El sastrecillo valiente

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Pocho era un santrecillo que gozba de gran simpatia en todo el reino. Al par que por diligencia para confeccionar los trajes, era afamado por la habilidad y astucia para resolver los trances  mas dificiles. Siempre teni la solucion oportuna para salir del enredo mas imposible. Por eso, todos acudian a su taller en busca del consejo feliz que solucionara los arduos problemas de cada dia.

En cierta ocasion cuando, como de costumbre, se entregaba gozoso a su labor, una nube de asquerosas moscas rovoloteaba sobre el delicioso alfajor. Molesto por la impertinencia de estos bichos, los espantaba con la costura que tenia en sus manos, pero como estos insectos son porfiados, volvian una y otra vez a su intento.

No pudiendo soportar mas el revoloteo de los sucios moscos,dio furibundo un manotazo y mato ocho de un solo golpe.

El sastrecillo se sintio ufano de haber podido matar ocho bichos de una sola vez. Y pareciendole grandiosa su hazaña, tomo un trozo de genero y bordo con hilo negro estas palabras: <<Soy Pocho. De un golpe mate ocho>>.  Luego se puso la banda de tela en el pecho, tomo una alforja, puso en ella un pedazo de queso y se lanzo a recorrer mundo.

Por el camino hallo en el suelo un pajaro, al parecer herido. Lo recogio y lo puso tambien en su alforja.

Todos los que le veian pasar orgulloso con su banda bordada, se asombraban al juzgar que siendo tan pequeño y delgado hubiera podido realizar la dificil hazaña de haber matado a ocho de un golpe.

Y asi andando, se encontro con un gigante.

Este lo miro con curiosidad, leyo el letrero y, sin poder ocultar su despecho, le dijo:

-¡No me hagas reir, hombrecillo! ¿Asi que has matado a ocho de un golpe?

Luego le desafio y le dijo que, si era tan poderoso, que imitase lo que el era capaz de hacer, y cogiendo una piedra entre sus dedos la hizo pedazos como si fuera un pedazo como si fuera un pastel. El sastrecillo, sin darle importancia, saco disimuladamente de la alforja el pedazo de queso y, haciendo creer al gigante que era una piedra, lo deshizo entre sus dedos. 

Entonces el gigante tomo otra piedra y la arrojo a gran distancia. El sastrecillo saco, con disimulo, el pajaro y, haciendo como que tomaba aliento para lanzar lejos la piedra, arrojo al pajaro hacia arriba. El tonto del gigante creyo que Pocho habia arrojado una piedra y como el pajaro se perdio en los cielos, el gigante quedo asombrado.

El gigante sintio envidia de aquel hombrecito al parecer debil pero con fuerza y destreza. Le invito a que lo acompañara a su castillo, donde le presentaria a otros gigantes. El sastre acepto e iniciaron el camino.

Al atravesar el bosque, el gigante penso que podia llevar leña para alimentar el fuego de su chimenea y, pretendiendo asombrar al satrecillo, de un solo intento arranco desde sus raices un enorme arbol.

-¿Me ayudaras a llevarlo?- le pidio al sastre.

-Con mucho gusto- dijo Pocho-. Yo cargare la parte de atras del arbol, que es la mas pesada.

El gigante acepto; cargo el arbol al hombro y reinicio la marcha. El sastrecillo se sento tranqilamente en las ramas del arbol y se puso a cantar alegremente. Como el gigante, agobiado por el peso, no podia verle, estaba mas asombrado al pensar que aquel debilucho se permitia cantar tan tranquilo con el arbol a cuestas, mientras que el, con todas sus fuerzas, apenas si podia respiara.

Tan fatigado iba, que pidio al sastre que se detuvieran para descansar un rato.

-Como quieras- dijo el sastre-, pero por mi podriamos seguir.

Asi, caminando un rato y descansando otro, llegaron, por fin, al castillo. Alli habia reunidos tres gigantes que estaban devorando un suculento banquete. El dueño del castillo les presento al pequeño huesped y, cuando dieron fin a todos los sabrosos platos, llego la hora de acostarse, y el gigante acompaño al invitado a su dormitorio. Le dio las buenas noches y se retiro.

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