FantasyA la luz de las fogatas nacen las historias y leyendas. Cuando estas hablan del destino, es cuando más queremos desafiarlo. Sin pasado, y con una profesía sobre sus hombros, Ahosta intentará borrar lo que está escrito en su futuro. Agradezco todos...