Capítulo 3: Mi primer amigo

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Naia llegó a clase de buen humor. Había estado haciendo bromas con su padre antes de irse y se había reído mucho con él. Fue sentarse y ya escuchaba susurros que venían de Eira y sus insoportables amigas. Pero Naia estaba contenta, así que las ignoró.
La tutora pasó a clase, pero no iba sola, sino que iba acompañada de un chico.
-Buenos días. Hoy tenemos un nuevo alumno en clase. Debido a que en el otro tercero hay muchos alumnos, Adrián va a estar en esta clase a partir de ahora. Quiero que le tengáis respeto, por favor - dijo la profesora - Adrián, háblanos un poco de ti.
-Bueno, me llamo Adrián y me gusta dibujar y la música. Mi padre es de Inglaterra, así que se me da muy bien hablar inglés.
-Jonathan, ¿puedes hacer el favor de callarte?, dijo la profesora cuando vio que Jonathan hablaba con los otros chicos.
Adrián tosió y sonrió a todos. Naia le miraba. Le sonaba mucho pero no sabía de que. En un momento, tal vez un par de segundos, sus miradas se cruzaron. Naia casi se desmaya cuando se dio cuenta de que era el chico de anoche. El de la mirada inigualable. No podía creer que estuviera en su clase.
-Adrián, gracias. Siéntate al lado de Carlos, dijo la profesora.
Naia se sorprendió de nuevo porque Carlos era el chico que se sentaba delante suya, así que tendría a Adrián en diagonal. Él fue a su mesa y tímidamente saludó a los compañeros de su alrededor sin percatarse de que Naia estaba ahí. Ella suspiró porque estaba muy nerviosa por que le descubriera. Se la notaba rara, pero lo disimulaba por si las chicas que odiaba lo notaban y se burlaban de ella otra vez y por suspuesto no quería que pasara eso.
Al terminar las clases, Naia fue hacia su casa, pero sin darse cuenta de que Adrián iba por su misma dirección. Le miró de reojo y tragó saliva. Adrián la miró también y por fin se dio cuenta de quién era:
-Eh, yo te conozco, dijo.
Naia cerró los ojos y luego se giró hacia el chico.
-Tú eres la chica de los cascos guays, ¿no?
-Sí, dijo ella temblorosa pero sonriente.
-Me alegro de que vayamos a la misma clase. Yo soy Adrián, como ya sabes, ¿y tú?
-Naia...dijo con un hilo de voz.
-Veo que eres tímida. Supongo que tus amigas lo saben.
-Amigas...ójala, dijo triste.
-Vaya, lo siento. Me gustaría que fueramos amigos.
-¿Ah, sí? ¿Tú quieres ser mi amigo?
-Sí, ¿por qué no? Para que ambos empecemos a hacer nuevos amigos.
-No sé...tú eres tan guay...y yo tan reservada, dijo sorprendida.
-No pasa nada. Se te pasará, dijo con una gran sonrisa.
-Gracias. Bueno, me tengo que ir, dijo señalando el camino a su casa.
-Vale, Naia. Hasta mañana.
-Adiós, dijo tan embobada como la otra noche.
Cuando perdió de vista a Adrián, Naia se tapó la cara y se puso a saltar en el sitio muy emocionada. Por fin había hecho un amigo...¡y menudo amigo! Cuando se percató de que la gente la miraba raro, tosió y disimuladamente siguió su camino. Había sido un buen día para ella. Por primera vez en mucho tiempo.

Ahora el que llora eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora